Eduardo VII y su tiempo

Reportaje sobre el reinado de Eduardo VII de Inglaterra. Hijo de la reina Victoria y del príncipe alemán Alberto de Sajonia-Coburgo, estuvo casado con la princesa Alejandra de Dinamarca. Su nombre de pila era Alberto-Eduardo, pero adoptó el segundo para reinar. Ascendió al trono en 1901, con sesenta años, y reinó durante una década. Puso fin a la guerra de Transvaal o de los Boers y favoreció la "Entente cordiale" con Francia. Falleció en 1910, sucediéndole su hijo Jorge V.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1956 Juventud
253
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Historia política del reinado de Eduardo VII de Inglaterra en la primera década del siglo XX. El libro comienza con el recuerdo entrañable de la Reina Victoria, madre de Eduardo, que celebró sus bodas de diamante en el trono y falleció con más de ochenta y un años. Eduardo, al que su madre siempre había mantenido apartado de las tareas de gobierno, demostró tener el mismo sentido político que la Reina: fue un soberano constitucional, amante de la paz y supo ganarse el afecto de los que le rodeaban. El tercer gran personaje del periodo y del libro es el Káiser Guillermo II de Alemania, nieto de la reina Victoria y sobrino de Eduardo. Militarista y desequilibrado, trató de compensar sus complejos con una política agresiva y envidiosa de Gran Bretaña. Supuso un quebradero de cabeza para la reina Victoria y para Eduardo, y finalmente desencadenó la guerra europea durante el reinado de Jorge V. Tiene interés la descripción que hace el autor del funcionamiento de la democracia en Gran Bretaña y del papel de la monarquía; de los dos grandes partidos, conservador y liberal, surgidos de las mismas clases sociales; para concluir con la aparición sin sobresaltos en la escena política del partido laborista. Maurois pone como ejemplo del pragmatismo que guiaba a la corona británica el hecho de que la Reina estaba a la cabeza de dos iglesias nacionales: la Iglesia de Inglaterra y la Iglesia de Escocia, "situación contradictoria que no le preocupaba lo más mínimo". También deseaba vivir en armonía con sus súbditos católicos y afirmaba: "Soy su reina y tengo que ocuparme de ellos". El autor concluye que "si la Constitución hubiese exigido de ella que estuviese en la cumbre de una jerarquía musulmana o budista, habría cumplido tales deberes sin escrúpulos". Un libro para interesados en la primera década del siglo XX en Europa.