Se celebran mensualmente.
La obra más íntima de Pennac, una memoria que convierte al Bartleby de Melville en un espejo para comprender y recordar a su hermano.
En su libro más personal hasta la fecha, Daniel Pennac recuerda de la manera más emotiva y original a su hermano fallecido: a través de la figura de Bartleby, el célebre escribiente de Herman Melville. Así, Pennac amplía las costuras de la literatura de duelo y se sirve de su amor por las letras para crear unas memorias preciosas.
El autor parte de una certeza compartida por todos: nunca llegamos a conocer en su totalidad a nuestros seres más queridos. Con el objetivo de comprender mejor a su hermano, Pennac revisita al escribiente procrastinador de Melville, un personaje muy querido por los dos, y le convierte en una suerte de espejo en el que observar y recordar a Bernard. Así Pennac firma un libro de una ternura infinita que se convierte a la vez en una oda a la literatura.
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Panegírico de su hermano
Panegírico de su hermano inmediatamente mayor, porque hubo otros dos. Escrito con el corazón, es un canto a la relación fraternal.
De su hermano, Pennac dice:
“Si tuviera que resumir la vida de mi hermano, diría que fue primero el hijo y hermano favorito de una familia de cuatro muchachos, luego el directivo estimado de una veintena de obreros cuyos oficios se había cuidado de aprender, luego el padre adoptivo de dos hijos afortunados, luego el padre perdido de un niño mortinato, luego el alma parkinsoniana de un final de vida sin amor. También diría que no abusó de su condición de hijo querido ni de su autoridad paterna, que no se jactó de la estima que le tenían los que trabajaban bajo su mando, que guardó para sí el dolor del luto y nunca se quejó de ningún déficit de amor conyugal... a mi parecer…” pág. 50
“Su extrema amabilidad, su gentileza, su tranquilidad, su discreción, su negativa a dramatizar, su lucidez, su atención, su dulce ironía habían hecho de él la referencia implícita de unos y otros. En su presencia, no nos enfadábamos. Él encarnaba el equilibrio familiar”. Pág. 86
Tras la muerte del hermano, Pennac, intenta explicar la relación fraternal con este hermano. Una relación con un hombre con sus luces y sus sombras: su esposa no es capaz de decir nada bueno de un esposo que termina enfermo de Parkinson, que padece una profunda depresión nerviosa que le arrastra a un intento de suicidio…
Pero para el autor, para Daniel Pennac, existió el hombre que compartió su infancia, que le protegía, que le ayudaba desde la delicadeza del silencio:
“A menudo comentando los libros que leíamos, la literatura nos servía de campamento atrincherado… En resumen, la confianza no figuraba entre nuestras costumbres. Éramos los últimos representantes del mundo des silencio: dos mudos ocupados en jugar al ajedrez por el puro placer de no vencer al otro.” Pág.87
El acierto de Pennac es doble. No solo nos muestra el dolor de su duelo, la necesidad de recuperar de algún modo la presencia efímera del hermano fallecido, la resistencia al olvido. Pennac también ha escogido una forma bella desde el punto de vista literario, para expresar la nostalgia del hermano ausente para siempre.
Por un lado, juega con un paralelismo entre la personalidad estoica del Bartleby de Melville y el carácter de su hermano fallecido. Sigue el relato de Herman Melville encarnado en una adaptación que el propio Pennac hizo y representó, según escribe en Mi hermano. “Así que monté Bartleby, el escribiente en forma de monólogo, me adjudiqué el papel de ese notario, y, solo en escena lo interpreté unas cien veces. Dos versiones sucesivas: una primera con director de escena, música, decorado y desplazamientos, y luego la mía, sin director, ni música, decorado…” Pág. 15
Por otro lado, Pennac interpreta Bartleby para su hermano desaparecido, lo intuye entre el público y al mismo tiempo hace una crítica laudatoria de la belleza que entraña la puesta en escena y de las reacciones que suscita en el público. La puesta en escena como espectadora de las reacciones en la platea.
La tipografía marca el juego que recorre Mi hermano. En letra cursiva, las trascripciones del Bartleby de Melville. En Times New Roman, sus comentarios a la obra de Melville, los recuerdos de su vida en familia, de la personalidad de su hermano. Porque para el autor, los claroscuros de la vida de su hermano encuentran su explicación inefable en la existencia del personaje de Bartleby.
Y el espectador, el lector de Mi hermano, alcanza a atisbar algún rasgo de ambos seres: el real, el hermano y el ficticio, Bartleby.