Ostende

Ostende, verano de 1936. Stefan Zweig se dispone a pasar el verano en este balneario belga junto a su amante Lotte Altmann y su máquina de escribir. Se les une su amigo Joseph Roth, también dispuesto a escribir y a eludir la prohibición local de bebidas de alta graduación alcohólica. Mantienen una amistad que se proyecta en sus obras literarias: se corrigen mutuamente sus escritos, se dan consejos, se ayudan..., discuten. Roth se va a enamorar por última vez, de Irmgard Keun, una escritora obsesionada por irse de su país, en el que se queman libros. Si es peculiar la amistad entre dos personalidades tan diferentes como el metódico y acomodado Zweig y el bebedor Roth, no menos sorprendente es el amor enternecedor entre éste y la joven apasionada Keun.
Llegan a Ostende otros escritores austriacos y alemanes. Sol, mar, cafés…, podrían ser unas vacaciones entre amigos, si cada día no se agravara la situación en Europa y en España, si no estuvieran preocupados por su incierto futuro, si todos ellos no estuvieran perseguidos y sus libros prohibidos en la Alemania nazi, si no hubieran perdido su patria. Son poetas fugitivos, escritores en el exilio.
Volker Weidermann narra de manera documentada, amena y conmovedora, con innumerables y divertidas anécdotas, la amistad entre Zweig y Roth en aquel verano, poco antes de la Segunda Guerra Mundial. Junto a Koestler, Keun, Toller, Kisch..., celebran la vida como si fueran las últimas vacaciones, el último momento de felicidad antes del desastre. De una tragedia de la que aún les queda una brizna de esperanza de que pueda evitarse.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2015 Alianza Editorial
152
978-84-206-9767
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3
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Libro del mes: 
Julio, 2015

Comentarios

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Relato muy interesante para conocer, de forma directa, al grupo intelectual (filósofos, poetas,  novelistas…) que se reunió en Ostende durante el verano de 1936, un nutrido grupo de intelectuales exiliados que tuvieron que huir ante el avance imparable del nazismo. El narrador, a través de diversas anécdotas, presenta las relaciones, afectos e intimidades entre aquel grupo de amigos que no se volverá a repetir: un ambiente de despedida para un grupo que se dispersará definitivamente al final de ese verano. Hermann Kesten, “padre tutelar de todos los dispersos por el mundo”, el rey de la vida social de los emigrados en Ostende, publicará después de la guerra su libro “Mis amigos los poetas”, inspirado en aquellos días.
Para muchos de ellos, huir de Alemania o de Austria fue la única posibilidad de salvación, el único modo de escapar de una realidad sombría, oscura y peligrosa. Igualmente, en julio de 1936, comienza la guerra civil en España, que parece un preludio de la próxima guerra mundial y del enfrentamiento de las distintas ideologías que imperan en Europa. Mientras la sociedad a su alrededor se tambalea, ellos durante unos meses podrán vivir en el mundo del espíritu, de la literatura y de la música, como Zweig y Roth, “dos zozobrantes que encuentran mutuo apoyo por breve tiempo” (p. 55).
Los comentarios sobre autores y obras de las primeras décadas del siglo XX (como Thomas Mann, A. Huxley, los ya mencionados  Zweig y Roth, etc.), e incluso sobre las películas de Chaplin, presentan un panorama de gran interés para todos los lectores. Como afirmaba el propio Zweig, “el libro es una forma de acceder al mundo”: el que no lee experimenta un mundo reducido. Sin embargo, al leer vivimos el interior de personas ajenas, podemos ver con sus ojos y pensar con su cerebro.
 

Imagen de acabrero

Weidermann, el autor de este libro, aprovecha una documentación muy interesante sobre Zweig y Roth, y lo que es mejor, sobre la relación entre ambos. El momento es de gran interés, entre las dos guerras mundiales, expulsados de su país por los nazis que han prohibido sus libros, en una manifestación preocupante de falta de libertad, terminan en Ostende, en donde habían estado anteriormente gozando de un tranquilo verano. Ahora podría parecer lo mismo, a ojos externos, pero ellos, aunque no quieran reconocerlo abiertamente, son unos prófugos, con dificultades para vivir, problemas económicos, en el caso de Roth, y con una inestabilidad emocional y profesional total. En esta situación, rodeados de otros escritores y periodistas en situación similar, y acompañados de sus amantes –ambos han dejado a sus esposas en sus ciudades de origen-, los dos famosos escritores buscan el apoyo mutuo en el famoso balneario, dedicándose a escribir. Ni un día sin escribir, es su lema, aunque, curiosamente, ninguno escribe sobre la situación política de Alemania. Sin un proyecto de vida definido, sin saber si podrán volver a su país, a su casa, sin saber quién publicará sus libros, la situación es desconcertante.

Tiene un gran interés este libro para adentrarse en una situación verdaderamente insólita, históricamente irrepetible, para asomarse a la psicología de dos hombres de procedencia judía pero sin ningún sentido religioso en sus vidas –aunque sí la tienen, aparentemente, en sus escritos-. Produce un cierto estremecimiento contemplar el interior de dos personajes que, no por ser celebres escritores, dejan de sufrir su vaciedad.