Cómo salir del infierno

"Cómo salir del infierno" lleva como subtítulo "Crónica de un naufragio". El infierno o el naufragio fue la situación en la que quedó el periodista Alfredo Urdaci al abandonar Televisión Española: denigrado e imposibilitado para trabajar en los medios audivisuales. Había sido vencido y sus enemigos le enviaron al infierno. Urdaci hace una crónica peculiar de esos dos años (2004-2006) y de los medios que utilizó para no hundirse y seguir siendo él mismo.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2006 Plaza & Janés
304
978-84-01-37949

Subtítulo: Crónica de un naufragio

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Cuenta Urdaci que al día siguiente de abandonar la Televisión española ya estaba trabajando en su libro sobre "El Cónclave". En dos años el autor ha publicado cuatro títulos: "El Cónclave", "Benedicto XVI y el último cónclave", "Días de ruido y furia" y "Cómo salir del infierno". De los cuatro, el más valioso es "Días de ruido y furia", que ha alcanzado once ediciones; los otros son libros de circunstancias pero importantes para su autor, una terapia a través de la escritura. Es como si dijera: "Estoy en el infierno, pero no estoy muerto". Imagino que "Cómo salir del infierno" se escribió inicialmente como un diario. A fin de no desvelar las propuestas de trabajo que recibía en esa época y sus contactos profesionales –"yo entonces no estaba en situación de no escuchar cualquier propuesta que quisieran hacerme"- Urdaci las relata por medio de una alegoría: las tentaciones de un demonio, el demonio Eleuterio, que pretende que el periodista tiene que renovarse para sobrevivir, que tiene que dejar de ser él mismo para ser otro. La metáfora del mundo de los audiovisuales como un infierno nos resulta difícil de comprender y el autor tampoco hace nada por aclararla, pero está escrita con agilidad y rezuma sentido del humor, lo cual hace que el libro sea fácil de leer. El relato salta bruscamente de la metáfora a la realidad para contarnos anécdotas de la vida del autor en el periodo 'infernal'; Urdaci realiza viajes a Cataluña, al País Vasco o a Andalucía para presentar sus libros y conceder entrevistas, no sabe si será entrevistado con odio o con comprensión, pero sorprendentemente el autor se encuentra con colegas no politizados que no sólo le tratan con respeto sino que incluso le piden consejos para ligar mejor: "¿Eres Urdaci? Te imaginaba de otra manera". Luego está la gente, la gente de la calle, que se dirige a él para decirle que le quieren y que le echan de menos en la pequeña pantalla. Es especialmente impactante un encuentro casual en el AVE con el ingeniero Alfredo Caffarel, hermano de la Directora General de RTVE. Lo que ahí se lee nunca se debió escribir, ya que se trata de cuestiones muy íntimas entre hermanos, pero en todo caso el ingeniero consuela al periodista: "Lamento lo que te hicieron en esa casa" (por TVE). Es la vindicación más completa, que el hermano de la Directora General de RTVE te diga que lo lamenta. Naturalmente el periodista también se encuentra por la calle y en los platós con gente que lo califican como "un hijo de p…" o que afirman que le van a dar dos leches. Urdaci nos cuenta cómo reacciona en esas situaciones –con sobresalto, pero sin desviar la mirada-. La sangre no llega al río, ya que ese tipo de personas son muy valientes sólo ante el que no les planta cara. Las críticas al Presidente Zapatero y a su corte, o al grupo de Polanco, son muy duras, pero parecidas a las que podemos leer en cualquier otro autor; ello nos lleva a la conclusión de que ‘las dos Españas’ ya están aquí; cuando se puede hablar con tanto desprecio del Presidente de Gobierno de España, aunque se lleve toda la razón, es que el sistema de convivencia basado en el respeto mutuo se ha roto. El libro se vuelve diáfano en el Epílogo a través de un valioso ‘decálogo para salir del infierno’. Vale la pena repasarlo. Los principios van desde "no cambies, se tú mismo" hasta "trabaja" o "sé educado, pero no hace falta que seas correcto" (se entiende que políticamente correcto). También recomienda una serie de libros. Lo único que omite el autor, y es una lástima, es recomendar la confesión de los pecados. Si hablamos en broma la confesión siempre se ha aconsejado para no caer en el infierno y al fin y al cabo el libro trata sobre el infierno; si hablamos en serio, todos cometemos errores y supongo que el autor habrá cometido alguno en su vida, pero escribe como si eso no hubiera ocurrido. Urdaci fue una víctima del pánico que tenía la izquierda a que el PP ganase otras elecciones y tiene que aprender a vivir con eso. A pesar del ejercicio catártico de "Días de ruido y furia" y "Cómo salir del infierno. Relato de un naufragio" pienso que al autor todavía le quedan muchas heridas que curar y muchos interrogantes sobre su futuro; no obstante, los principios que desarrolla en el Epílogo sobre cómo remontar una situación de crisis personal y profesional son absolutamente válidos.