París era una fiesta

París era una fiesta, el primer escrito de Hemingway que vio la luz póstumamente, despliega el mítico panorama de la ciudad de París, la capital de la literatura americana hacia 1920. La obra es una mezcla fascinante de paisajes líricos y agudamente personales, con otros más contundentes y anecdóticos en torno a sus años de juventud en aquel encantado lugar en el que fue «muy pobre pero muy feliz», en un tiempo de ilusión entre dos épocas de atrocidad.

Diario del hombre y del escritor, crónica de una época y una generación irrepetibles, este texto alinea en sus páginas a figuras como Gertrude Stein, Ezra Pound, Scott Fitzgerald o Ford Madox Ford. El París cruel y adorable, poblado por la extraordinaria fauna de la «generación perdida» y sus precursores, el ideal de juventud para Hemingway, protagoniza este vivaz testamento tan entremezclado de realidad, deseo y remembranza

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2003 Seix Barral
192
84-264 21 296

Original de 1964.

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Hemingway llega a París en 1920, con veintiun años y recién casado. Llega como corresponsal del Toronto Star para el que escribe crónicas y cuentos. Pagan poco por ellos, pero se consuela afirmando que "aprende a escribir" (pág.97). El norteamericano es disciplinado en su trabajo. Escribe en los cafés o en una buhardilla que ha alquilado con ese fin. Algunas mañanas se detiene junto al Sena para mirar a los pescadores o los puestos de libros. Al matrimonio le gusta viajar y disfruta especialmente con el esquí; y han tenido un hijo al que llaman Bumby. "Éramos muy pobres, pero muy felices" (pág.189) -afirma.

Recuerda a los escritores anglosajones con los que coincidió en esa época. En primer lugar Gertrud Stein, escritora y coleccionista de arte. Relata un viaje que realizó con Scott Fitzgerald entre Lyon y París, en pleno invierno y en un descapotable sin capota, poniendo de manifiesto el carácter neurótico del novelista. Fitzgerald estaba casado con Zelda, a la que luego se diagnosticó una esquizofrenia. Piensa que élla tenía celos del talento de su marido y ponía todo tipo de obstáculos a su labor. De Ezra Pound dirá que era un hombre bueno, que trataba de ayudar a todos. De sí mismo dice que tiene un carácter colérico y que puede ser muy duro con los demás cuando agotan su paciencia (pág.142).

La obra contiene algunas reflexiones sobre el oficio de escribir. Por ejemplo buscar una frase verdadera para comenzar y continuar a partir de ahí (pág.26). También recomienda "construir y no describir" (pág.140), sea lo que sea lo que ello signifique. A un compañero que no es capaz de escribir le recomienda que se dedique a la crítica literaria. La obra es fácil de leer. Son unas memorias parciales y curiosas en las que ya se apuntan las causas que terminarían con el autor: la bebida y su afición a enamorarse de jóvenes con las que se casaba, para divorciarse cuando se enamoraba de la siguiente.