La sonrisa etrusca

UN VIEJO PARTISANO CALABRES LLEGA A CASA DE SUS HIJOS EN MILAN PARA SOMETERSE A UNA REVISION MEDICA. LA SOCIEDAD URBANA Y CAMPESINA DESCUBRE ALLI A SU ULTIMO AMOR: SU NIETO, QUE SE LLAMA BRUNO, COMO A EL LE LLAMARON SUS CAMARADAS PARTISANOS. ES LA HISTORIA DE AMOR ENTRE UN VIEJO Y UN NIÑO QUE TRANSFORMA LOS ULTIMOS DIAS DEL ABUELO Y QUE MARCARÁ LA VIDA DEL NIÑO.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2003 Nuevas ediciones de bolsillo
0
1995 Alfaguara
347

Edición especial conmemorativa del 10º aniversario de la primera edición. Cuadragesimosegunda edición.

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Imagen de Azafrán

El personaje central, Salvatore Roncone, enfermo de cáncer de próstata y con un pronóstico fatal, pasa los meses últimos en casa de su hijo Renato -un apartamento en Milán. Roncone es de Calabria, región del sur bañada por el mar Jónico. Este traslado es la disculpa para ahondar en las diferencias que existen entre el norte y el sur de Italia.
Los habitantes sureños son primitivos, auténticos, en contraste con el norte, donde campa la sofisticación, la cultura y la frialdad en la manifestación de los sentimientos.
El personaje antagónico de Salvatore Roncone es su nuera Andrea –que por cierto, en italiano es nombre de varón-. Andrea, mujer enjuta, culta y sofisticada, se antoja, al entender de su suegro, mujer fría, madre dominadora y rígida. Salvatore hace suyo el sufrimiento de su nieto de apenas un año y que se ve confinado a la soledad de su habitación durante las noches, por decisión de sus padres. El abuelo identifica ese confinamiento, la soledad de su nieto, con la situación de aislamiento que como partisano tuvo que vivir, en lo alto de las montañas, durante la segunda guerra mundial, en contra de los alemanes y fascistas de Musolini.
Por otro lado, la enfermedad que lo aflige le condiciona, le arrastra a la compasión, a sentir su sensibilidad a flor de piel. Durante toda la novela, el lector asiste a la entrega solícita y afectuosa del abuelo quien cada noche entra en la habitación del niño para acompañarle, darle seguridad en la oscuridad y recibir las caricias de sus manitas.
Descubrimos al personaje central a través de las relaciones que Salvatore Roncone, de nombre partisano Bruno, mantiene con los personajes que le rodean además de con su hijo Renato y su nuera Andrea, con las sirvientas de la casa, la tendera, el doctor, el profesor universitario Buoncontini y el alumno Valerio Ferlini, y sobre todo, con Hortensia, de Amalfi, en la Campania napolitana bañada por el mar Tirreno.
La novela comienza con una visita a un mueso para contemplar el sarcófago de los esposos, de arte etrusco. Salvatore reflexiona sobre la sonrisa de esos personajes imagen del buen entendimiento y de la felicidad del amor maduro. Termina con la sonrisa que se dibuja en su rostro tas haber escuchado por primera vez a su nieto decir nonno, abuelo, mientras sufría un infarto.
Entrelazada con esta sensibilidad del abuelo con el nieto va la relación de Salvatore con Hortensia, un amor de la edad madura, de hecho tan solo pueden mantener una relación amistosa, intercambio de sensibilidades, más que carnal.
El lector termina por enamorarse de la impronta de Salvatore Roncone porque es la de un hombre de una pieza, coherente y sincero, trabajador y cariñoso.
Sampedro ha querido que su personaje sea también descreído e anticlerical, de tal modo, que enamorándose sus lectores de Bruno o de Salvatore y dejando tan buen sabor de boca esa personalidad se nos meta también en el interior la ideología a la que ese tipo de personas sirven. Y que se nos haga natural y buena la manera de entender la vida de un anticlerical, de un materialista.
“-Aquellos sí que eran dioses y no éste de los curas, que no se le ve la enjundia por ningún lado…
-Algo así como esos milagros que cuentan los curas y que nadie ha visto, porque sólo se hacían en otros tiempos.” Páginas, 253-254
Sostiene como algo habitual y natural las relaciones sexuales de los jóvenes pastores con el ganado: -“porque hay muy pocos capruomos…” pág. 255
La relación amorosa, libre del lazo matrimonial, con Hortensia se presenta al lector como cosas perfectamente naturales:
“-Ella no necesitaba la boda, siendo ya lo que son” Pág. 314
El odio a muerte al rico del pueblo, Cantanotte, enfermo también y a quien desea ver muerto, también es presentado como un sentimiento noble incluso, pues se justifican sus revanchas y rencillas constantemente.
Deja la novela en la memoria del lector un sabor agridulce: un hombre con una personalidad marcada enamorado de su nieto y de Hortensia que no encaja en el Milán de la elegancia y la sofisticación. Para ello se pasan por alto amores voluptuosos, asesinatos, et. Todo está justificado delante del telón de la guerra. Belleza a remojo en el relativismo y el hedonismo.

Imagen de aly

LA LEI HACE MUCHOS AÑOS Y NO LA HE OLVIDADO. UNA HERMOSA NOVELA, LLENA DE TERNURA, EN LA QUE SE VIVE LA RELACION DE AMOR ENTRE UN ABUELO Y SU NIETO.