Educar ciudadanos: Culturas y racionalidad



Hace sólo unos días ha tenido
lugar en la Universidad de Navarra (www.unav.es)
un acontecimiento que, a juicio de muchos, ha sido único y francamente
alentador. Más de 300 personas, de los que suelen llamarse "intelectuales", se
han reunión para estudiar y profundizar –a fin de llegar a algún sitio- sobre
la complejidad cultural en la que vive este mundo globalizado y la
racionalidad como punto de encuentro
. Este último elemento es de especial
importancia.


 


En efecto, entre los muchos
ponentes procedentes de los más variados campos científicos, sociales y
religiosos, había una manifiesta unanimidad y una manifiesta preocupación: compartimos
valores procedentes de una cultura de origen
común cifrada de los
siguientes modos: racional-cristiana, judeo-cristiana, griego-judeo-cristiana o
griego-cristiano-islámico. Las influencias agnósticas y ateas de nuestra
cultura constituyen una dificultad especialmente importante por cuanto niegan
un origen superior al mero estado de coexistencia o a la razón-racionalista que
degenera en situaciones de totalitarismo, ironía y tedio. Nadie está dispuesto
a claudicar ante la barbarie humana y política, ante la frivolidad que rompe la
cohesión social para permitir que "muchos distintos" compartan ciudades –aunque
no calles ni barrios-.


 


Cuando la dimensión de origen se
vuelve compleja en su articulación todos reparan en la dimensión moral y
racional del hombre
: la dignidad originaria fundada en esa doble raíz. En
efecto, cuando entramos en el mundo judío es la responsabilidad moral ante Dios
lo que a todos nos une. En el seno del islamismo que desea la convivencia
pacífica, los esfuerzos se vuelcan en la manifestación de su origen griego –la
persona que exponía estas ideas procedía de Turquía-; por tanto depositario del
patrimonio sustrato de Europa, y de la inclusión en sus postulados de lo más
propiamente cristiano: la Biblia y algunos de los dogmas básicos de la religión
cristiana. Pero especialmente, de la capacidad de convivencia entre religión
islámica y política laicista. Probablemente esta perspectiva sorprenda a los poco conocedores del Islam, donde todo eclecticismo parece
ser posible. Ciertamente, el laicismo sólo nace de una comprensión extraña,
pero real, de la separación entre Iglesia y Estado, cuestión sólo posible a la
luz del Evangelio.


 


En el diálogo entre el mundo
ortodoxo y católico, el origen común es patente y precioso: compartimos siglos
de teología y filosofía de la Europa oriental; tenemos la misma imagen de Dios
en Cristo; tenemos el mismo fin y reconocemos los mismos medios... pero nos
conocemos poco. A los católicos nos falta finura de espíritu, capacidad para
trascender; a los ortodoxos les falta reconocimiento de valores ajenos, de
razones y modos.


 


Entre católicos y protestantes,
los deseos de descubrimiento de la razón natural nos aúna, si bien con corazón
y amor en el mundo católico, con deber y norma en el protestante.


 


Entiendo que, al final, se
requiere conocimiento, cultura, educación, inteligencia, superación de la
agresividad antirreligiosa, declinación de toda violencia, libertad social
–poder vivir, poder trabajar, poder pensar, poder rezar, respeto de la
legalidad más allá de la voluntad de poder de los poderes, reconocimiento de
valores, de moral más allá de la ley positiva, del capricho del gobernante.
Respeto y deseos y realidades de trabajo y cooperación.


 


Consuelo Martínez
Priego


Prof. Antropología Filosófica


 


Para leer más:


 


Paolucci, G.,
Cien preguntas sobre el Islam. Encuentro, 2003.


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=1632


 


Pera, M.; Ratzinger, J., Sin
raíces
. Península. 2006.


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=4702


 


González, A.M., Claves de la
ley natural. Hacia una filosofía más humana
. Rialp. 2006.


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=4523