Solución: la familia

Tras analizar las relaciones entre familia-persona-sociedad, se muestra por qué la familia, amablemente agresiva, es la auténtica respuesta a muchos de los problemas de hoy. Su arma, la persona; sus instrumentos, el amor y el trabajo enamorado.

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Si los ecos de prensa que han llegado hasta mí son correctos, este pequeño libro renueva hoy su actualidad. El revuelo organizado por la publicación del Directorio de la pastoral familiar de la iglesia en España no debe hacernos olvidar las tesis que defiende en él la Conferencia episcopal.
Entre otras, con acentos un tanto alarmantes, que “en la sociedad española de nuestros días posiblemente la fuente principal de problemas humanos sean los relativos al matrimonio y la familia”. Y, como lógica contrapartida, glosando ideas de Juan Pablo II, “que la sociedad será lo que sea la familia; y que el resto de las pastorales de la Iglesia tendrán muy escasos frutos en la tarea de evangelizar nuestra sociedad, si no cuentan con la pastoral familiar”.
Es lo mismo que, desde el punto de vista filosófico y más bien en el ámbito natural, defendía el Prof. Melendo en este librito, que cuenta ya con tres ediciones.
Resumo, como he hecho otras veces, la reseña de J. Escandell: “Padre de siete hijos, Tomás Melendo es Doctor en Pedagogía y Catedrático de Filosofía de la Universidad de Málaga. Autor de más de treinta libros, ha abordado con frecuencia las cuestiones relativas a la familia, en escritos, conferencias y cursos de distinta duración. Solución: la familia recoge y desarrolla ideas de eficacia comprobada a lo largo de su actividad profesional y divulgativa, tanto en el terreno teórico como práctico. Está concebido como respuesta e ilustración a la convicción de Juan Pablo II de que esta es «la hora de la familia»”.
Hasta aquí el resumen con que el ensayo se presenta a sí mismo en su última página. Y en él se condensan, en efecto, las claves de lectura de este pequeño pero jugoso escrito. Redactado por un Catedrático de Metafísica —y no «a pesar de ello», como sugerirían los más maliciosos—, el escrito rebosa en todas sus páginas un hondo y equilibrado sentido común. La experiencia vivida de padre de familia numerosa, el lenguaje sencillo y las anécdotas personales intercaladas, lo dotan del realismo imprescindible para quien desea ilustrar con la lectura su propia existencia. Y la fidelidad a la doctrina del Romano Pontífice, de la que el libro no quiere ser sino una glosa, lo proveen de la altura y el halo de poesía con que Juan Pablo II adorna todo lo que trata.
“Cual es la familia, tal es la nación, porque tal es el hombre”, había afirmado el Papa hace algunos años. Y el autor traduce y justifica: “sin familia no hay persona íntegra, cumplida; y sin persona enteriza, acabada, no existe ni sociedad ni asociaciones verdaderamente humanas”. El interés crece conforme avanza la lectura. Al término, resulta claro por qué la familia es la solución de buena parte de los males que aquejan a la civilización contemporánea.