Tardes de chocolate en el Ritz

Reyes Calderón nos ofrece en Tardes de chocolate en el Ritz un relato lleno de chocolatinas tentadores, fracasos de chocolate negro, risas de trufa y profundas conversaciones sobre el amor, la amistad, la familia y el valor del trabajo tan deliciosas como el chocolate más auténtico.

La noche en que se conocieron en la recepción de una embajada, nada hacía presagiar que Marta y Reyes acabarían siendo amigas. Excéntrica, adicta al lujo, con varios fracasos amorosos a sus espaldas y un marido recién estrenado, Marta no parecía tener nada en común con Reyes, una mujer volcada en su profesión y su familia. Pero el destino las unió y, contra todo pronóstico, comenzaron a reunirse el tercer jueves de cada mes en el Ritz. Entre animadas charlas y reconfortantes tazas de chocolate, sus vidas terminaron entremezclándose. Porque, sin saberlo, las  dos andaban en busca de la misma felicidad.

Subtítulo: Dos soñadoras en busca de la felicidad.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2014 Alienta Editorial (Planeta)
269
9788408126737

La autora define esta obra como ensayo. Se podría definir como "tratado de la sensatez".

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Explica Reyes Calderón que su editora le había pedido una obra de no ficción, algo así como un ensayo sobre la felicidad en la vida ordinaria de una mujer. La autora se resistía hasta que descubrió que podía hacerlo a base de contraponer a la protagonista con otra mujer -en realidad un compendio de varias- a la que llamó Marta: "Mis muchas amigas Martas -escribe-, rubias, frívolas, dulces, un poco tontas y extremadamente listas" (pág.268).

Reyes se ve a sí misma como "una mujer corriente cuya principal ocupación es correr para que la vida no se la lleve por delante" (pág.267). Ciertamente tiene que correr ya que es profesora universitaria, conferenciante, articulista, escritora de novelas de misterio, jurado de premios literarios y, sobre todo, madre de nueve hijos, todos con el mismo marido: "Dejaría al Presidente de Gobierno, al del Banco Central Europeo o hasta al mismo Papa con la palabra en la boca -escribe- si alguno de los míos me necesita" (pág.101).

Marta ha estudiado enfermería. Cuenta que cuando era joven su madre le entregó pastillas anticonceptivas y la advirtió que "como me vengas con problemas te mato". Se le saltan las lágrimas cuando lo recuerda y ha decidido que si alguna vez tiene un hijo no actuará igual. Estuvo casada -"un matrimonio de juventud, ya sabes"-, pero tuvo un problema, probablemente un aborto provocado: "¡Imperdonable!" -exclama ahora. Actualmente está casada con Fede, un rico empresario bastante mayor, para el que Marta es la tercera esposa. Ella ahora no trabaja, salvo que se considere trabajo machacar la visa en la llamada milla de oro de Madrid, donde están los establecimientos más caros. En el ambiente en el que se mueven su marido y ella la apariencia es el mayor activo y Marta ha sido capaz de gastar diez mil euros en compras en un solo día únicamente porque estaba enfadada con su esposo. Teme que él la engañe -otra más- y ha contratado a un detective privado para que la informe sobre las actividades de Fede.

El nucleo de esta obra está en la comparación entre la vida de la autora y la de la ex-enfermera. Reyes siente que tiene una vida plena, en tanto que a Marta se le viene el mundo encima, incluso con su visa oro. Desearía tener un hijo, pero piensa en cómo se lo tomará Fede que ya tiene hijos de matrimonios anteriores: "Y si me deja ¿qué hago?" -reflexiona-. Reyes Calderón da a entender -aunque no lo diga expresamente- que la felicidad está en una familia unida, un marido del que se pueda fiar, una vida activa y convicciones sólidas; tener amigas, una cocina cómoda, un lugar donde escribir y chocolate en pequeñas dosis, en el Ritz de Madrid o donde sea.

