La casa del silencio

La casa del silencio es una larga narración que se ambienta en la época actual, en una población costera del mar Negro, donde vive la anciana matriarca Fatma en compañía de un fiel servidor enano, hijo extramatrimonial de su marido. Allí van a pasar una vacaciones veraniegas sus tres nietos: Faruk, el mayor, interesado en la historia de su país y que ha heredado de su abuelo la excesiva afición al alcohol; Metin, que anhela emigrar a Estados Unidos y la idealista y atractiva Nilgün, por la que se siente atraído un joven del lugar, mal estudiante que pertenece a un grupo radical de musulmanes e hijo de un vendedor de lotería que también comparte con el sirviente la filiación natural del que fuera marido de Fatma. Con estos personajes y el ambiente social y político de una Turquía en desarrollo económico y apertura hacia modos de vida laicos y occidentales, Oran Pamuk hace una crónica del último siglo en aquel país fronterizo entre oriente y occidente que, además, se recupera de la pérdida del imperio. La anciana Fatma, a través de sus monólogos interiores que evocan tiempos pasados y de la perspicaz crítica a las costumbres que introducen en la vida doméstica sus nietos, es el catalizador que apela a la memoria colectiva para contrastar con la modernidad.Considerado la máxima voz de la literatura turca, esta novela clásica y renovadora a la vez construye un gran fresco de la historia de Turquía y de sus acontecimientos más relevantes. Los nietos de Fatma muestran distintas manera de ver el mundo.
 

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2006 Debolsillo
378
978-84-8346-002-3

Traducción de Rafael Carpintero Ortega

2001 Metáfora
430

Traducción: Rafael Carpintero.

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Imagen de Rubito

Oran Pamuk hace una crónica del último siglo en aquel país fronterizo entre oriente y occidente que, además, se recupera de la pérdida del imperio. La anciana Fatma, a través de sus monólogos interiores que evocan tiempos pasados y de la perspicaz crítica a las costumbres que introducen en la vida doméstica sus nietos, es el catalizador que apela a la memoria colectiva para contrastar con la modernidad.

Cada uno de estos personajes son de una forma alternante los narradores en primera persona de los distintos capítulos. La casa puede que fuese silenciosa hasta llegar los jóvenes, pero en ese periodo de vacaciones se convierte en un hervidero de inquietudes juveniles, discusiones, compañerismo, alocados planes de diversión y situaciones que llegan a un culmen dramático para un final abierto. Una novela, quizá demasiado larga, que mantiene una tensión narrativa adecuada para que los personajes, reales y creíbles, en ambientes de cierto exotismo narren esta interesante historia, que al fin y al cabo tampoco es tan lejana a nuestra propia historia. (de Ángel García Prieto )

Imagen de Azafrán

Fatma, hija de comerciantes ricos de Estambul, es
entregada en matrimonio a un médico, Selâhatin,
obsesionado por demostrar empíricamente todo el saber occidental y recoger las
experiencias en una enciclopedia que promoviese el avance cultural del pueblo
turco. Selâhatin, poco a poco abandona el ejercicio
de la medicina y se centra en la elaboración de la enciclopedia. Para mantener
la casa, Fatma va vendiendo sus joyas a un judío
usurero. La postura de Selâhatin, atea, derivada de
un cientificismo extremo, lleva al Gobierno a desterrarle de Estambul. Entiende
el progreso como la aceptación del cientificismo y la negación de Dios. Su
postura le llevará al aislamiento, a la bebida y a la búsqueda de consuelo
sexual en brazos de su criada de la que tendrá dos bastardos
(Recep, enano, e Ismail,
cojo), golpeados e ultrajados por Fatma. El hijo del
matrimonio y su esposa morirán también jóvenes, a causa del exceso de bebida y
dejarán tres nietos a Fatma que vivirán en Estambul
con una tía. Recep es quien cuida y atiende a la
abuela.

 

La
historia se desarrolla en el mes de julio, cuando los tres nietos visitan a la
abuela Fatma. Cada uno trae su propio concepto de la
vida al pequeño pueblo costero del Mármara. El choque
entre el mundo de la ciudad y la tradición extremista de los “idealistas”
–terroristas que mediante la coacción y la fuerza esquilman a los comerciantes-
dará como resultado la muerte de Nigül.

 

La
soledad en la que viven los personajes (han perdido a sus seres queridos y no
aciertan a elegir pareja, son rechazados continuamente) contribuye a crear una
atmósfera de lucha personal.

 

De
fondo subyace el silogismo cientificista: “sólo lo que se puede experimentar es
real y tiene existencia. Dios es una falacia. La muerte marca la desaparición
del ser humano. El progreso de occidente se debe a la aceptación de estas
realidades.” Esta postura es defendida por el abuelo y los nietos. Todos ellos
viven una vida desolada que se empapa de la bebida como consuelo.

 

La
abuela y la nieta creen, aunque por distintos motivos. La abuela, por la fuerza
de la tradición y sufre el otro mal atribuido a la tradición: la ataraxia. No
es capaz de salir de la habitación (símbolo de progreso y apertura).

 

La
nieta cree porque sabe. Porque ha estudiado. Aunque el autor no ofrezca al
lector el argumento en el que se basa. La nieta es una activista inconformista.
Está son las contradicciones del ser humano. ¿Cómo es posible que una
inspiración religiosa, en este caso musulmana, lleve a dos mujeres a reaccionar
opuestamente?

 

En
el medio está Recep que no quiere dejar de creer para
no angustiarse con grandes planteamientos; o los “idealistas” que pretenden seguir
las tradiciones y las creencias musulmanas aunque cometan pecados y delitos
como el robo y la extorsión, incluso la agresión física y el asesinato. Creen
para demostrar su dominio. Utilizan la fe para imponerse a la sociedad que les
niega toda posibilidad de progreso, educación, ascenso social.

 

El
autor presenta pues un abanico variado de posturas ante la aceptación o la
negación de Dios. Unas de cariz filosófico, científico o simplemente vital e
incluso utilitario.

 

Encontramos
prolepsis en los tres últimos capítulos que van avanzando la muerte de class=SpellE>Nigül
mediante la experimentación de frío y temores de los
personajes.

 

El
último capítulo es una alegoría a la literatura. La abuela rememora su infancia
y su vida social en Estambul. Sus relaciones sociales y sus juegos infantiles.
Descubre que su vida se va y que no hay posibilidad de reiniciarla en busca de
otra posibilidad. Sin embargo, la literatura, el libro le han ofrecido siempre
el recurso para conseguir una segunda oportunidad. Releer un libro quiere decir
poder trascender la contingencia temporal del ser humano y la posibilidad de
profundizar en lo que no se entendió la primera vez.