Lejos de Toledo

A través de los ojos de Albert Cohen, búlgaro exiliado en Israel, Angel Wagenstein resucita el mundo de su infancia en Plóvdiv, una de las ciudades más bonitas y cosmopolitas de los Balcanes. Cohen regresa por unos días a Bulgaria para un congreso y el reencuentro con su ciudad natal y con sus gentes, a las que lleva años sin ver, le hace rememorar un mundo desaparecido. El recuerdo más intenso es el de su abuelo, el inolvidable Abraham el Borrachón —maestro hojalatero, fabulador genial y testigo del final de una época—, cuya figura le permitirá revivir algunos de los episodios más importantes de su infancia.
Sin embargo, su ensoñación se verá interrumpida por algunos ineludibles reclamos del presente: un oscuro intento de especulación inmobiliaria, el encuentro con un antiguo amor o el conflicto de Oriente Próximo.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2010 Libros del Asteroide
336
978-84-92663-13-2

Traducción de Venceslav Nikólov

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Berto Cohen, narrador de esta historia, reside en la ciudad búlgara de Plóvdiv y pertenece a una familia de judíos sefarditas originarios de Toledo. Sus padres han muerto durante la Segunda Guerra Mundial y él se ha criado con sus abuelos Abraham y Mazal. En el barrio de Ortà Mezàr ("Cementerio del medio") encontraremos a las diferentes razas que habían formado parte del viejo Imperio Otomano: Búlgaros, turcos, armenios, albaneses, gitanos, judíos y hasta el fotógrafo griego Kostas Papadopoulos. El autor afirma que la convivencia de razas y religiones había sido perfecta hasta la Guerra Mundial. Después el régimen comunista terminó de deshacer lo que había sobrevivido al fascismo. Los gitanos son reinstalados en una ciudad lejana, los turcos abandonan la ciudad el día en que se asigna su viejo cementerio a un koljoz para que lo emplee como tierra de labor, los armenios son declarados "enemigos de clase" y sometidos a "reeducación política" y los judíos son autorizados a emigrar a Israel. Décadas después Berto Cohen vuelve a Plóvdiv desde Israel para participar en un Congreso. Allí encontrará a su amiga y enamorada de infancia, la armenia Arxi Vartanian, y surge la pregunta: ¿Qué hubiera sido de nosotros si los acontecimientos hubieran discurrido de otra forma?; y aparece la tentación de recuperar el tiempo perdido. Después de décadas de silencio en el Este de Europa empiezan a contarse historias. Es mucho el tiempo transcurrido y las personas han seguido viviendo. Lo mejor del relato son sus personajes, singularmente el Borrachón y sus amigos: El mulá islámico, el pope ortodoxo, el rabino, el jefe gitano Manú y la viuda turca Zülfiye, que hace expansionarse el corazón de Abraham Alcalay. La novela comienza con humor pero va evolucionando hacia la desesperanza. Y es que la vida no tiene marcha atrás y las ocasiones perdidas no se recuperan por el mero hecho de volver al lugar donde uno había sido feliz. La presencia del fotógrafo Kostas Papadopoulos es un elemento vertebrador de la novela y su muerte el símbolo de la desaparición de una época. La prosa de Wagenstein es vivaz y uno de sus atractivos los capítulos cortos. Un defecto es incluir demasiados hechos y personajes que luego se desarrollan insuficientemente. La obra, a caballo entre novela y autobiografía, posibilita esos excesos.

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El autor rememora en estas páginas el mundo de su infancia en Plóvdiv, una de las ciudades más hermosas y cosmopolitas de los Balcanes. El protagonista rememora un mundo desaparecido en el que culturas, religiones y razas convivieron en armonía hasta la llegada del comunismo.