En busca de la felicidad

Kate acaba de enterrar a su madre, Dorothy, y alguien se pone en contacto con ella. Es Sara Smithe, la que dice ser el gran amor en la vida de Jack Malone, padre de Kate y esposo de Dorothy, ya fallecido. En ese momento Kate se entera de la historia del matrimonio de sus padres que Dorothy nunca le había contado.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2007 RBA
731
84-8966-211-7
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Lo primero que tenemos que preguntarnos es si la novela "romántica" existe como género, si es una novela sólo para mujeres y si cabe la excelencia dentro del mismo. A la tercera pregunta hay que contestar que sí. Si la novela tiene sus propias reglas y una finalidad que es entretener y enseñar, no hay ninguna razón para que una novela "romántica" no pueda ser excelente. Sobre que el género sea o no para mujeres, estadísticamente es así, sea cual sea la causa. Douglas Kennedy ha demostrado una gran maestría en este tipo de relatos.

"En busca de la felicidad" es una novela dentro de otra, lo cual hace difícil su seguimiento y comprensión. El autor compara dos tipos de mujeres. Dorothy ha sabido siempre a lo largo de su matrimonio que Jack la compatibilizaba con otra, pero su sentimiento de culpabilidad –se casó embarazada- le ha llevado a no romper el vínculo. Sara Smithe –verdadera protagonista de la novela- es "la otra". Jack Malone fue su primer amor y a pesar de que contrajo matrimonio con Dorothy y no con ella, él ha continuado entrando y saliendo de su vida como una especie de maldición de la que ella no ha sabido librarse. Su auténtica familia en la distancia siempre ha sido la familia de Jack y sus dos hijos.

Dos personajes secundarios animan el relato: Meg, hermana de Jack, una irlandesa alegre que se lleva bien con las "dos familias" de su hermano, y Eric, hermano de Sara, un calamidad sin paliativos pero que siempre está ahí para recoger a su hermana después de los fracasos. El autor coloca a Eric delante del Comité de Actividades Antinorteamericanas del Senado de los Estados Unidos, lo cual añade dramatismo a la novela. Por más que las historias paralelas constituyan un laberinto difícil de seguir, la maestría de D. Kennedy para contarlas hace que el lector no pierda el interés a lo largo de las más de setecientas páginas que tiene la novela. El autor consigue que todos o casi todos los personajes nos resulten simpáticos.

El título es absolutamente convencional, y si en algo se relaciona con el contenido es en la dificultad de encontrar la felicidad cuando las relaciones matrimoniales no se someten a unas normas mínimas de funcionamiento y lealtad.