Memorias (Andrei Sajarov)

Vastísimas memorias del disidente y físico nuclear ruso. En 1975 recibió el Premio Nobel de la Paz por su defensa de los derechos humanos en la URSS. De 1980 a 1986 permaneció confinado en la ciudad de Gorki. Al producirse la perestroika de Gorbachov abandonó su confinamiento y fue elegido Diputado. Falleció en ese mismo año 1989.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1991 Plaza & Janés
995
9788478630240
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Las Memorias se dividen en dos partes. La primera comprende su infancia, juventud y trabajo científico. Sajarov fue físico nuclear y trabajó en la bomba de hidrógeno soviética. La segunda parte recoge su activismo a favor de los derechos humanos en la URSS y las consiguientes dificultades con el régimen. Sajarov no es un tipo excepcional sino un hombre en un momento histórico. En otro país, en otras circunstancias no hubiera sido conocido fuera de un círculo científico muy reducido, pero en la situación de declive de la Unión Soviética (que nadie podía adivinar) fue un hombre dispuesto a reflexionar con honradez sobre lo que veía y a decir en voz alta lo que muchos pensaban. Sacrificó un estatus privilegiado, su comodidad y la de su familia para actuar en conciencia. Su trabajo en la física nuclear le había permitido pensar sobre cuestiones como la contaminación radioactiva y también sobre los temas favoritos de la propaganda soviética: la guerra nuclear, la distensión mundial y la paz. Puso por escrito sus pensamientos en libros como Mi país y el mundo (1975) o El peligro de una guerra termonuclear (1983). A lo largo de su vida realizó varias huelgas de hambre. En 1975 recibió el Premio Nobel de la Paz por su defensa de los derechos humanos. En 1980 se produce su confinamiento en Gorki y el deterioro de su salud y la de su esposa, Elena Bonner. En 1986 Gorbachov le permitió abandonar Gorki y en 1989 fue elegido Diputado. Sajarov fue mejor comprendido en Occidente que su contemporáneo, también disidente y Premio Nobel, Solzhenitsyn. Son dos figuras muy atractivas pero también muy distintas. Como científico nuclear Sajarov había vivido toda su vida en un círculo privilegiado dentro de la Unión Soviética, Solzhenitsin, por el contrario, provenía de los campos de concentración y no se fiaba de nadie. Solzhenitsyn cuenta como todos se aprovechaban de Sajarov, poniéndole delante reivindicaciones para firmar y dejando después que él cargase con las consecuencias. En resumen, un hombre bueno del cual es de suponer que Rusia guarde un gran recuerdo. El inconveniente de las Memorias está en su extensión excesiva; bien sea porque el autor se detiene demasiado en explicar sus trabajos científicos o porque pretende ser minucioso, casi cronológico, al relatar su labor militante.