Una breve historia de casi todo

Una historia entretenida sobre el desarrollo de las ciencias de la naturaleza, desde los griegos hasta hoy, desde el tamaño del Universo hasta la aparición del hombre sobre la tierra. Fue premiada con el Premio Aventis de divulgación científica. Publicado en 2003, el libro alcanzó tal éxito que en 2008 se publicó una edición para niños.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2016 RBA
638
84-9296-679-0

Original 2003.

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Resulta curioso que un libro de divulgación científica pueda ser tan intesesante como una novela o más, pero es el caso de "Una breve historia...". Para disfrutar de ella son necesarios algunos conocimientos previos sobre cosmología, astronomía, geología, etc... A medida que pasaba las páginas me parecía estar escuchando a mis profesores del viejo bachillerato. Uno se pregunta porqué ciertas materias se estudian cuando se está tan poco preparado para disfrutarlas y sólo piensa en aprobar, pero esa es otra historia.

El autor es periodista, historiador y un estupendo contador de historias. Considero que Bryson es capaz de dar una buena perspectiva sobre las Eras geológicas en relación con la duración del Universo y de la Humanidad en él; algo difícil de por sí. El libro se lee muy bien, excepto quizás el último capítulo que versa sobre la aparición del hombre sobre la tierra. Los datos arqueológicos sobre la materia son muy reducidos.

Cuando se lee una historia bien trenzada sobre las ciencias del Universo, existe la tentación de pensar que se ha demostrado que las leyes físicas y biológicas suplen la existencia de un Creador. Es una apreciación muy elemental, ya que Dios es tan autor de la materia como de las leyes que la rigen. El que puede lo más -las leyes- puede lo menos -la materia a la cual se aplican-.

El último apartado del libro es un alegato conservacionista. Está bien, aunque se sale del tono narrativo que ha seguido el autor hasta ese momento. Bryson hace referencia a las especies desaparecidas durante los últimos trescientos años. Este tipo de evocaciones nostálgicas no es bueno; a parte que las propias tesis de Darwin quieren explicar tanto la aparición de las especies como la desaparición de las mismas. No creo que nadie quiera conservar los dinosarios o el virus de la viruela sólo por que hayan sido seres vivos en algún momento.

Existen muchas más especies que aquellas que han desaparecido para cuidarlas y disfrutar de su belleza. El autor pone de relieve cómo existen cientos de miles de familias y subespecies de hongos, líquenes, bacterias, etc. No creo que el hombre necesite de todos ellos para disfrutar de la naturaleza. De seguir esa línea se termina afirmando, como hace el autor, que el hombre es el animal más dañino de la naturaleza. Y no cabe duda de que es una alteración de la correcta escala de valores.