La familia Gyurkovics

Se reúnen con este título dos novela: Las hermanas Gyurkovics (1893) y Los chicos Gyurkovics (1896), ambientadas en Hungría, escritas con muchos toques de humor, reflejan bien la burguesía de la época a tavés de diálogos vivos, de una sólida ambientación y de una acción viva.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2014 Palabra
430
84-9061-057-2

Edición en rústica, pero cuidada, traduccción correcta.

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Imagen de Azafrán

En la presente edición se han reunidos dos obras publicadas con tres años de diferencia, Las hermanas Gyurkovics (1893) y Los chicos Gyurkovics (1896).

Nos cuenta la historia de Ana Csákó, viuda de Sandor Gyurkovics, bebedor y jugador, quien al morir le deja siete hijas y cinco hijos y un patrimonio muy menguado de resultas de su afición por el juego.

El autor refleja la sociedad austrohúngara anterior a la primera guerra mundial, cuando todo es tranquilidad y estabilidad social y económica.

El relato elige una voz omnisciente que conoce el presente y el pasado de cada uno de los personajes, e incluso sus vivencias interiores.

El narrador omnisciente sigue las actuaciones de un tal Ference Horkay (mismo nombre del autor; el apellido comienza por la primera letra); Horkay es un amigo de la familia, pariente lejano, que ayuda a todas las hermanas a encontrar un esposo con recursos económicos suficientes para seguir manteniendo su estatus social.

Así, presenta a la hija mayor, Sarolta, un tal Zoltán Hidvéghy que terminará siendo nombrado juez de partido; a la segunda, Ilona, le presenta a Andras Gábor, un aristócrata que se siente conquistado por la familia, cuando en una visita inesperada descubre que todas las hermanas se dedican a las tareas del hogar; Katalin- la tercera se casará con el anciano Barón Radványi, coronel del ejército y hacendado mientras que su hermana Elise, la quinta, se casará con el hijo del Barón Radványi, Guido Radványi, convirtiéndose así las dos hermanas en suegra y nuera; Thèrez, conquista a Ladislao Torok, funcionario de ínfima categoría pero de padre muy rico; María, la séptima, se casará con Mihály Sandorfy, oficial del ejército.

La sexta, Clara, permanecía soltera aunque probablemente fuese la más bella y el motivo no era otro que el de haberse enamorado de Ference Horkay. Por eso rechazaba a todos los pretendientes. Finalmente se casa con Ference que acaba de heredar una fortuna.

La segunda parte del libro nos relata las peripecias de los hermanos. Los dos mayores, gemelos, Geza y Andras, viven aventuras y disputas desde su más tierna infancia. Geza, tras dos años de haber estudiado derecho, ingresa en el ejército como voluntario y es capaz de conquistar, no sólo a sus superiores –termina como teniente- sino también a la hija del Coronel, Jutka Brenóczy. Mientras tanto su hermano Andras, estudiante de agrícolas, se dedica a atender propiedades agrícolas. Andras, al enterarse de la existencia de la joven Jutka, decide visitarla para convencerla de la inoportunidad de su amor por Geza, jugador y bebedor amén de mujeriego. Andras termina por enamorarse de Jutka y la pide en matrimonio.

Geza, que había ganado inesperadamente una fortuna en una partida de cartas, se hace pasar por enfermo y obtiene un mes de permiso. Viaja a Viena a un balneario y allí coquetea con una rubia muy bella, la bella Poldi, que resulta ser la madre de Jutka. También conoce a la baronesa de la rica familia de los Janky, esposa del general Fernando Hetvicz.

En este punto, el narrador omnisciente nos relata el motivo por el que una joven de veintidós años se encuentra casada con un anciano rico y además general de los húsares.

Al parecer, la joven estaba perdidamente enamorada del hijo del administrador de sus propiedades, un intelectual, al que, al no poder casarse con él, favoreció de lejos consiguiéndole cargos de diputado de la comarca primero y otros después, hasta haber llegado a primer ministro.