La parte novelada de esta obra -Marta y sus aventuras- es entretenida, pero la parte correspondiente a la autora -al fin y al cabo trata de ser un ensayo- está plagada de anécdotas, unas más simpáticas que otras, pero se extiende excesivamente en consideraciones didácticas. Para todo tipo de lectores.

Imagen de Azafrán

Tras leer a Reyes Calderón como autora de novela policíaca (con el apelativo de psicológica pues se ocupa más de lo que acaece en la mente del asesino que del propio crimen; dicho de otra manera, el aspecto psicológico del criminal está muy presente en la resolución del crimen), el lector que se enfrenta a este nuevo trabajo, Tardes de chocolate en el Ritz, se puede sentir por lo menos inquieto o desorientado. Probablemente la misma desorientación que padeció la propia autora a la hora de considerar su obra como un ensayo. Reyes asegura que se ajusta a la definición dada por Monterroso, y que cita en la página 17: “Un ensayo es un texto más o menos breve, muy libre, de preferencia en primera persona, sobre cualquier cosa, acerca de equis costumbres o extravagancias de uno mismo o de los demás, aparentemente serio, pero idealmente envuelto en un vago y ligero humor y, de ser posible, de forma irónica, y preferible si autoirónica, sin el menor afán de afirmar nada concluyente, y si de lo expresado en él se desprende cierta melancolía o determinado escepticismo respecto al destino humano, mejor…”.

Quizás Reyes Calderón esté acertada al considerar su trabajo como ensayo. No obstante, el término de Novela Testimonio tampoco le va mal.

La novela testimonio añade a la novela tradicional un discurso testimonio a través del cual el autor hace partícipe de su propia vida y experiencia al lector. El autor cuenta en primera persona, al hilo de una trama ficticia, hechos de su vida personal, o que pudieran haberlo sido, presentándoselos al lector como tales e implicándole en el juicio de los dilemas morales que a la autora se le presentaron –supuestamente- en su vida y en el proceso mental que siguió para resolverlos.

Eso es precisamente lo que Reyes Calderón nos cuenta en Tardes de chocolate en el Ritz: la experiencia de una amistad entre dos mujeres que aparentemente no tienen nada en común salvo el hecho de ser mujeres. Se trata de una amistad verdadera en la que las dos se implican y cada una de ellas da de lo que tiene, de lo que es, según sus circunstancias.

Marta, bella, rubia, con un físico escultural, con un marido capaz de pagar caprichos en la milla de oro madrileña, no tan tonta como cabría esperar a tenor de aquello de “todas las rubias son tontas”…

Reyes, sí Reyes Calderón, la autora. Madre de nueve hijos habidos durante su largo matrimonio con el mismo hombre: por tanto extravagante donde las hubiere a tenor del concepto de mujer inteligente y profesionalmente exitosa, con tarjeta de visitas en la que figura Profesor de Universidad.

Del diálogo entre estas dos mujeres surge una baraja nada despreciable en la que figuran los temas de la feminidad y del feminismo, de la belleza dual (moda versus elegancia) y por tanto de la estética, del matrimonio, de la fidelidad, del amor, de la responsabilidad social, de la amistad y del perdón, de la maternidad, del aborto, de la familia, del sentido de la vida y del sentido de la muerte…, y de lo que pinta Dios en todo esto.

Toda novela necesita un marco histórico, un contexto, en el que situarse. Reyes Calderón ha elegido el contexto social-histórico de la crisis que España está padeciendo y de la que los más optimistas juzgan vivir sus últimos coletazos.

Marta y Reyes son los personajes que luchan en la intrahistoria de la gran crisis española. Su “yo” lucha por comprender y por explicar cómo pasar este mal trago y como superar las consecuencias vitales de la misma, salvando lo más importante, el concepto de ser humano en una catarsis dolorosa pero necesaria.

Quizás la literatura de una Europa que ha puesto sistemáticamente todo lo objetivo en tela de juicio, durante la segunda mitad del siglo veinte, y que se niega a admitir la existencia de algo más allá de su propio ombligo, necesite recurrir a la “novela testimonio” como único recurso para encauzar el género del relato y hacer renacer en él los valores eternos.