Retorno al pudor

Un libro para pensar aunque sea en una piscina. El pudor es connatural a hombres y mujeres, pero son ellas las que tienen la fuerza para humanizar la sociedad. La modernidad ha desterrado el pudor físico y su raíz interior. Sus epígonos están hoy en las revistas del corazón, en algunos programas televisivos, y en películas donde se expone la carne y las lacras inmorales.

Shalit es de ascendencia judía, con sentido trascendente de la vida, y trata esa dimensión capital de las personas -el pudor- en tres capítulos. El primero describe el fenómeno creciente del impudor, recordando experiencias personales en la escuela secundaria y en la universidad: el ligue, las consecuencias y los abusos, las perversiones. Resulta algo reiterativo en los casos que describe pues sobran la mitad, aunque contribuyen a darse cuenta del problema, en una sociedad aparentemente puritana, la norteamericana, que se desata desde hace muchos años. El segundo, más filosófico y por eso más importante, trata del ideal olvidado, el pudor como armadura de la esperanza, así como el pudor sexual masculino.

El tercero, titulado el retorno, abunda en la necesidad y utilidad del pudor para sobrevivir como personas, así como su defensa del amor humano. Una sociedad enferma ha banalizado el sexo y se ha convertido en una obsesión. La autora se pregunta ¿cómo se transforma una mujer decente en una depredadora sexual? Para eso hay que leer este ensayo, y especialmente las jóvenes maduras o quienes pueden ayudarles a pensar. Con razón escribe Shalit que una sociedad sana debería ser capaz de proteger a las mujeres del sexo antes del matrimonio.

Vale la pena leer esta obra, que tendría más éxito si hubiera logrado concentrar más la exposición en la mitad de su páginas para no ser reiterativa en las experiencias de campo sociológico.