Meditar con el Arte

Una serie de obras maestras de la pintura inducen a la autora a reflexiones de índole sobrenatural, aunque no tengan en sí mismas sentido religioso. El texto que glosa cada reproducción constituye una sencilla meditación, basada en lo que ésta sugiere trasladada a un sentido cristiano de la vida. Pone de manifiesto el valor espiritual del arte, tal como siempre ha destacado el cristianismo.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2006 Styria
222
978-84-96626-23-2
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3
Average: 3 (1 vote)
Interpretación
  • No Recomendable
  • 1
  • En blanco
  • 2
  • Recomendable
  • 3
  • Muy Recomendable
  • 4

1 valoraciones

Género: 

Comentarios

Imagen de wonderland

Desde el silencio de la clausura sor Isabel nos propone un ejercicio saludable, abrir la mente a la contemplación de una obra de arte para ver la belleza como un reflejo de una belleza superior que es Dios.

Clarisa franciscana, demuestra un gran sentido vital, una felicidad que le permite aproximarse al arte, sin prisas, sin prejuicios, sólo con los ojos del cuerpo y del alma.

Medita sobre el arte y medita desde la obra de arte. Son meditaciones cristianas inspiradas en obras de arte de todos los tiempos. Desde la imagen estrictamente religiosa hasta la obra alegórica, el paisaje holandés, el realismo pictórico del siglo XIX, y las vanguardias.

Es un repaso a la historia del arte desde la Edad Media, con obras sugerentes de Berruguete, Miguel Ángel, Mary Cassatt, Corot, Dalí y Degas; con anunciaciones delicadas de Fra Angélico y Fra Filippo Lippi, pasando por obras como “la vida y la muerte” de Gustav Klimt, el “Ángelus” de Millet, “la mujer con sombrilla” de Monet, “la niña enferma” de Munch, “la joven de la perla” de Vermeer, un bodegón de Zurbarán o “los desposorios de la Virgen” del Perugino, sin olvidar a Renoir, Rafael, Leonardo o Velázquez.

Es el espíritu de San Francisco, tal como consta en las Constituciones Generales de la Regla de Santa Clara, “contemplar en las criaturas la sabiduría, el poder y la bondad del Creador”.

Cada obra es una breve reflexión sobre cosas que pasan, sobre valores y actitudes, y cada obra se comenta en clave actual, entresacando conclusiones prácticas para encarar positivamente el mundo que nos ha tocado vivir.

Termina cada comentario con una oración, para elevar el alma por encima de las cosas terrenas. Cada reflexión nos invita a profundizar más en el misterio de la vida, del dolor, de la muerte, y sobre todo, de la esperanza en una trascendencia plena. De la experiencia personal aparece el sentido del misterio, y del misterio, el ansia de contemplar, porque como dice sor Isabel, “la vélelas es la armonía”, y ante esa belleza sólo se siente contemplación y gratitud.

Este libro es un remanso de paz en un mundo trepidante. Es un alto en el camino para interiorizar sentimientos y conocimientos, porque la verdadera felicidad “es el gozo en la serenidad y en la paz”. Es un acompañar, estar con alguien, para la autora, se trata de “un diálogo de amor”. Por eso importa “ver” un rostro, unas manos, como símbolo de una entrega permanente.

Este es el sentido de este libro, bello por sus obras y bello por su contenido. Una obra necesaria para conseguir la paz interior y para acercarnos, desde el silencio, al artista y su obra.