Contra la mentira

Un historiador contracorriente: Pío Moa. Su nuevo libro, Contra la mentira, es un lúcido ejercicio de razón, lógica y sentido común. En estos tiempos, en que un poder cultural totalitario impone ideas y modos de vida, seguro que sus razonamientos, allí expresados, molestarán a muchos defensores del actual orden establecido:

"La sociedad española actual sufre una auténtica marea de embustes y desfiguraciones en torno a nuestro pasado reciente"

Resulta fascinante la exhibición del poder que la mentira más cruda tiene en ocasiones en el destino de los pueblos, cuando cala en las multitudes a través de una agitación incesante y técnicamente bien orientada. Contemplando la manifestación de Madrid contra la guerra en Irak, recordaba otra campaña de tremenda intensidad que llevó a la guerra civil en 1936. Me refiero a la campaña sobre la represión de Asturias, inventada o exagerada en grados fantásticos, pero con un tremendo impacto popular, capaz de crear entre las masas el ambiente de odio necesario para el enfrentamiento fratricida.

Como se recordará, los socialistas prepararon su insurrección de octubre de 1934 como una guerra civil –textualmente–, pero sus llamamientos bélicos, como los de los nacionalistas catalanes, fueron desoídos, salvo en parte de Asturias, por una población todavía no "preparada". En 1936, el ambiente popular había cambiado, pasando de la mera crispación a la furia homicida que hizo posible la reanudación y prolongación de la contienda durante tres años, y en la formación de ese ambiente tuvo importancia decisiva aquella campaña. ¿Por qué tantas personas caen en la trampa? Hoy en día, por ejemplo, no se debe tanto a la habilidad de los industriales de la mentira como a la bellaquería del PP, que, con todos sus medios de información, ha sido incapaz de aclarar unas cuantas ideas básicas a la gente. En los últimos años hemos asistido a una verdadera rendición ideológica por su parte, volcado ese triste partido en un programa pesetero y falto de altura intelectual, entregando los medios culturales y las subvenciones a la izquierda más falsaria, la que era prosoviética hace unos años y ahora es pro Sadam, tratando de competir con ella en imagen "progre" y en la condena a sus propios padres y a su propio pasado. Ha creído que todo en la política es cuestión de pesetas, o de euros, y hasta un demagogo tan vacuo como Zapatero le está zarandeando. Se lo merece. Pero España, no, y por eso todo lo que se haga contra la marea del embuste será poco.

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2003 Libroslibres
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