Detrás de la fachada idílica de la bella población costera de Fjällbacka se esconden terribles realidades y una mano secreta que busca la venganza desde un pasado lejano.
Erica y Patrik acaban de tener una hija, y a pesar de la alegría que trae la pequeña al hogar, la joven pareja debe hacer frente a toda una serie de nuevas preocupaciones. La niña llora mucho, Erica sufre una depresión posparto y Patrik está constantemente cansado.
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Esta tercera parte de la larga saga de libros de Camilla Läckberg, que acaba de estrenar su octava novela, una vez más, nos sitúa en el pueblo de Fjällbacka, un pequeño pueblo donde curiosamente, no paran de salir a la luz antiguos crímenes sin resolver y dónde todos su habitantes poseen una vida turbia y misteriosa.
Una vez más, la autora, consigue atrapar al lector en un mundo de intrigas y sospechas. Con una gran descripción psicológica de cada personaje, analizando hasta el más mínimo detalle cada aspecto de su personalidad. En mi opinión, en ocasiones, sobran los excesos de detalles y descripciones, haciendo que algunas partes del libro resulten desagradables o en otras ocasiones incluso obscenas.
Aún así, es capaz de reflejar la realidad, quizás con una visión un tanto pesimista de la vida, pero engancha de tal forma que no puedes dejar de leerla.
Parece que los climas fríos se están configurando como el hábitat indicado para la producción de novelas policiacas, de forma que los centroeuropeos triunfan en la construcción de lugares, tramas y personajes. De esta forma la autora escandinava acierta en su tercera novela protagonizada por el detective Patrik Hedström y la escritora Erica Falck. La joven autora de sólo 35 años es una gran admiradora de Agatha Christie, algo que transmite en la forma de enganchar y mantener la intriga viva hasta el final.