La vida regalada

Son cinco. Íntimas amigas, tan unidas como los dedos de una mano. Ángela, Flora, Hilda, Paloma y Cristal. Todos los días se hablan, casi todos se ven y los Miércoles meriendan siempre juntas. Se ayudan, se acompañan, ríen, divierten... y alegran sus vidas. Conocimos al quinteto y a otros personajes de esta novela en la anterior de la misma autora -Pedir la Luna- y la actual nos llevará a conocer caras nuevas que van a tener gran importancia en la vida de los mismos y de alguno más. Se ha dicho de los Cuentos y Novelas de Blanca García-Valdecasas, que lo de menos es el argumento. A ella, todo lo que la vida le ofrece le sugiere un relato, largo o corto. Una conversación con amigos, un suceso visto en un diario, unas palabras oídas andando por la calle... A veces, dice, lo tiene que escribir aunque sólo sea para quitárselo de encima. Lo realmente importante es su intuición de los sentimientos humanos, el amor, la comprensión y la delicadeza con que trata a las personas de todo tipo que salen en sus obras. Y, desde luego, la perfección de su estilo, el ritmo y la riqueza de su lenguaje que, siendo sencillo, al alcance de todos, es tan hermoso que a veces uno se encuentra leyendo párrafos en alta voz, como ocurre con la poesía.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2018 Biblioteca Online
264
978-84-17539-05
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3
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Imagen de José Ignacio Peláez Albendea

Segunda entrega de la Trilogía del Tercer Milenio de Blanca García-Valdecasas. Ambientada, como la anterior, en ambientes acomodados de los barrios de Salamanca y Chamberí de Madrid, la acción gira alrededor de un eje: la merienda y tertulia semanal de cinco amigas. Novela coral, en la que se cruzan las vidas de unas y otras, sus hijas e hijos, parientes, bodas, muertes, funerales, celebraciones, accidentes domésticos…

La mirada de la escritora es de afecto hacia sus personajes, sin eludir también las críticas y el señalamiento de caracteres y conductas egoístas o inapropiadas. Pero predomina una mirada amable y positiva, que hace de la novela una lectura grata y fluida.

Por el fondo, transcurre una visión cristiana asumida y serena: personajes que rezan; personas que confían en Dios y le tratan… sin faltar tampoco otros que no lo hacen.

El estilo es natural y la historia avanza con los diálogos de los personajes, como le gusta a la autora, que escribe –según confesión propia- pronunciando en alto esos diálogos, para escucharlos ella también y comprobar si han de ser así.

Hay un amor a la naturaleza reflejado en las numerosas especies de flores que salen citadas en la novela. Y un “pondus” en la escritora de la gran cultura literaria, musical y plástica, que se manifiesta en las citas de autores reconocidos, muy bien traídas a cuento al filo de la acción.

En resumen, una novela muy hermosa de la vida ordinaria, de los avatares y peripecias de varias familias de Madrid.