Perros perdidos sin collar

Francia, principios de los años 50. Toda una generación de chicos huérfanos de la Segunda Guerra Mundial o abandonados por sus padres a causa de las dificultades de la posguerra, han sido marginados por la sociedad y recluidos en fríos y hostiles centros de menores. El autor describe magistralmente en esta novela la vida cotidiana de un grupo de estos niños recluidos en un correccional, sus intereses, aspiraciones y sufrimientos, su búsqueda incesante de afecto y la construcción de su propia identidad a través de las grandes dificultades que han de atravesar. Los chicos tienen a su lado al juez de menores Lamy, quien se ve llamado a la difícil tarea cotidiana de hacer que, en medio de un ambiente cargado de escepticismo y desesperanza, puedan emerger las semillas de generosidad, afecto y pureza que solo una mirada llena de compasión es capaz de descubrir en estos niños.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2015 Encuentro
291
978-84-9055-078
Valoración CDL
3
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Publicada en 1954, esta novela coral narra la vida cotidiana de niños de la posguerra en París y sus alrededores. Tras la Segunda Guerra Mundial, miles de niños (más de veintiocho mil solo en el tribunal de París) sobreviven bajo la tutela de los servicios de la Beneficencia Pública repartidos en correccionales, internados, hospitales, cárceles. Son niños huérfanos, abandonados, con los ojos tristes y resignados, vagabundos como “perros perdidos sin collar”, que deambulan con ciega obstinación, para volver en un círculo vicioso siempre al mismo lugar.

El sentido último de la novela queda muy claro en la propia dedicatoria  del autor, que comienza con estas significativas palabras: se trata de una “historia, quizá demasiado gris, quizá demasiado rosa. Pero este color indeciso se lo dan, al mezclarse, la sangre de los niños, la blancura del invierno y lo negro de la ciudad”. Y así es el relato: a veces, diversos tonos de gris (incluso, negro) para hablar de la orfandad, de los padres adoptivos, de los padres biológicos (borrachos, ladrones, malhechores, prostitutas); mientras que, otras veces, predominan los tonos rosas en el comportamiento y la actitud del personal administrativo, en los maestros, en los cuidadores, en las enfermeras, y especialmente en la figura del Juez de Menores Lamy, de profundas creencias cristianas, para quien la Justicia no se puede impartir sin Amor.

El autor, Gilbert Cesbron, que fue Gran Premio de Literatura “Ciudad de París” en 1978, alcanzó un gran éxito con esta novela que lo lanzó a la fama internacional. Escrita en un lenguaje crudo y directo, con tintes fuertemente dramáticos, la narración descubre una realidad temática que desgraciadamente sigue estando muy presente en el mundo actual, aunque ya hayan pasado más de sesenta años desde la primera publicación de la obra.