La joven de azul jacinto

Se sabe que algunas obras de Jan Vermeer, el famoso pintor holandés del siglo XVII, se extraviaron para siempre en los meandros de la historia. Escogiendo uno de estos cuadros perdidos como pieza central de la narración, la autora traza un itinerario desde el presente hasta el momento en que Vermeer concibió el óleo, que se convierte así en testigo directo de las historias de sus sucesivos propietarios. Desde un misterioso profesor de matemáticas que se niega a revelar cómo llegó a sus manos ese Vermeer de cuya autenticidad está convencido, pasando por un soldado alemán que, al ocupar la casa de una familia judía deportada, decide arriesgarse a no declarar a las autoridades esa pintura que tanto le fascina, cada capítulo nos introduce en mundos diferentes, a veces enternecedores, otras veces turbulentos, por los cuales el cuadro transita con el carácter intemporal propio del arte, emanando esa sensación de inmortalidad, permanencia y solidez que tanto sosiego y felicidad procura a las personas capaces de apreciarlo. Así como las pinturas de Vermeer parecen iluminar los instantes más preciosos de los personajes que aparecen en ellas, las páginas de esta novela reflejan los momentos más singulares e inolvidables en las vidas de unos seres transformados por el poder seductor de la belleza. Publicada en 1999 por la prestigiosa editorial independiente MacMurray & Beck, La joven de azul jacinto fue finalista del premio Book Sense y elegida uno de los mejores libros del año por Publisher’s Weekly. Desde entonces, el libro ha figurado ininterrumpidamente en las listas de libros más vendidos de Norteamérica.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2003 Quinteto
216
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3
Valoración Socios
3.5
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Imagen de Azafrán

Susan Vreeland, a través de ocho relatos, nos desvela los motivos personales que llevaron, a lo largo de la historia, a conservar o a deshacerse de una pintura que podría muy bien atribuirse a Vermeer. Poco a poco, el lector llega descubrir los distintos elementos que componen la pintura:

“Mira su ojo. Es como una perla. Las perlas eran los objetos predilectos de Vermeer. Advierte la melancolía de su expresión, y esa luz de Delft[1] que entra por la ventana y se le derrama por la frente… Contempla la gracia de esta mano en reposo, con la palma vuelta hacia arriba; observa como ha conseguido plasmar el instante en esa mano.

En el ángulo superior izquierdo tiene la misma ventana abierta hacia dentro que Vermeer usaba a menudo; el mismo haz de pálida luz amarilla. Echa un vistazo a las figuras del tapiz que hay sobre la mesa: las mismas que en otros nueve cuadros suyos. La misma silla de estilo español con la misma cabeza de león y los mismos ornamentos tallados que aparecen igualmente.

Susan Veerland narra la historia de una supuesta obra del pintor holandés Jan Vermeer. La historia comienza con la vida de su último propietario, Cornelius.

 

1.- HARTO DE AMOR

Cornelius, un profesor de matemáticas y animador de un club de ajedrez, intentaba vivir en un modo que pasase desapercibido. La muerte de un compañero del instituto para chicos en el que trabajaba provocó que Cornelius se abriese con otro compañero y le confiase que poseía un tesoro: un cuadro pintado por Jan Vermeer: “- Mira su ojo. Es como una perla azul”.[2]

El compañero que recibió su confidencia, especialista en arte, tras ver el cuadro, se interesa por conocer dónde y cómo se había hecho con aquel cuadro. Pero Cornelius evita responder, aunque ofrece toda una serie de detalles que demuestran que podría muy bien ser una obra de Vreemer. Más tarde, toda esta conversación lleva a Cornelius a rememorar su infancia cerca de Dusseldorf y las atenciones recibidas de Otto Engelbrecht, su padre: sus visitas al zoo, el aprendizaje del ajedrez, sus visitas a museos y las pertinentes explicaciones sobre las obras de pintores holandeses… Y después su viaje a EEUU.

  • “Si te preguntan en la escuela, di que somos suizos y no des más explicaciones”.[3]

