Ser feliz en Alaska

Con este título el autor quiere significar que se puede ser feliz bajo cualquier circunstancia. "Ser feliz en un vertedero", nos dirá en otro lugar. No nos encontramos ante un libro de autoayuda, sino sapiencial. Dirigido a que el lector vea la vida y la realidad con ojos nuevos; libre de aquellos a priori nocivos que pueda haber adquirido y que se convierten en neurosis. "El objetivo -nos dice Santandreu- es convertirse en personas excepcionales: sosegadas, centradas en el presente, alegres incluso en la enfermedad, con ojos de poeta, atractivas por fuera y por dentro, y carentes de todo temor" (pág.18). En suma, personas felices.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2016 Grijalbo
316
84-253-5384-0

Subtítulo: Mentes fuertes contra viento y marea.

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Ser feliz en Alaska es un manual de reprogramación mental cuyo objetivo es convertir a sus lectores en personas altamente sanas a nivel emocional, siguiendo pautas metodológicas inspiradas en la psicología cognoscitiva. El autor, Rafael Santandreu, afirma que un trabajo realizado con intensidad según esta metodología, lleva a eliminar neurosis, aceptar las dificultades con mirada serena y afrontar la vida con una actitud positiva, sin ansiedad, aunque se presente envuelta en vientos y tempestades como las que azotan las frías tierras de Alaska. 
La obra, escrita en tono de divulgación, inicia cada capítulo con un relato breve a modo de introducción amena al tema que se va a tratar. Se ofrece después una exposición teórica, bien estructurada y redactada con lenguaje sencillo, para terminar con un recuadro en el que se ofrece una síntesis de los puntos esenciales del contenido de lo antes expuesto. Esta sistematización responde a un método de evidente eficacia pedagógica al permitir una lectura sin esfuerzo y facilitar la progresiva asimilación de la enseñanza impartida. Respecto a los principios que inspiran la obra, se aprecia la confesada influencia de la filosofía estoica de Epicteto, (siglo I y II dC) al insistir en la necesidad de determinar cuáles son las manías o neurosis de cada persona a las que uno debería renunciar si desea ejercitar la virtud a la luz de la razón. Para cumplir este objetivo, el autor hace referencia a una serie de prácticas que afectan al comportamiento de los seres humanos. En este sentido, se recomiendan diversas prácticas que pueden orientan la conducta en relación con el ámbito de actuación personal. Entre ellas se citan la facultad de apreciar el entorno en que se vive, de fomentar la propia interioridad, no tolerar la frustración ni convertirse en adicto al trabajo, ser insensible a la incomodidad, amar la vida y a los demás y fortalecer la voluntad en la renuncia. Al enunciar estos valores se hacen referencias al pensamiento del mahatma Gandhi y a las doctrinas del budismo a la hora de proponer el diálogo para solucionar o suavizar discrepancias y evitar la indignación y la protesta violenta como formas de resolver los conflictos. Santandreu, que reitera expresamente su condición de no católico, mantiene en el ámbito moral, un notorio permisivismo en lo que a las relaciones de pareja se refiere y se declara partidario de la ley de plazos en la práctica de abortos voluntarios.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa

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Rafael Santandreu utliza la psicología cognitiva como medio para alcanzar el bienestar. Según este autor habría que seguir tres pasos: a) Buscar el bienestar dentro de uno mismo. b) Estar dispuesto a renunciar a aquello de lo que carecemos. c) Apreciar lo que nos rodea (pág.25). "Deja pasar aquello que la vida te sustrae, pero aprovecha al máximo lo que te concede" (pág.234).

Leemos en el Evangelio que no hay que acongojarse por muchas cosas, ya que "una sola es necesaria" (Lc.10.42). Santandreu nos dice que esa cosa es el amor. Amar la vida, disfrutarla. Cuando no disfrutamos de la vida es que algo va mal. Amarnos a nosotros mismos y a los demás. El creyente añadiría que amar a Dios. Amar la vida es lo contrario que la preocupación, la depresión, la autoexigencia, la ansiedad, la frustración, la exigencia a los otros, el enfado, el perfeccionismo, los complejos, el miedo o la autoflagelación. Todos estos sentimientos antes o despues conducen a la neurosis. También es causa de neurosis la exigencia a ultranza de justicia: "La alegría, el amor y la salud están por encima de la justicia"- escribe (pág.275).

Una vez que hemos aceptado que amar es lo único importante, aceptaremos nuestros defectos como una madre ama a un hijo enfermo. Nos daremos cuenta de que muchas cosas son medios, no fines. El trabajo mismo, ya sea porque lo tengamos o porque carezcamos de él, puede convertirse en una obsesión en vez de un camino para amar a los demás. Lo mismo cabe decir del dinero, el prestigio, la salud o la belleza. Si faltan qué más da. Son medios, no fines. "Trabajar con amor, no con ardor" -nos aconseja el autor. La serenidad dará paso a la contemplación de la belleza y ésta a un sentimiento de gratitud ante lo que nos rodea.

Es un error suponer que la felicidad está fuera de nosotros -escribe. Está en nuestro interior. Es la queja repetida y la exageración ante las contradicciones lo que nos conduce a la depresión (pág.70). Nadie es perfecto, ni nadie tiene la razón en todo. Adoptar una humildad radical supone no querer destacar, ser uno más entre tantos (pág.139). Me viene a la cabeza el ejemplo del ama de casa, que lo hace todo por amor sin que en la mayoría de los casos nadie lo sepa. ¿Quién sabe el trabajo que le ha costado elaborar un plato o tener la casa limpia y en orden? El autor acude a Aristóteles para defender una felicidad basada en las virtudes: "Ser amable, honesto, darse a los demás, ser elegante, producir belleza, cultivar la amistad, ser humilde... son grandes fuentes de gozo (pág.211). Podemos suponer que si vivimos las virtudes pequeñas por amor las grandes llegarán por sí solas.

El autor rechaza los mitos de la fuerza de voluntad, el aguante y la dureza como signos de carácter, para sustituírlos por la flexibilidad, la pasión y la capacidad de disfrute (pág.292). Aconseja aprender a vivir relajados, sin hacer nada si es preciso (pág.189); evitar los conflictos; no enfadarse; apreciar la parte de razón que pueda tener el otro; saber decir que nó y a desdecirse de lo prometido si es preciso (pág.259); transmitir alegría (pág.261); minimizar las contradicciones; aceptar que el mundo es imperfecto; seguir una técnica de pasos sucesivos en vez del "todo o nada" (pág.295); cuidar de uno mismo y considerar que nunca es tarde para aprender a ser feliz (pág.303).

El autor afirma que no cree en Dios. Se vé que Dios si cree en él ya que le ha dado tantos conocimientos.