Historia de una monja

Gabriela Van der Male, enfermera belga, ha decidido entrar en una Congregación religiosa dedicada a cuidar enfermos. Tanto Gabriela –Sor Lucas en religión- como el lector se dan cuenta progresivamente de que la motivación profesional de la religiosa opera en detrimento de su vocación religiosa, hasta que Gabriela termina por abandonar el convento después de diez y siete años como religiosa. La novela está basada en hechos reales. La autora, Kathryn Hulme, había colaborado con el Comité para el reasentamiento de desplazados en Europa después de la Segunda Guerra Mundial; allí conoció a la enfermera Van der Male y ésta es su historia.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1960 Ediciones Éxito
360

Hay una edición de Argos-Vergara en 1963

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Lo primero que llama la atención de este relato es cómo han cambiado los tiempos. En los años cincuenta la historia de una monja católica se convirtió en un best seller en los Estados Unidos y fue llevada al cine. En España, en el año sesenta ya se habían hecho once ediciones de la misma. Hoy no sólo parece que las religiosas hubieran desaparecido de la faz de la tierra (no es así, desde luego) sino que una novela que tratara de una monja católica sería políticamente incorrecta. La novela no trata tanto de la vida de Sor Lucas como de su vocación. La religiosa tiene una fuerte personalidad para la que parecen quedar estrechas las paredes del convento. Ama a Dios, ora, se mortifica, pero su dedicación a la enfermería, ya sea en un asilo de alienadas, en un Hospital en el Congo o en un dispensario durante la Segunda Guerra Mundial, sin que ella sepa por qué, le va apartando progresivamente de las exigencias espirituales de su vocación. Las religiosas la quieren por su dedicación y su generosidad, médicos y enfermeras la admiran por su competencia, los auxiliares indígenas en el Congo la idolatran porque pone su confianza en ellos y no les trata como a “negritos”, por último los enfermos se sienten inmensamente agradecidos a sus cuidados. Sin embargo, en su interior, Sor Lucas se siente cada vez más inquieta; llega tarde a los actos de la Comunidad y desobedece las órdenes de sus superioras cuando prohíben que las religiosas colaboren con la resistencia belga frente a la ocupación alemana. Sor Lucas sabe que aquello que mueve su vida: cuidar enfermos o involucrarse en la resistencia podría hacerlo igual sin ser monja con la ventaja añadida de no tener permanentemente el alma desasosegada. Y esto es precisamente lo que hace: abandonar el convento. La vocación al seguimiento a Cristo: “Si quieres ser perfecto vende cuanto tienes, entrégaselo a los pobres, ven y sígueme” (Mt. 19,21), constituye el culmen y la parte más delicada de la vida cristiana. Hace medio siglo era frecuente entre los y las jóvenes con una formación cristiana plantearse el “problema vocacional”; hoy este parece haber desaparecido en un mar de ignorancia e indiferencia religiosa. Al terminar la novela la pregunta que se hace inevitablemente el lector es la siguiente: ¿Vale la pena emprender el seguimiento de Cristo aun cuando no se llegue hasta el final? La respuesta es que vale la pena amar alguna vez en la vida aunque el resultado no sea todo lo satisfactorio que hubiésemos deseado. Además del problema vocacional al que nos hemos referido la novela no es ni buena ni mala, se lee bien aunque deja en el lector una cierta sensación de vacío.