El río del Edén

En compañía de su hijo Silvio, Daniel, recorre los parajes del Alto Tajo, lugar legendario en el que piensa esparcir las cenizas de su esposa. Son los mismos lugares en que eel hombre y la mujer, en su primera juventud, compartieron una fueete pasión amorosa. Al hijo de la cminata, el hombre recuerda su historia de amor, traición y arrepentimiento.
Narrada desde una "segunda persona" que compone a la vez un flujo de consciencia y una narración objetiva confronta los espacios naturales con ese desasosiego sentimental y moral que está en la sutancia misma del ser humano.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2012 Alfaguara
300
978-84-204-0384
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Imagen de Azafrán

La técnica narrativa de esta novela es, sin duda, su mejor contribución a la literatura. Un yo omnisciente que se dirige a un tú tras el que también se esconde el lector. Podríamos decir que nos envuelve y nos implica inexorablemente en la evolución del acontecer.
Esa "intimidad" comunicativa entre el autor y el lector propicia un lirismo que imperceptiblemente salpica al lector y provoca reacciones sintetizadas en tópicos clásicos como "locus amoenus", "beatus ille" o "tempus fugit".
El lugar exaltado por la lírica, lo sitúa Merino, en las serranías próximas al nacimiento del Tajo. No precisa más. Sí sabemos que se trata de un Edén, con su lago, a modo de ojo que contempla el universo, su cascada, su río…
Para determinar quién es el bendito aquel que disfruta de este paraje y sobre el que recae la "felicidad" en este relato deberíamos primero hacer una referencia a los protagonistas de esta historia, un padre, Daniel, y su hijo, Silvio, síndrome de down.
Ambos recorren a pie un camino hasta ese paraje idílico ya aludido. El hijo lleva a su espalda la urna con las cenizas de su madre, Tere. El padre, sostiene un diálogo con su hijo y, al mismo tiempo, un diálogo consigo mismo tratando de poner en orden sus sentimientos y sus pensamientos; tratando de entender el devenir de su vida.
El yo omnisciente, a modo de conciencia personal, explica al propio Daniel, el padre, las razones auténticas por las cuales ha ido tomando decisiones respecto a su vida con Tere, a su profesión, a su hijo, etc. El lector se convierte en el convidado de piedra que juzga igualmente el proceder de Daniel, el protagonista. Pero lo juzga con la misma benevolencia con que podría juzgarse a sí mismo porque ya el autor se ha encargado de envolverlo en la propia personalidad de Daniel, el "tú" a quien se dirige el relato.
La historia es sencilla aparentemente. Se desarrolla en el tiempo que tardan ambos, padre e hijo en llegar al paraje, visitarlo; con la llegada de la hermana de Tere, la tía Carla, el tiempo se alarga, pues el hijo síndrome de down, Silvio, se aleja y se pierde. Carla y Daniel dedican la tarde a la búsqueda de Silvio, durante la cual se ven obligados a manifestarse sus auténticos sentimientos y así el lector también conoce la relación traicionera que sostuvieron, en vida de Tere. El relato se prolonga una noche que ambos pasan juntos en el coche a la espera de la llegada de la Guardia Civil al amanecer del siguiente día.
La tensión narrativa se produce en el ámbito de los sentimientos. Unos sentimientos que determinaron las conductas de los personajes de la novela y que ahora son rememorados y analizados durante este viaje que es un viaje, en realidad, al interior de la persona.
El autor ha dibujado una pareja que considera representativa de la sociedad española del siglo XXI. Una pareja de universitarios, más tarde incluso profesora e investigador. Su situación económica queda resuelta con el nuevo status alcanzado tras sus años de estudio y sacrificio personal -Tere se traslada un año a los EEUU para redactar un tesis que la catapulte al estamento del profesorado universitario. Daniel no entiende este viaje y lo considera "una traición" justificadora de venganza: sus propias infidelidades con otras dos compañeras del trabajo.
El autor ha elegido a una mujer del siglo XXI, culta, trabajadora, sincera, leal y que cuando se decide quedarse embarazada, lo hace sin contar con su pareja. Tampoco admite ningún análisis pues no quiere pensar en la posibilidad de abortar. Y cuando tiene su bebé en brazos, un síndrome de down, se propone entregarle su vida, su tiempo, ayudarle a superar sus limitaciones.
Daniel entiende todo esto como nuevas traiciones y se aleja de Tere y de Silvio. Continúa con sus traiciones, con sus infidelidades, entre las que se cuenta Carla, su cuñada.
Los personajes de esta novela no viven precisamente en el Edén. Sienten el resquemor de no obrar bien. Tristeza. Hablan continuamente de su duplicidad, están en desacuerdo con ellos mismos. Tales comportamientos desencadenan la infelicidad de Tere, su crisis constante de nervios y el accidente que la deja tetrapléjica.
En medio de este mundo caótico de gigantes egoístas, Silvio intenta conservar la intimidad con Tere, su madre. Mantiene con las cenizas de su madre los diálogos a los que estaba acostumbrado. El lector no puede menos que amar la inocencia de Silvio, "beatus ille". Por eso nunca podrá juzgar y condenar ninguno de sus actos porque a priori ya lo considera "beatus".
La tensión narrativa de las últimas 50 páginas enfrenta al lector a un dilema: el valor de la vida del hombre. Un hombre que ya no es útil. Una tetrapléjica que no puede cuidar de su hijo síndrome de down. Y que no quiere que se invierta en ella el tiempo y el dinero que se precisaría dedicar a la educación de su hijo. En cierta manera, que quiere renunciar a su vida por facilitar la de su hijo.
Hacia la mitad del libro, el yo omnisciente da a conocer, a Daniel y al lector, que Tere quiso tener a su hijo por encima de todo y que Daniel hubiese preferido el aborto. En la sociedad actual, se entiende que un síndrome de down, es un ser humano que nace con una limitación y que no podemos actuar como nazista que seleccionan la raza. Así Daniel es reconvenido por una compañera y amante, Gisela.
Sin embargo cuando es Tere la que ve reducida su movilidad, la que sufre, el autor plantea al lector la conveniencia de facilitarle los medios para su propia destrucción.
El autor ha elegido personajes que se desenvuelven en un mundo agnóstico, carente de referencias morales ligadas al concepto Dios, autor de la creación, dueño de la vida y de la muerte. Eso sí, con una ética guiada por sus sentimientos al albur de lo que cada día consideren bueno y malo. De ahí quizás el sentimiento de caos interior y la necesidad de la soledad, de la naturaleza y su orden.
Existe una referencia literaria a Calderón y su obra de teatro La dama duende, de la que Daniel utiliza unos versos sobre el amor par reconciliarse con Tere.
Quizás el nombre del hijo, Silvio, sea una alusión al poema de Lope de Vega titulado "Silvio a una blanca corderilla suya".
Y una referencia histórica: la traición del conde don Julián, gobernador de Ceuta. El rey Rodrigo había violado a la hija del gobernador, Florinda la Cava. La venganza consistió en facilitar la entrada de Táriq, caudillo de los moriscos del norte de África. Daniel justifica sus infidelidades como venganza ante la partida de Tere a los EEUU para redactar su tesis.