El niño que jugaba con la luna

Nacido en 1918, en el medio rural francés, Aimé fue el quinto de nueve hijos. Se ordenó sacerdote en 1949. Durante dos años frecuentó las tabernas para hablar allí de Jesucristo. A partir de 1953 se dedicó, con la autorización de sus superiores, a la canción popular religiosa y dió más de 3000 conciertos en 44 países. Alcanzó una gran popularidad pero se alcoholizó. Él lo achaca a su inseguridad personal y a la falta de comprensión de sus compañeros y superiores, aunque sus biógrafos se refieren más bien a un estilo de vida y al idealismo tan propio de los años 50 y 60. En "El niño que jugaba con la luna" Aimé relata su encuentro con Alcohólicos Anónimos y cómo esta Comunidad le rescató del alcoholismo, salvó su vida -ya había tenido varios delirios y un intento de suicidio-, hizo posible que recuperase su vocación religiosa y dió al autor nuevas ganas de vivir.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1984 Sal Terrae
176
978-84-293-0692

Original del autor 1983

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El alcoholismo siempre tiene una causa; generalmente el vacío interior de la persona, los conflictos que el sujeto no sabe como resolver. Primero como novicio y después como sacerdote Aimé se encuentra incómodo ante sus superiores, se siente juzgado y rechazado. Procedente del medio rural, su espíritu es inquieto, popular y democrático. Esto no se llevaba en los medios sacerdotales en los años cincuenta. La muleta de Aimé es el alcohol, pero éste va destruyendo paulatinamente su cuerpo y su espíritu.

La fraternidad de los Alcohólicos Anónimos, fundada en 1935, es una comunidad plenamente democrática, sin jerarquías: "Un alcohólico que habla con otro alcohólico". Conscientes de su común enfermedad se ayudan mutuamente. En ella encuentra el autor su "comunidad de los pobres de Yavhe", enfermos que junto a otros enfermos esperan de su Poder Superior la curación del cuerpo y del espíritu.

El libro es interesante para entender la sensación de una vida vacía, sin sentido, infeliz sin causa aparente, y para comprender el alcoholismo y su posible recuperación. Antes de unirse a los Alcolicos Anónimos Aimé había visitado sin resultado psiquiatras y centros de deshabituación alcohólica. También nos habla de aquellos enfermos que dicen no necesitar ayuda, porque tienen "una gran fuerza de voluntad", y terminan en un manicomio o en el cementerio.