Cucho

Cucho es un niño de diez años que vive con su abuelita a la que quiere muchísimo. La anciana está casi imposibilitada. La situación económica es desesperada para ambos. Pero el ingenio de Cucho y la ayuda de unos cuantos amigos y también de sus compañeros de clase van resolviendo la situación. Los acontecimientos se encadenan de tal manera que, en momentos en los que todo parece imposible, surgen otros de relativa prosperidad que les permiten una vida mejor, gracias al Langosta, a Mr. Coke, a los Roqueros a la luz de la Luna…

Valores

Autorrealización del protagonista, familia, relación adulto-niño, tercera edad, amistad, amor a la música, bondad, cariño familiar, colaboración mutua, lucha por la subsistencia, perseverancia, ternura, triunfo del bien.

Actividades creativas

1. El libro y yo

Objetivos: Ayudar a los niños a saber expresar sus ideas, educar su sentido crítico para tomar postura ante situaciones concretas y enseñarles a descubrir la vida a través de la literatura.

Técnica: Después de haber comentado un poco en clase el argumento del libro se entra de lleno en el diálogo, invitando a los alumnos a la valoración de contenidos: qué ha gustado más, qué ha gustado menos, qué les pareció lo más divertido, lo más profundo, lo más real, lo más misterioso, lo
más aburrido, lo más maravilloso... A continuación invitamos a los niños a establecer una comparación entre lo leído y la vida real con su problemática.

2. El juglar 

Objetivos: Educar la atención, saber leer con diferente entonación los diversos personajes de un libro, ejercitarse en la lectura en voz alta para hacerla comprensiva a los demás y vencer la timidez.

Técnica: Reunidos los alumnos, y ya todos con el libro en la mano, les explicamos que el juglar era, antiguamente, el hombre que recitaba poesía, odas y romances por los pueblos, dando una entonación distinta de voz para cada personaje del relato. En este juego cada uno imitará al juglar, leyendo el fragmento que le corresponda del libro, diferenciando cada personaje por la entonación de la voz, por la viveza o la lentitud en la lectura. Nos sentamos en círculo y empezamos a leer de uno en uno hasta que el profesor indique con una señal que tiene que continuar el siguiente. Mientras uno lee, los demás anotan su nombre en el cuaderno y al terminar la lectura, le darán una puntuación de uno a cinco. Al final, el alumno con mayor puntuación será el “juglar de honor”.

Miriam Alonso y Carmen del Pozo