El jurado número 10

Los integrantes de un modesto despacho de abogados de provincias se verán envueltos, sin quererlo ni desearlo, en un caso que les supera totalmente: drogas de diseño, blanqueo de capitales y corrupción a gran escala...
Efrén Porcina -un tipo encantador que ronda los ciento treinta y ocho kilos, sigue una dieta por internet y lleva una vida tranquila -y su única socia, Salomé- una secretaria, cuando menos particular, que cambia de novio cada dos por tres- ayudados por un expolicía borrachín, serán los encargados de arrojar luz y buscar la verdad en un intrincado caso con ramificaciones internacionales.
Las vidas de unos y otros estarán pendientes del acierto de un juez, la cordura de un jurado popular y del misterioso jurado número 10.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2013 Ediciones Martinez Roca
511
84-270-3986-5

Premio del Consejo General de la Abogacía 2013.

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Imagen de enc

Una estupenda novela policiaca, que añade a la intriga el sentido del humor. El abogado-protagonista es Efrén Porcina -un apellido duro cuya única explicación plausible está en que, cuando es presentado al lector, pesa ciento treinta y ocho kilos-. Mientras Efrén se pone a dieta y mejora su imagen, su secretaria y socia de bufete va deteriorando la suya. Hay un personaje entrañable, la anciana doña Emilia, una especie de Miss Marple sabia, que termina siendo importante en la novela.

La autora tiene un don especial -oficio- para distribuir el relato en capítulos y elaborar los diálogos. Su lenguaje es castizo e incorpora detalles sorprendentes entre el realismo y el humor. Por ejemplo, el ex-jefe de Efrén es simplemente el abogado Fulano; nunca habíamos visto algo parecido, denominar a un personaje simplemente como Fulano. ¿Hay elementos excesivamente rebuscados en la novela? Sí, los hay. No es perfecta, pero demuestra en la autora naturalidad, confianza en sí misma y esfuerzo.

Podemos preguntarnos cómo Reyes Calderón tiene unos conocimientos tan amplios acerca del Derecho y la vida de los Tribunales; lo explica ella misma en los agradecimientos (nunca habíamos visto agradecimientos en una novela): es hija, hermana y madre de juristas. El editor nos informa que es -o ha sido- profesora y decana en una Facultad universitaria y madre de nueve hijos. La pregunta entonces es ¿cuándo escribe? Nuevamente lo explica la autora en los así llamados agradecimientos, lo hace durante las horas de la noche. Me gustaría remitir al lector a una obra autobiográfica de Danielle Steel, Su luz Interior, en la cual también encontramos a una autora que escribe mientras vela el sueño de sus hijos.

Si el desenlace de la novela fuera sencillo ésta sería perfecta, pero no lo es; en él descubrimos que El jurado número 10 es el propio abogado-protagonista, cuya conciencia se niega a absolverle de ciertos episodios oscuros en los cuales se había visto envuelto.

Novela de entretenimiento para todos los públicos.

Imagen de Azafrán

Efrén Porcina, el protagonista, el yo narrador que nos cuenta en primera persona una experiencia profesional de muy difícil solución, marca el talante irónico que Reyes Calderón imprime a su novela, octava en su perfil como autora.
Así Reyes se suma a la tradición literaria de elegir nombres para sus personajes que indiquen al lector su posición en la trama o su importancia en el desarrollo de la obra de literatura. Está claro que para Reyes la ironía y el humor marcan la actitud. Pero no es el único nombre propio cargado de intención; también existen otros personajes como Jaramillo el Gordo (delgado y alto como un junco), compañero del antagonista del relato, el inspector Rafael Torino, alias Lupo. No me resisto a pensar en el posible juego de palabras Torino y toreado que se viene a la cabeza después de concluir la novela. Hasta ahí llega la ironía.
Las intenciones de los autores al esconder a cada personaje creado tras un nombre muchas veces quedan en el limbo de las posibilidades que se abren en el mundo de la crítica literaria. En el caso de Reyes cabe señalar el personaje de Salomé, la secretaria y la otra Salomé, la vagabunda, que terminó siendo marginada por la sociedad tras la pérdida de su trabajo. Un juego de vidas paralelas en la estela del clásico Plutarco del que se vale la autora para incitar al lector a la reflexión sobre la dignidad de la persona y el valor del trabajo.
Efrén Porcina es un joven abogado que tras obtener su título universitario entra a trabajar, sin saber la razón, en el despacho de abogados con más relumbrón de la ciudad. Precisamente el descubrimiento de esa razón supone para Efrén el paso de la inocencia de la infancia y juventud a la dureza, crueldad y falsedad del mundo de los adultos. La respuesta a ese interrogante se hace imprescindible con la muerte de su padre y el simultáneo despido. Efrén sospecha que el despido sea la consecuencia de la muerte de su padre, un bedel de un teatro. E intentará descubrir dónde está el punto de convergencia de estos dos hechos aparentemente alejados.
Tras el despido, Efrén se convierte en un autónomo y abre un despacho “Romaní y Asociados”. Y ahí aparece Salomé, su “asociados” que ejerce de cocinera, limpia el despacho, y cumple todas las funciones necesarias para el desarrollo del trabajo de poca monta: testamentos, problemas entre vecinos, despidos improcedentes…
Será la vida “alternativa” de Salomé la circunstancia que pone a Efrén en contacto con el mundo del hampa: droga, crimen, robo, y un largo etcétera.
El planteamiento de Reyes va, como en anteriores trabajos, más allá de los hechos; busca la reflexión del lector sobre la conducta del ser humano (Efrén en este caso). El lector es consciente de la vida tan dura que al ciudadano del siglo XXI le toca vivir. Convivir con la delincuencia y tratar de sobrevivir podría interpretarse como la circunstancia justificadora de un procedimiento poco respetuoso con la ley vigente o con la moral personal o profesional (según la deontología).
La lucha de Efrén por convertirse en un abogado respetable es la misma lucha del hombre o mujer que quieren vivir en paz consigo mismos y que son conscientes de que lo profesional no es más que una faceta de la vida, una vida que se debe vivir de acuerdo con criterios morales. Y entonces surge la crisis: o se suprimen los criterios morales o se actúa de acuerdo con ellos y como consecuencia se vive en paz.
Por la novela desfilan otros muchos personajes imprescindibles en la trama también elaborada que ofrece al lector una sucesión de situaciones con finales insospechados, una espiral de actuaciones conflictivas perfectamente engarzadas y que atraen al lector: imposible dejar su lectura hasta llegar al final.