El médico judío

Durante el reinado de Juan II de Castilla, un grupo de nobles y caballeros se conjuran para asesinar al Conde Luna, uno de los apoyos del monarca. También intentan asesinar a otros nobles leales. El hijo menor de uno de esos nobles se salva gracias a un médico, judío converso, al que acompañará en un sugestivo viaje a través del camino de Santiago. En el camino descubrirán el complot de la conjura y tal vez encuentren la forma de eludir el peligro.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2009 La esfera de los libros
300
978-84-9734-775-4
Valoración CDL
3
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Imagen de Azafrán

Cuando se habla de novela negra, o policíaca, se piensa en un escenario actual, con policías que investigan el crimen y descubren al culpable. Es un género que está de moda. Pedro Gargantilla hace partícipe al lector de una investigación en toda regla, a comienzos del siglo XV. En lugar de ser un policía y su compañero, los investigadores serán un médico judío, David ibn Said, y Andrés, el hijo del noble castellano don Garci Fernández Manríquez, señor de Abusco y Abia de las Torres.
El género negro facilita al lector una serie de pistas que siempre conducen a la frustración en la investigación. Parece que el criminal siempre es “el que parece más inocente”. En esta novela también hay crímenes, pero a posteriori. Justamente los dos protagonistas tratan de descubrir quiénes son los instigadores, los conjurados que se proponen atentar contra la vida de un personaje importante en la corte. Tampoco sabe el lector el motivo de la conjura y por lo tanto David y el joven Andrés no tienen ni idea de por dónde empezar la investigación.
En el siglo XV, en tiempos de Juan II, padre de Isabel la Católica, no había Internet. Los mensajes importantes se enviaban con un mensajero a caballo que siempre podía ser detenido y el mensaje caería en manos enemigas. Así que aquellos hombres sometidos a intrigas, delaciones y falsas acusaciones se las veían y deseaban para encontrar apoyos a sus causas, aún siendo las justas y en defensa de la verdad. Tal vez por eso, escondían sus mensajes en libros con tinta oculta a primera vista, en claves y jeroglíficos que se suponía, sólo los amigos, los dignos de confianza podrían descifrar.
El diálogo entre los dos investigadores, a caballo y en mula respectivamente, peregrinos de la ruta jacobea, permite al lector participar de sus descubrimientos, de sus investigaciones o de sus sospechas. Bajo el reinado de Juan II, la comunidad judía en Castilla y León, gozaba de ciertas prerrogativas y algunos sectores de la nobleza se sentían celosos, con o sin motivo. Lo cierto es que en las intrigas se buscaba que la población judía quedase malparada, resultase de alguna forma “culpable”.
Por otra parte, la cultura y la ciencia, durante toda la Edad Media, se desarrolló, prácticamente en su totalidad, dentro de los muros de abadías y monasterios. Sus amanuenses copiaron y transmitieron los conocimientos y siempre que alguien necesitaba usar de ellos, se veía obligado a acercarse a esos centros de espiritualidad, en los obviamente, había buenos y malos también.
Todo un viaje por la geografía castellano-leonesa: desde el norte de Palencia hasta El Bierzo leonés, pero además un viaje por la Edad Media con toda la información sobre los conocimientos científicos y culturales de que se disponía entonces. Igualmente el lector conocerá los utensilios y el vocabulario correspondiente, la organización social y política. En fin, el lector disfrutará con este periplo de nuestros dos protagonistas, David y Andrés. Conocerá cómo actuaban “los buenos” y cómo pretendían actuar “los malos” que eran, en suma, los conspiradores.
Puede ser una lectura interesante para los alumnos del segundo ciclo de ESO y de Bachillerato.