Otto Engelbrecht había sido teniente y participó en la captura de judíos en un barrio del sur de Ámsterdam, el Jueves Negro, 6 de agosto de 1942. Cornelius recordaba algunos episodios familiares como la confesión que, tras haber ganado una partida de ajedrez a su hermano Friederich, Otto le habló del cuadro y de un camión que recorría las calles para recoger las pertenencias de los judíos requisados para el Füher. Un día, Cornelius interrogó a su padre sobre lo que hacía en Ámsterdam, en qué consistió su trabajo y comprendió horrorizado. Otto sufrió un infarto en su ancianidad y murió pobremente. No podía vender el cuadro pues los expertos en arte le descubrirían y podría haber sido detenido y deportado por haber colaborado con el Reichstag. Cornelius le atendió en sus últimas horas: “Cornelius tuvo la impresión de que su padre era como una serpiente retorciéndose en plena muda, y que hacía un patético esfuerzo por quitarse de encima la piel de sus pecados, antes del instante final, en un intento de dejar al descubierto una capa de inocencia salvadora.”[4] Cornelius no pudo perdonar el crimen de su padre y la angustia que el cuadro le producía se mezclaba con el placer por la belleza de la obra. Sentía la necesidad de hacer partícipe a alguien de su secreto y por eso escogió a su compañero, Richard, experto en arte. Pero Richard tampoco pudo disculpar a Otto ni perdonar a Cornelius el hecho de haber sacrificado toda su vida por guardar el secreto del cuadro.

 

2.- UNA NOCHE DIFERENTE A TODAS LAS DEMÁS

Una familia de judíos afincada en Ámsterdam se dispone a celebrar la Pascua. Se trata de comerciantes de diamantes que, mediante palomos, traen la mercancía de Amberes, de casa de otra familia judía. “Habían pasado ya ocho meses desde la promulgación del decreto de 1940 que prohibía a los judíos de Ámsterdam criar palomas. Así envían por última vez a los palomos de su amigo en Amberes pidiéndole que sacrifique a sus palomos en lugar de dejarlos partir de vuelta. Pero el mensaje llega demasiado tarde y cuando Hanaah regresa del colegio ve a los cuatro palomos intentando entrar en la buhardilla de su casa.

Hanaah, de casi once años, reacciona como una adolescente. Se encierra en sí misma y manifiesta apatía y desinterés por todo. Su padre la lleva a una subasta de cuadros –con el dinero de la subasta se auxilia a los judíos que pasan por mal momento- y compra el cuadro que ella elige: La joven de azul jacinto. Se siente identificada con el ensimismamiento de la joven retratada.

La historia relata el paso de la infancia al mundo de los adultos. Mientras el hermano, Tobias, mantiene un mundo de fantasías, ella decide ayudar a la tarea que para su padre resulta costosísima: dar muerte a los palomos.

“Hanaah entendió por qué aquella noche iba a ser diferente de todas las demás. La vida real acababa de empezar”.[5]

 

3.- ADAGIA

Digna y su marido meditan sobre lo que podrían regalar a su única hija con motivo de su boda. Digna propone a su marido regalarle el cuadro de La joven que está cosiendo, pero él se resiste y confiesa a su mujer que no fue sólo un regalo para ella. La joven del cuadro le recuerda a una joven de la que fue amigo en su juventud y a la que dejó esperanto en la estación. No sabe si echa de menos a la joven, si se trata de un problema de memoria o de imaginación.

Digna, propone regalar a su hija un adagio bordado. Escoge uno de la obra Adagia de Erasmus, “No recuerdes lo malo”.

Y propone a su marido, como hizo el emperador Tiburcio, un decreto que prohíba hablar sobre el pasado y pensar en el pasado también. Esta decisión provoca más amor en el marido.

 

4.- AZUL JACINTO

Este relato hace referencia al periodo durante el cual Holanda perteneció al Imperio de Napoleón (1806-1813). La esposa de un alto funcionario del Imperio, Gérard, no se siente afortunada con el nuevo destino de su marido, recaudador de impuestos para el Emperador en Holanda. Además, no ha conseguido concebir un hijo que le hiciese más distraída la estancia. Su esposo, Gérard para compensarla le regala un cuadro del pintor Jan van de Meer, de Delft, subastado en Amsterdam hace más de cien años, según consta en el certificado.

A ella le gusta la joven representada en el cuadro. Una baronesa de Orange le da consejos sobre cómo sobrellevar su insatisfacción, invitando músicos a su residencia y permitiendo a alguno de ellos algún tipo de intimidad. Así lo hizo la esposa de Gérard. Organizó un concierto y después pidió a uno de los músicos que la acompañase a ver el cuadro mencionado anteriormente. La salita estaba completamente a oscuras y ambos aprovecharon para intercambiar caricias y besos. De pronto, la señora francesa percibió que había alguien más en la habitación. Encendió una vela y descubrió a su marido entretenido con la baronesa de Orange. Manifiesta su infidelidad, ella decidió aprovechar la oportunidad para regresar a París. Ante la imposibilidad de afrontar los gastos de viaje, vendió el cuadro con gran pesar. Pero lo vendió sin papeles y condenó a la obra de arte a la ilegitimidad.