Pronto la joven comprendió su error pues no podía soportar al anciano con el que se había casado así que le pidió el divorcio a lo que el general se negó. Entonces la joven esposa dio comienzo a una alocada carrera de escándalos con los que pretendía acosar al anciano y conseguir de él que se rindiese y abandonase su empeña en negarle la libertad.

Pero el general tenía demasiada influencia y ello no conseguía su propósito. En este empeño por escandalizar, la baronesa conoció a Gesa Gyurkovics, joven apuesto que bien le podía servir para un escándalo. Eso intentó: lio al joven y le pidió que se escapase con ella en tren hasta otra población. Todos sabían que el general era vengativo con los que se acercaba a su mujer. Pero a Geza le bastó su ingenio para salir airoso de tal suceso, además de granjearse la confianza del esposo general.

El relato continúa con una historia que envuelve a los tres hermanos menores. Milano, el tercero, encontrándose sin ningún dinero, mientras sus hermanos duermen la última juerga nocturna, empeña sus ropas. Todas menos un chaleco bordado tradicional. Con el dinero conseguido se dispone a jugar una partida en busca de una cantidad suficiente para desempeñar los trajes antes de que sus hermanos despierten.

Pero se encuentra con una joven que iba de viaje y que le provoca para Milano se una al viaje hasta otra población no muy lejana. Así que Milano, quien no puede negarse ante una sonrisa bonita, monta en el tren.

Al descender del tren –la joven continuaba el viaje- se encuentra con una joven también bellísima y que no es otra que la baronesa Janky, esposa del general Fernando Hetvicz, aquella que había liado a su hermano para que la raptase. Y reconociendo las facciones de los Gyorkovicz, intentó aprovechar a Milano para otro de sus escándalos familiares. Así le convenció para que aceptase hacerse pasar por un sobrino de su marido a quien hacía muchísimos años que no veían por una disputa de herencias con el padre.

Milano acepta y se ve implicado en serios problemas de los que consigue escapar gracias a la astucia, característica familiar de los Gyurkovics.

Cinco días había pasado Milano fuera de la pensión donde residía con sus hermanos y durante ese tiempo se preguntaba qué podría haber sido de ellos sin ropa y sin comida. Dado que la astucia era patrimonio común de los hermanos, sobrevivieron. Un tío obispo que tenían les envió un báculo de plata para que lo llevasen al joyero a que le hiciesen unas incrustaciones. De acuerdo con la lógica familiar, el báculo terminó en el prestamista y los dos jóvenes recuperaron sus ropas.

Poco tiempo después Milano volvió a encontrarse con la baronesa quien le pidió aún otro favor.

Pretendía dar un escándalo definitivo para obligar al general, su marido, a que le concediese el divorcio. Y ahora le interesaba más aún pues el primer ministro, su verdadero amor, había abandonado la política y ahora, ya con fortuna y libre podía casarse con ella aunque estuviese divorciada.

El escándalo consistiría en salir a escena en un teatro de Viena, escasamente vestida, para actuar en el papel protagonista de una obra cuya figura central no era precisamente una santa.

Milano llevó a cabo las negociaciones con el propietario del espectáculo y cuando todo estaba dispuesto para que la baronesa entrase en escena, se presentó el ex primer ministro y se la llevó prometiéndole hacerla su esposa.

La baronesa se lo agradeció a Milano de forma generosa. En las elecciones a diputados del año siguiente Milano se convirtió en diputado por el departamento donde estaban ubicadas las propiedades de la baronesa.

Los otros dos hermanos consiguen el ascenso social gracias a Milano.

Aunque las hijas terminaron todas bien situadas y casadas, de los hijos solo conocimos a Andras casado y feliz en el matrimonio. Quizás eran demasiado jóvenes según el parecer de la madre de Gyurkovics.

El relato es una continua sucesión de ironías y sarcasmos. Es una crítica sutil a la sociedad de su momento. En algunos episodios es imposible no reírse en voz alta.