El nacionalismo catalán como factor de modernización

Seis trabajos del autor sobre la construcción política y cultural de Cataluña en el último siglo. Son los siguientes: 1. Contexto europeo del nacionalismo catalán de entre-siglos (1996). 2. Modernismo catalán y nacionalismo cultural (1987). 3. Un proyecto alternativo de España (1989). 4. Perfil público de Cambó (1987). 5. Catalanismo y catolicismo (1978). 6. La Institución Libre de Enseñanza y el nacionalismo catalán (1977). Van precedidos de un prólogo de Albert Manent. No estamos, por lo tanto, ante una tesis que desarrolle el título de este volumen, sino con distintos trabajos publicados por el autor a lo largo de veinte años.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1998 Quaderns Crema
236
84-7727-260-3

Coedición con los Amigos de la Residencia de Estudiantes.

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Algunas tesis recogidas en este libro son las siguientes: a) Cataluña había experimentado desde la Edad Media un proceso de "desnacionalización", que en el siglo XX se revierte hacia un movimiento de nacionalización política y cultural. b) Los partidos políticos que gobernaban España a comienzos del siglo XX no alcanzaron una implantación significativa en Cataluña y fueron sustituidos por un movimiento nacionalista de carácter transversal. Los católicos se integraron desde el principio en el movimiento catalanista. c) Cataluña se ve a si misma como una sociedad moderna frente a la vieja y atrasada España. En Barcelona surgen iniciativas asociativas y culturales que no se encuentran en Madrid. d) Una solución que ofrece el nacionalismo para integrar a Cataluña con el resto de España, es una Federación Ibérica de los pueblos, asentada sobre la línea Lisboa-Madrid-Barcelona, en la que Portugal pudiera servir de contrapeso a los impulsos centralizadores de Castilla.

Concluye el autor afirmando que "si durante el reinado de Alfonso XIII, [el nacionalismo catalán] contribuyó a hacer patente la obsolescencia del inmovilismo liberal-moderado, su influencia ha resultado decisiva en las fórmulas ensayadas desde entonces, como en la España actual, más cercana en su diseño del Estado de las autonomías a la propuesta del nacionalismo catalán, que a las fórmulas centralistas de signo liberal o autoritario" (pág.103).

Esperaba más de este libro y de su autor. Como historiador nada que reprocharle; los hechos que relata son ciertos y conocidos. Como intelectual no plantea las preguntas fundamentales: ¿Por qué?, ¿por qué no?, ¿cuáles? y ¿cómo? A saber, ¿por qué algunos catalanes sienten tal repugnancia a convivir dentro de la misma unidad política con el resto de las regiones españolas? ¿Es que no reciben nada al participar en una unidad superior? La descripción de un hecho no basta para explicarlo y menos para justificarlo. ¿Por qué otras regiones españolas con la misma personalidad histórica que Cataluña no han sentido la misma pulsión centrífuga y nacionalista? Partiendo de que la unidad es un bien, la división un mal y el pluralismo una realidad ¿cuáles son las reivindicaciones de Cataluña y cómo deberían ser atendidas desde una perspectiva cristiana, moderna y de justicia? ¿Sobre qué modelo trabajar? Estas son las preguntas fundamentales que cualquier intelectual, político o simple ciudadano debería plantearse.

Hechos recientes han demostrado que ni el nacionalismo es la panacea para Cataluña, ni España es la sociedad centralista, inmovilista y autoritaria que se pretende. Por otra parte, si, como reconoce el autor, el Estado de las autonomías se aproxima a las propuestas del nacionalismo catalán ¿a qué obedecen las posteriores reclamaciones que suelen resumirse vagamente con la expresión de "más autogobierno"? Y por último, identificar a España con Castilla o con Madrid, con el PP o con Rajoy no es más que hacer un monigote para denigrarlo a continuación. España es más que Castilla o que Madrid, y sus mejores gobernantes han procedido de la periferia, ya hayan sido andaluces, gallegos o riojanos; sólamente los nacionalistas parecen sentir repugnacia por asumir su responsabilidad en la gobernación común.

El autor parece incurrir en el mismo error en el que incurre el nacionalismo al atribuir la representación general de Cataluña a los políticos nacionalistas. Como historiador reconoce la presencia en el Principado de los radicales de Lerroux, socialistas y anarquistas, pero no saca ninguna conclusión de todo ello. Sin embargo estos movimientos políticos fueron decisivos para Cataluña y el resto de España durante la II República (Lerroux) y la Guerra Civil.