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Diciembre, 2022

La sombra del cóndor

Aranguren, Miguel

A la inmensidad de los Andes, donde todo es silencio y quietud, llegan tres jóvenes españoles dispuestos a entregar un año de sus vidas para realizar el proyecto de fin de carrera universitaria: llevar la energía eléctrica a dos aldeas aisladas del resto de Perú. Para resistir las inclemencias de la altura y la miseria, así como la lejanía de sus seres queridos, se verán obligados a adaptarse a un mundo detenido muchos siglos atrás, donde vida y muerte completan el duro paisaje. Por otro lado, en aquellas cimas de la cordillera se esconden los últimos terroristas de Sendero Luminoso, una banda criminal que no está dispuesta a que los habitantes de Saimiri y Tacutaco se beneficien de la electricidad que traen los españoles.

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Imagen de Azafrán

Miguel Aranguren relata en esta novela, que podría catalogarse también como una crónica de viajes, la aventura de tres jóvenes universitarios recién titulados en ingeniería por la universidad de Zaragoza.

Paco Peláez, Nacho Bellosillo y Tomás Martín habían sido seleccionados a través de un concurso convocado por la universidad zaragozana a instancia de la fundación Caminos del Sur. Para los universitarios iba a ser su proyecto final de carrera con una calificación cum laude y, para la fundación, una cooperación con los poblados quechuas de Saimiri y Tacunato, en los Andes peruanos.

El proyecto promovido por Caminos del Sur consistiría en la construcción de una presa y la instalación de una central eléctrica Este proyecto supondría además la desviación de parte del caudal del río que desciende por el valle, así como la construcción de una depuradora de las aguas utilizadas en la producción eléctrica.

Los jóvenes ingenieros vieron, durante la ejecución del proyecto, la conveniencia de instalar a mayores la depuradora para retirar la contaminación en las aguas del río, producida por una mina de plata situada en cotas superiores. La depuración del agua permitiría igualmente la instalación de una piscifactoría como fuente de proteínas para los habitantes de los dos ayuntamientos.

Los costes de los materiales, el viaje de los tres jóvenes ingenieros, así como los del profesor Germán Cotelo, promotor del proyecto, corrieron por cuenta de los alumnos y profesores de la universidad española, así como de la ciudadanía aragonesa, quienes tuvieron la oportunidad de enterarse a través de la prensa, radio y televisión local.

El autor relata con un exhaustivo realismo las diferencias existentes en los modos de vida de los jóvenes ingenieros españoles y las condiciones de vida extremadamente pobres de los poblados quechuas. El lector comprende las dificultades que tuvieron que superar los ingenieros españoles al vivir, codo con codo, con los indios peruanos. No solo las diferencias culturales y de la vida ordinaria. También las derivadas del terreno físico sobre el que se desplazaban:

“-No, señor Tomás. Detrás de estos collados existen otros cerritos, y detrás de esos cerritos comienzan las montañas, y en las montañas está Chuchoca, y detrás de Chuchoca hay más montañas, y detrás de ellas están Saimiri y Tucutaco, y sobre las cumbres de nuestras aldeas está la puna, y, sobre la puna, las lagunas y los nevados.

  • Y más arriba, Dios.” Pág. 52

Aranguren ahonda igualmente en la presentación de los personajes quechuas (la señora María que les da pensión; el maestro don Basilio Gonsales Quispe; don Virgilio Cordero Arancibia, alcalde de los dos poblados; don Remigio Ruiz Ramírez, líder del ayllu encargado de servir la mano de obra para los trabajos de la presa; don Ulpiano Sorzano Tomás, responsable de la comuna que en aquel entonces construía el camino de Tocutaco a Chuchoca; Alejandro el tejedor; el sacerdote Trinidad; Miguelín el hijo adoptivo de Alejandro el tejedor…)

Miguel Aranguren explica, a través de la voz del padre Trinidad, la forma en la que estos dos ayuntamientos entendían la convivencia, la ayuda y auxilio mutuo: “el ayllu forma parte de la idiosincrasia peruana, para la realización de aquellas tareas de las que se beneficiaba todo el pueblo… Las mejoras en las aldeas se llevan a cabo mediante el esfuerzo de los lugareños, que por turnos prestan sus servicios como obreros de construcción, peones camineros o canalizadores de ríos.” Pág. 28

El relato presenta al lector todas la dificultades personales y comunitarias que tienen que sortear tanto los jóvenes ingenieros como los lugareños: dificultades derivadas de la construcción de la presa, de la instalación de la central eléctrica, de la instrucción a los nativos que tendrán que conservar la instalación una vez que los españoles abandonen Perú, dificultades de oposición por parte de los terroristas de Sendero Luminoso…

¿Conseguirán unos y otros llevar a término la empresa? ¿Qué significado atribuye el autor al cóndor en este relato?