El mundo incierto de Vikram Lall

El abuelo de Vikram y Deepa abandonó India por Kenia para trabajar en la construcción de la red del ferrocarril. La novela se mueve con soltura entre la vida de los ciudadanos en Kenia y las transformaciones políticas postcoloniales que determinarán el futuro de los protagonistas. El autor consigue esbozar el marco histórico sin perder nunca de vista a un puñado de personajes de carne y hueso. Esta verosimilitud de los personajes centrales es la clave para comprender su evolución y reacciones, que demuestran cómo el ambiente y las circunstancias no les determinarán tanto como su propio carácter.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2006 Salamandra
445
978-84-9838-029-3
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3
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Imagen de Azafrán

La narración comienza en el año 1953. Eran tiempos felices en la infancia despreocupada de Vikram y sus amigos. Vassanji, mediante Vikram, nos estimula la fantasía con la evocación de los vivos colores, olores y sabores de aquella Kenia que, en realidad, era su única patria, puesto que el vínculo con la India estaba ya perdido. Habían pasado demasiadas generaciones desde el primer emigrante de su familia.
Luego vendría la insurrección Mau Mau y la independencia de Kenia, que obligó a los hindúes a huir, considerados colaboradores de los blancos británicos. De ahí que el país sufriese un retroceso brutal, dado que los más preparados para hacer progresar el país eran, justamente, los colonos blancos e indios. Normal, teniendo en cuenta que lo habían inventado ellos.
Vassanji no tiene ningún apego a lo políticamente correcto, por lo cual la novela plantea claramente la pregunta de si la descolonización se hizo bien y en buen momento. Al respecto, cabe señalar que la descolonización más exitosa (y con diferencia) fue la de Singapur, país con una renta per cápita actual que casi dobla la española, mientras que Kenia y Tanzania, con su corrupción generalizada y economías de corte socialista, permanecen enfangadas por debajo de los 500$ anuales.
El tema de la independencia de Kenia, aunque sustenta el relato, no es el principal. Sí lo es, en cambio, el tema de la integración. La integración y la tolerancia parece que no fueron compatibles con el grito de independencia "África para los africanos", las masacres y las injusticias traspasaron rápidamente el círculo de los europeos y de los hindúes y asiáticos para llegar a la discriminación de los diferentes grupos étnicos que conformaban el estado de Kenia.
"Vivíamos en una sociedad compartimentada; todas las noches, cada ciudadano de Nairobi salía del crisol de culturas de la ciudad y regresaba a su casa con su familia, sus creencias, su pueblo. Para los kikuyus, los luos eran los astutos y rebeldes cerebros del lago Victoria; y los masais, unos nómadas que hasta hacía poco iban desnudos. Los merus se enorgullecían de ser especiales, pues descendían de una tribu semítica nómada. Estaban los dorobos, los turkanas, los borans, los somalíes, los suajilis, y todos eran diferentes. Y también los wahindis, los arteros asiáticos que no eran verdaderamente africanos"... Pág. 319
"Si eras de la costa jamás podías abrir un pub en Nakuru; si eras luo, no podías buscar trabajo en Nyeri. Pero los asiáticos éramos especiales: teníamos la tez morena, éramos pocos, estábamos asustados y nos caricaturizaban, y podían amenazar con deportarnos como extranjeros aunque viviéramos en Kenia desde los tiempos de Vasco de Gama, incluso antes de que algunos pueblos africanos llegaran al país.
Esa aversión a todo un pueblo, esa tendencia a despreciarlo y culparlo de todas tus desgracias -ese intento de librarse de él en masa-, podía tener y de hecho tuvo otras manifestaciones en África. Idi Amin deportó de Uganda a toda su población asiática, y muchos líderes africanos aplaudieron su decisión. Ellos no sabían que de eso al genocidio de Ruanda, y posteriormente a los de otras regiones, había muy poco. Ahora, en Nakuru, la ciudad de mi infancia, son los kikuyus quienes se han convertido en los demonios explotadores indeseables, y en Internet los MuKenia Patriots juran, si no venganza, al menos defensa propia." Pág. 337
Los hindúes, llevados por los británicos a Kenia, como expertos constructores de la red de ferrocarriles, nunca llegaron a ser considerados keniatas. Dejaron, la mayor parte de ellos, sus provincias del noroeste de la india -posteriormente Pakistán- y llevaron a Kenia sus costumbres y su pureza religiosa musulmana. Muchos de ellos, con la independencia de Kenia solicitaron la nacionalidad británica. Las primeras oleadas fueron aceptados en el Reino Unido donde, al verse incrementado el número de solicitudes, se cerró la frontera dejando a muchos de ellos sin posibilidades de retornar a sus provincias de origen que en ese momento ya no pertenecían a la India, sino al Pakistán independiente; sin poder entrar en el Reino Unido y perseguidos en Kenia.

Imagen de cfuente

El recorrido vital del protagonista, de familia india, con su religión y costumbres, nos describe de una forma bastante convincente y realista una etapa histórica del África colonial y todo el proceso de independencia, con grupos de presión terroristas, corrupción política y cambio social que hunden más al país en la miseria.

Narración muy bella y convincente, donde varias culturas, incapaces de sostener una buena convivencia, se disputan el poder y en la que el autor deja abierto un debate sobre la moralidad de las actuaciones y libertad humana.

En la novela son destacables valores familiares, culturales, de amistad, se describen situaciones loables y personajes llenos de valor que llevan al grado de heroísmo sus convicciones. Se respira en la narración algo de relativismo y determinismo en parte de sus planteamientos.

Novela histórica muy convincente y realista por la cercanía de su autor a las situaciones descritas.

Imagen de Ran

Se trata de la historia de una familia india en la Kenya de la independencia. Sirviéndose de la vida cotidiana del protagonista, presenta los años anteriores a la independencia de su país, en la infancia y adolescencia, dibujando la Kenia colonial, la convivencia, cada vez más enrarecida, entre ingleses y nativos, y en medio los indios ya afincados, expectantes ante el curso de los acontecimientos.

Es, tal vez, esta primera parte de la obra la más atractiva y diáfana, poniendo de manifiesto valores morales y humanos de una generación que afronta el gran reto de convertirse en una nación independiente.

A medida que el protagonista va creciendo y se hace hombre, el autor va presentando una sociedad multinacional que ya es independiente y que hereda los modos de hacer de los británicos y, al ostentar el poder, es condescendiente con un nivel de corrupción publica que lleva al protagonista a afirmar que es incapaz de afrontar su vida desde una perspectiva moral positiva. A partir de este punto, la narración se muestra más espesa. Los valores morales y familiares desaparecen y, de modo natural, plantea la vida inmoral del protagonista, la disolución de su familia, y prácticas inmorales en el ejercicio profesional, sin apenas crítica alguna.