El gran Meaulnes

1913. François Seurel narra su llegada a Sainte-Agthe, un pequeño pueblo de provincias en la Francia de finales del XIX. Tímido y sensible, lleva una vida pacífica hasta que se hospeda en su casa Augustin Meaulnes. Rodeado de misterio y dotado de una fuerte personalidad, el "Gran Meaulnes" –como pronto lo bautizan sus compañeros de escuela- es el sueño materializado de la adolescencia quebradiza de François. La esencia romántica del recién llegado y el tono melancólico y misterioso de las descripciones de landas y bosques demandan una aventura. El autor la introduce sin demora con un estilo sugerente y hábil en el cultivo de la intriga, sembrando misterios y dosificando descubrimientos. El robo de un carro, una trastada más del inquieto Meaulnes, lleva al protagonista lejos del pueblo. La noche le sorprende y, extraviado, encuentra un castillo en el que se celebra una fiesta de disfraces, a la que se une animado por unos niños alegres y extraños, cercanos a los duendes. Se suceden escenas memorables, envueltas en un ambiente que se aleja por momentos de la realidad para acercarse al ambiente mágico de los cuentos de hadas. El motivo de la fiesta, la boda del hijo del señor de Galais, se frustra porque la novia, una joven aldeana, no cree en el amor del apuesto y aristocrático Fracs. Meaulnes conoce en la fiesta a la hermana de éste, Yvonne, ideal puro de mujer del que se enamora perdidamente. A diferencia de la novia de Franz, Meaulnes sí cree en aquel mundo maravilloso, y la necesidad de volver a él le obsesiona. Llegan entonces al pueblo dos extraños personajes que se ganan la vida con un circo ambulante. Meaulnes encuentra familiar al más joven, tras el que se esconde un misterio que abrirá las puertas al verdadero desafío de la novela: la lucha por la madurez.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2004 Grijalbo Mondadori
304
978-84-397-1059
Valoración CDL
4
Valoración Socios
3.6
Average: 3.6 (15 votes)
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Género: 

Comentarios

Imagen de mgarregui

Un libro que transmite deseos de libertad, de grandeza, de independencia, de aventura, de heroicidad... escrito con corrección (la traducción al castellano no es especialmente buena), evoca sentimientos y los produce en el lector. Atención a lectores que estén al borde de la tristeza, porque este libro también puede llevar al borde de la melancolía.
Dibuja perfectamente la adolescencia y sus inquietudes, sus deseos, sus aventuras. Creo que a los buenos lectores adolescentes les puede gustar mucho.

Imagen de Artemi

Escuché un día que "El gran Meaulnes" era una maravillosa historia sobre adolescentes pero no para adolescentes. Yo lo leí en los arrabales de lo que hoy en día podría considerarse adolescencia, esto es, con veinte años. Me marvilló, pero estoy seguro de que si lo hubiera leído antes me habría gustado todavía más. El mundo fantástico en el que nos sumerge Seurel, el narrador, es tan mágico y sorprendente, realista y onírico, que dudo mucho sobre la verdad de la afirmación que un día escuché. Desde entonces he vuelto a sus páginas en múltiples ocasiones, y volver a un libro es un privilegio que sólo otorgamos a esas grandes obras que nos han conmovido de una manera muy especial. La amistad de seurel, Meaulnes y Franz, el amor de estos dos últimos, la poesía que se destila durante toda la obra... Unos amigos franceses me comentaron que en Francia este libro es de lectura obligatoria, pero que si no lo fuera lo leería todo el mundo con mayor motivo, pues para los galos la altura literaria, moral y estética de este libro es pareja a la del Principito cuando menos. Espero que nuestros adolescentes no desdigan de su calidad humana frente a nuestros admirados vecinos.
Una última considerción. Investigué sobre el libro para un trabajo en la carrera. Una psicoanalista llamaba la atención sobre un asunto que lo merece: Franz y Meaulnes no tienen padre, frente a Seurel. Para que lo penséis los que habéis leído la novela.

Imagen de Mon

Es una novela que crece. Empieza siendo un ensueño de adolescencia y concluye con una difícil lección moral de juventud. La felicidad soñada por los protagonistas, la felicidad ideal, parece convertirse en un obstáculo para su felicidad real.
Estos recuerdos juveniles están escritos con un aire verdaderamente evocador.

Imagen de Guille

Es cierto que cada libro tiene sus circunstancias pero también tienen un papel relevante las circunstancias en las que se encuentra el lector. Creo que ese libro me habría emocionado del mismo modo independientemente del momento en que hubiera caido en mis manos; pero el caso es que lo hizó al final de la adolescencia y fué como un catalizador en ese proceso de encontrarse a sí mismo entre todo lo que uno desea ser. Fué una inspiración, un misterio de esos en los que al dejarse arrastrar se sale fortalecido y redimido. Leí ese libro sintiéndome muy identificado con Meaulnes pero confundiendome con la mirada de Seurat, hasta el punto que pienso que son el desdoblamiento de un mismo personaje; el fuerte Meaulnes, con la aventura por destino, a cualquier precio, desvínculado, libre y ajeno y su fiel testigo Seurat, sensible, de una manera disociada, a la herida que Meaulnes causa en todo lo que le rodea, que lo comprende, lo salva y lo idolatra.
No pretendo interpretar lo que Fournier quisó expresar; sólo hablo de poder catártico que tuvo para mi. Verme salvado por la mirada benévola de Seurat y sentirme identificado con el deseo de aventura y libertad de Meaulnes, la promesa de grandes emociones y un destino sorprendente, diverso y aún oculto que uno debe darse el permiso de salir a buscar. Pagando un precio por supuesto.
Para mi hay una imagen que lo dice todo, que lo simboliza todo en este libro...unos zapatos rojos:
"Mis zapatos son rojos
adios mi amor.
Mis zapatos son rojos
adios sin remisión".