Luz perdida

El detective Harry Bosch, que fue como una rata de túnel en Vietnam, perteneció casi tres décadas al cuerpo de Policía de Los Angeles en la sección de Homicidios. Ahora, insatisfecho y decepcionado por el funcionamiento del cuerpo y porque su vocación nunca fue esa, ha dejado su placa a los cincuenta y dos años. Sin embargo esto no significa que no quiera seguir investigando; más bien al contrario, así que reabre aquellos casos que no pudo resolver en su etapa en Homicidios de la Policía.
El primero que acomete es el de Angella Benton, una joven empleada en unos estudio de cine que fue asesinada varios días después de que se produjera un robo de dos millones de dólares en esos mismos estudios y que iban a ser utilizados para el rodaje de la próxima película, lo que le hace sospechar que puede haber alguna relación entre ambos sucesos. El implacable investigador retoma el caso donde lo dejó inconcluso .
En su vida de investigador privado sigue siendo un ser solitario que le gusta ir por libre (como policía desconfiaba de sus jefes, de los periodistas, del FBI) y él no podía ser de otra forma; a veces moviéndose en el filo de la navaja, casi entrando en el terreno de lo no correcto. Su vida privada es tan solitaria como la profesional: un matrimonio frustrado y el recuerdo de su ex mujer Eleonor sigue presente en su soledad, tanto que decide ir a verla a Las Vegas.