Prohibido leer a Lewis Carroll

Este libro narra la historia de Eugéne Chignon, una joven institutriz francesa que en 1932 viaja hasta Nueva York para cuidar de una niña, Alice, cuya desatada pasión por el mundo creado por Lewis Carroll ha provocado que sus padres le prohíban leer sus libros. La primera misión de Eugéne será evitar que Alice se entere de que Alice Liddell, la auténtica Alicia que inspiró a Lewis Carroll, ahora con ochenta años, va a visitar la ciudad para recibir un homenaje. Eugéne Chignon comprobará que las extrañas casualidades, los personajes extravagantes y las situaciones absurdas no son solo patrimonio del País de las Maravillas, sino que se encuentran a menudo en nuestro mundo y especialmente en esa casa. La comedia disparatada y los datos históricos (reales y a pesar de eso aún más disparatados) tienen cabida en esta novela, en la que el sinsentido, ese nonsense tan emblemático de Carroll, acaba teniendo mucho sentido.

Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2014

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2013 Anaya
208
9788467840124
Valoración CDL
3
Valoración Socios
4
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Divertido relato en el que se rinde un desenfadado homenaje a “Alicia en el País de las Maravillas”, uno de los cuentos literarios más leídos y que ha tenido una mayor influencia en la literatura posterior. A partir de un hecho real ocurrido en 1932 (la visita a Norteamérica de Alice Liddell que en su niñez había inspirado el cuento a Lewis Carroll), en la novela se mezclan algunos personajes reales con los personajes de ficción que son tan extravagantes  y estrafalarios como los creados por el propio Carroll para su cuento: una desastriz (una joven institutriz desastrosa), el Hombre del Huevo (Aepyornis), el tío Timothy que todo lo devora con un hambre atroz, e incluso una nueva Alicia, que intenta colarse por los agujeros de los árboles y que busca madrigueras de conejos.

A lo largo de todo el libro, se pueden apreciar abundantes ilustraciones (algunas ocupan una doble página), muy originales y llenas de color que ayudan a recrear a los diversos personajes, tanto por sus características físicas y sus vestidos como por sus gestos y sus acciones; así como también a imaginar los diferentes ambientes en los que se desarrolla el relato: en el barco, en la casa, en la universidad, en la habitación de las maravillas…, donde suceden todo tipo de anécdotas y de situaciones descabelladas y sin sentido, equívocos y malentendidos que, finalmente, desembocarán en un mágico final.

Una estupenda forma de recordar un clásico, siempre presente en la literatura, que seguramente nos llevará a leer de nuevo la historia original de “Alicia en el País de las Maravillas” con una gran sonrisa.