 

5.- LUZ MATUTINA

Una familia de granjeros consigue sobreponerse a una inundación por la rotura de un dique en Holanda. reponerse a una inundación por la rotura de un dique en Holanda. En los momentos más difíciles de la inundación, en su barcaza aparece un cuadro de Jan van der Meer, conocido como Vermeer, el pintor de Delft, un bebé recién nacido y un sobre con la documentación del cuadro.

Luz matutina es el nombre que la granjera le dio al cuadro.

A pesar de la situación económica la esposa decidió quedarse al pequeño y criarlo junto a sus dos hijos de cuatro y cinco años. También le hubiera gustado quedarse el cuadro pues disfrutaba con la belleza de los objetos y de la joven pintados. Lo intentó. Pasó todo el invierno y cuando los alimentos se hubieron agotado, no tuvo más remedio que ir a Amsterdam y venderlo a un anticuario que disfrutaba igualmente con la visión del cuadro. Una pequeña fortuna que les permitiría afrontar el futuro. Una tragedia personal que marcaría la desavenencia en el matrimonio.

 

6.- DE LOS DOCUMENTOS PERSONALES DE ADRIAAN KUYPERS

En el siguiente relato, el lector conoce a los padres del bebé y descubre el origen del cuadro de Vermeer.

Un estudiante universitario se desplaza hasta una población próxima a un dique porque quería poner en práctica todo lo que había aprendido sobre maquinarias de diques y molinos extractores de agua. Además en aquella población vivía una tía suya que podría darle acomodo mientras realizaba esas prácticas. Al llegar a aquella población se encontró a una joven muy bella aprisionada en el cepo. No era el primer castigo público que sufría por su rebeldía. Se trataba de una huérfana que había acogido su tía, más por sentido de culpa de sus propios pecados que por caridad.

Lo cierto es que ambos jóvenes intiman y ella queda embarazada. Da a luz a una niña con labio leporino y a un bebé precioso. El joven padre le ayuda en todo lo que puede. La joven decide matar a la niña para ahorrarle las burlas que sufriría durante toda su vida y la entierra con sus manos. La lluvia se encarga de destapar el homicidio y es condenada a la horca.

La tía del joven le da el cuadro y los papeles que certificaban su autoría para que lo venda y se lleve al niño de allí.

 

7.- NATURALEZA MUERTA

Este relato nos presenta la vida cotidiana de del pintor Vermeer. Con una familia muy numerosa a la que alimentar, la tentación de renunciar al arte y convertirse en artesano es cada vez más acuciante.

En medio de todas esas dificultades le llega la inspiración al contemplar la mirada de una de sus hijas. Le pide que se siente y mire a la ventana.

 

8.- LA MIRADA DE MAGDALENA

Magdalena es la segunda hija del pintor Vermeer. Ella siente un impulso vital que le hace desear pintar como su padre. Le gustaría que le enseñase. Pero cuando prepara los colores lo hace en una buhardilla a la que tienen prohibida la entrada los hijos del pintor. Ella es capaz de descubrir escenas que compondrían cuadros especialmente bellos, pero cuando lo comenta en casa, su madre le pide que ayude en las tareas del hogar. Sabe que nunca podrá pintar porque es mujer.

Al morir su padre, le lleva un par de cuadros, en los que ella fue retratada, al panadero para pagar la deuda de dos años de pan para la familia del pintor.

Andando los años, después de vivir casada con un curtidor de cuero, se entera que una casa de subastas sacaría a la venta una serie de cuadros entre los que había varios pintados por su padre y entre ellos uno en el que aparecía retratada de joven. Acude a la subasta con todos sus ahorros deseando poder hacerse con él. Pero lo adquirió un matrimonio que parecía llevarse muy bien.

 

[1] Ciudad de Holanda, a mitad de camino entre Rótterdam y La Haya, cuna del pintor Vermeer; se trata del autor del cuadro titulado “La joven de azul jacinto”

[2] Página 15

[3] Página 24

[4] Página 31

[5] Página 61

Imagen de raranega

Por la sinopsis del libro, me esperaba más. La idea de la trama es buena: recorrer hacia atrás el tiempo, teniendo como punto en común las personas que han poseido ese cuadro. Pero, en mi opinión, es un poco flojo.

Imagen de cdl

La obra traza un itinerario desde el presente hasta el siglo XVII, cuando Vermeer pintó un cuadro que se convierte en testigo de las vidas de sus sucesivos propietarios. Cada capítulo se trata de modo diferente: unos con humor chispeante y otros turbulentos, unos con ritmo pausado y otros más descriptivos. En todos los casos, la autora se esmera en la descripción de las características pictóricas del cuadro y consigue un texto de gran belleza