Causa justa

Si su novela más conocida, La tapadera, trata sobre una firma de abogados que trabaja para la Mafia, en Causa justa el autor continúa dentro del mundo jurídico y de las grandes firmas de abogados para hablarnos de los desheredados y los sin techo, así como sobre la especulación inmobiliaria. Su protagonista, Michael Brock, va camino de ganar un millón de dólares anuales en la firma para la que trabaja a base de dedicarle muchísimas horas a la semana. El único inconveniente es que su matrimonio está en crisis; su esposa es médico y ambos trabajan tantas horas que no tienen tiempo para cuidar su relación y tampoco tienen hijos; en consecuencia, están al borde del divorcio.

La importante firma para la que trabajaba Mike ha gestionado el desahucio de una antigua fábrica en la que vivían catorce familias, y lo han realizado en pleno invierno; una madre y sus cuatro hijos han fallecido de frío, intoxicados mientras dormían en un coche. Esta circunstancia lleva a Mike a abandonar la firma para la que prestaba sus servicios y comenzar en un despacho de abogados de la calle, un mundo que hasta ese momento desconocía. Sus clientes serán los indigentes y los sin techo que se mueven por la capital de los USA, entre refugios y comedores sociales o que duermen en la calle. Los abogados se ocupan de conseguirles vales de alimentos, pensiones públicas u otras prestaciones a las que pueden tener derecho, pero que ellos serían incapaces de conseguir.

Publicada en 1998, el autor calcula que ese año habría en la capital de los USA unos diez mil sin techo, y la administración Reagan está restringiendo los gastos sociales. La novela supone una denuncia sobre las grandes diferencias económicas y sociales, sobre la invisibilidad de los indigentes, la especulación inmobiliaria y, ocasionalmente, sobre la falta de honradez de ciertos abogados que consiguen así grandes beneficios; pero también subraya el altruismo de los voluntarios que gestionan los refugios y comedores sociales, procuran desintoxicar a los adictos y prepararles para ganarse la vida. La conclusión a la que llega Grisham es la de que vale la pena escoger este segundo modo de vida.

La novela se lee fácilmente, entretiene y transmite un mensaje que es tan válido hoy como hace veinte años, tanto en los Estados Unidos como en España.