El Desquite. Los años de Aznar.

Diversos episodios sucedidos entre 1996 y 2000, primer gobierno de Aznar, en los que el autor tuvo una intervención directa. Algunos están protagonizados por la antigua cúpula del Ministerio del Interior de los gobiernos socialistas, con el telón de fondo del propio González, de Polanco y de algunos jueces. Otros corresponden a personajes ya llegados al poder con el PP. Por ejemplo las aventuras y desventuras de Juanito Villalonga, el compañero de pupitre de Aznar, o la espantada del Ministro de Trabajo, Manuel Pimentel, veinte días antes de las elecciones del 2000.

Ediciones

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2004 La esfera de los libros
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Los libros de Pedro J. se leen con el interés de una novela. El Desquite relata una serie de sucesos correspondientes al periodo 1996-2000, primer gobierno de Aznar. Las elecciones del año 2000 suponen un desquite para José María Aznar que logra esta vez la mayoría absoluta. También supone un desquite para Pedro J. ver como los organizadores del GAL y de la corrupción en el Ministerio del Interior, que El Mundo había denunciado, van siendo condenados por los tribunales. Pedro no oculta su aborrecimiento por esos personajes y su trastienda, y denuncia su bajo perfil moral. Hay un episodio muy significativo. Pedro J. es grabado con una mujer que no es su esposa. Es una trampa preparada en la que cae el periodista. Copias del vídeo son distribuidas de forma masiva y anónima con el fin de desprestigiarle. El periodista tiene tres posibilidades. La primera negar que sea él el que aparece en la grabación, ya que ésta es de muy mala calidad, pero se dice: Siempre he defendido la verdad y ahora que me perjudica a mí no puedo negarla. También podría adoptar la posición cínica de reivindicar su libertad sexual, otros muchos lo han hecho antes, pero concluye: No me veo a mí mismo en ese papel. Finalmente decide asumir las consecuencias e investigar quién le ha preparado la encerrona, que, por otra parte, son los de siempre. Esta postura prestigia a Pedro y además le permite salvar su matrimonio. Algo que no llega a plantearse el periodista es el fundamento, los límites y la responsabilidad de la actividad informativa. Pedro denuncia que le han grabado ilegalmente y es cierto, pero al mismo tiempo no tiene empacho en explicar cómo un periodista de El Mundo ha realizado fotografías dentro de la sala del juicio por los fondos reservados contra la expresa prohibición del Presidente de la misma. Hoy por hoy el derecho a la intimidad, a la imagen y al honor de las personas está siendo violado por algunos medios que se denominan a sí mismos de información –me estoy refiriendo a la llamada prensa del corazón- sin que nadie lo impida y ni siquiera lo denuncie. Baste recordar la muerte de Lady Diana Spencer y sus acompañantes provocada por el acoso de unos paparazzi. Volviendo a El Desquite, este tipo de libros son útiles ya que proporcionan una visión unitaria y distanciada en el tiempo de episodios que el lector ha conocido fragmentariamente en la prensa diaria y de los que ahora puede tener una visión más completa. Naturalmente es el autor el que los selecciona e interpreta y puede haber otros puntos de vista distintos, por eso es importante la credibilidad que el autor nos ofrezca. La lectura del libro no deja de ser refrescante a estas alturas –mayo de 2004- en que la tortilla ha dado la vuelta a tanta velocidad.