El candor del Padre Brown

Primer libro de la serie del Padre Brown. Incluye doce cuentos en los que el sacerdote investiga crímenes imposibles. El Padre Brown es un sacerdote bajo, miope, de cara redonda y aspecto normal, capaz de resolver los más intrincados problemas policíacos con su observación, su aparente ingenuidad, su lógica... Y su fe, que es la piedra angular de todo su edificio.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1952 José Janés Editor
1531

En el segundo volumen de las obras completas de G.K.Chesterton, editado por Janés en 1952, se recogen todas las obras de misterio publicadas por este autor. Once en total. El ciclo correspondiente al Padre Brown incluye: El candor del Padre Brown, La sabiduría de Padre Brown, La incredulidad del Padre Brown, El secreto del Padre Brown y El escándalo del Padre Brown; cada uno de ellos con varias historias. Las demás obras de misterio e investigación ya no tienen como protagonista al célebre sacerdote.

2004 Losada
330
2010 Alianza
320
978-84-206-7989

Encuadernación: Rústica. Colección: 13/20

2016 Alianza
320
978-84-9104-229
Valoración CDL
4
Valoración Socios
3.642856
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Género: 

Comentarios

Imagen de Manu

En medio de unos relatos originales y sagaces, Chesterton trasmite con la figura del padre Brown, un sacerdote rural, como el creyente es poco dado a explicaciones raras. Cuando la inteligencia no puede dar razón de un actuar que quienes se muestran excecpticos, no dudan en negar cuanto no lograr resolver los ingeniosos enigmas planteados. El padre Brown en lugar de recurrir a explicaciones complejas, resulve los casos con la sencillez de quien cree lo necesario y lo hace compatible con el uso de la razón. En alguna ocasión, el relato es algo rebuscado; con frecuencia es amable y divertido.

Imagen de Ran

Esta obra recoge las andanzas detectivescas del Padre Brown. Relatos que destacan por su fresca y desenfadada prosa, y con un derroche de imaginación impresionante.
Chesterton no desaprovecha la ocasión en cada uno de los relatos para poner en evidencia la incongruencia y despropósito de ser ateo; a la vez que pone de relieve aspectos de la fe católica, como cuando el P. Brown desenmascara a un falso cura porque constata que su teología no era buena ya que atacaba a la razón, y la fe católica tienen en mucho, y defiende, a la razón.
Libro para disfrutar con este gran autor inglés.

Imagen de oscar pons

Maravilloso libro y genial personaje.

Imagen de apuleyo

Quien no haya leído ningún título de Chesterton, puede encontrar en los relatos que componen este libro el mejor modo de iniciarse en la lectura de este magnífico autor. Seguro que después seguirá, si no con los otros cuatro, al menos con algún título más de este simpático personaje creado por Chesterton, aunque basado en un personaje que influyó mucho en su vida.
El padre Brown es un investigador especial, por su condición de sacerdote católico; él es un sacerdote, no un detective. Su método para resolver los crímenes que se van planteando en cada relato no es el científico o deductivo, como hace su ilustre predecesor Sherlock Holmes.
El padre Brown conoce bien el alma humana y sus debilidades porque las ha oído en el confesionario. Así, al que va a ser su más estrecho colaborador, Flambeau, lo vemos aparecer en las primeras historias como un peligroso delincuente, con una gran habilidad para escapar... hasta que el padre Brown lo "atrapa" a su manera (es deliciosa la explicación que hace el sacerdote de la conversión de Flambeau, utilizando el símil de la pesca; por cierto, es el mismo pasaje que en un momento de "Retorno a Brideshead" de Evelyn Waugh lee un personaje).

Imagen de cdl

En una espléndida traducción de Alfonso Reyes, se reaniman con vivacidad y gracia las andanzas del Padre Brown, del detective Valentin y del delincuente Flambeau, en una mezcla de situaciones desopilantes, donde culmina el arte de Gilbert Keith Chesterton (1874-1937) cuyo humores sólo comparable al de su compatriota Bernard Shaw. En estas apasionantes narraciones, el ingenuo sacerdote conseguirá desentrañar los problemas policíacos más intrincados porque ve el lado más sencillo e inocente de las cosas, que escapa a cuantos las investigan con penetración y malicia.