Yósik, el del viejo mercado de Vilnius

En las calles y callejones de la vieja ciudad de Vilnius, Joseph Buloff creció aprendiendo el arte de la metamorfosis, necesario para sobrevivir durante las ocupaciones sucesivas de cosacos, alemanes, bolcheviques y polacos. la vida urbana, los estruendos, la realidad de la Primera Guerra Mundial.... Todo se combina en este impactante documento histórico de un período durante el cual Europa del Este y el mundo occidental cambiaron para siempre.
Dentro de la tradición de la literatura del absurdo, Yósik, el narrador, relata la caótica historia de su hogar espiritual, el viejo mercado de Vilnius, y el extravagante aprendizaje de un niño judío más pequeño de lo normal, pero con mucha labia y una vívida imaginación. Desgarradoramente divertido e históricamente fidedigno, el libro tiene toda la desbordante vitalidad de aquella vida en la plaza del mercado.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2011 Capitán Swing Libros
394
978-84-938327-9-7

Colección Polifonías.

Traducción de Jacobo Muchnick.

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En un párrafo, págs. 364 y s., de este drama satírico encontramos la definición que el propio autor sostiene sobre el género que utiliza en esta obra:
“Hasta entonces, en todas sus desgracias siempre habían tenido una gran fuente de consuelo: su famoso sentido del humor. Se burlaban de sus propias heridas y se divertían con sus propias tsures. Los por qué y los por cuánto de su dura vida, y en general la misteriosa y enloquecida razón de ser de este mundo, todo eso se lo dejaban a Dios; y para salvarse se quedaban con la risa. Con risas transformaban lo trágico en cómico y lo cómico en ridículo, y así se arrancaban de la miseria de su propia realidad. Sus risas eran el antídoto de sus desgracias, una momentánea liberación, una pausa en su constante lucha por la supervivencia. Con su notable sentido del ridículo forzaban cada situación hasta su extremo, dando vuelta a todo y a todos; reduciéndolos a su cómica absurdidad. Y así habían conseguido salir del régimen zarista y de la ocupación alemana: como patos que salen alegremente de aguas turbulentas sacudiéndose para que se les seque el plumaje y parpándole a tanta necesidad.”
Lituania, una de las tres repúblicas bálticas, pequeñas entre Polonia, Alemania y Rusia, ha visto pasearse por sus ciudades y bosques a los ejércitos de esas potencias que tras vencer al que la previamente la había sometido, se consideraba con derecho a ocuparla y esquilmarla.
La pobreza y la desolación del pueblo lituano que se veía obligado a pagar tributo de hacienda y vidas a los sucesivos invasores es el tema de esta novela. Lituania, su capital, Vilnius, el mercado judío de Vilnius y el joven Yósik son los protagonistas indiscutibles de este drama cómico. La narración de la historia de Lituania se cataliza en Yósik quien nos cuenta su historia, la historia de su familia, la historia de los habitantes del mercado judío, la historia de Vilnius y por ende la historia de Lituania. Y nos lo cuenta como lo haría el Lazarillo de Tormes y el pupilo del clérigo Pablos en el Buscón: satirizando lo trágico que, a puro de increíble, termina siendo cómico. Una visión subjetiva, la expresión surrealista de una realidad terrible.
Yósik sobrevive a las sucesivas invasiones polacas, alemanas y rusas. En medio de tanta desgracia es capaz de sentir los anhelos de cualquier joven que desea salir de la miseria sin abandonar a los suyos, a su familia. Ayuda a los que le rodean y cuando no lo hace siente la comezón de la mala conciencia. Una lucha desigual pues además de lituano es judío.
La vocación y profesión de actor del propio autor le ayudará a sublimar las dificultades de la vida real y le capacitará para vivir otra vida “la comedia, el teatro”. Actor el autor y actor el protagonista, ambos ofrecen a sus vecinos lo que tienen: el poder de la palabra, el poder de la fantasía y de la imaginación.
El mayor peligro que pudiera haber sufrido Yósik no fueron las bombas, los rifles, los soldados enemigos, los invasores… Lo único que hubiese acabado con su optimismo y con sus ganas de vivir fue la desconfianza, la delación de los vecinos que se impuso bajo la dictadura comunista. Y aunque estuvo a punto de sucumbir, encontró en el último momento a una amiga del teatro que le alejó del peligro:
“- Escucha Yósik: si vine con la idea de aceptar tu solicitud de ingreso a la Escuela Marx-Engels, en la que te abrirían los ojos, donde te harían consciente de los tiempos en que estás viviendo y te enseñarían a hablar de modo claro y respetable, si vine pensando en eso (…) me doy cuenta de que me sería más fácil rehacer diez mundos que cambiarte a ti.
(…) Eras y sigues siendo el ridículo lampeduso que contempla los tremendos horrores que sacuden al mundo como si fueran meros capítulos de El conquistador de la muerte contigo en el papel protagonista de Chantille Jeantaigne Delacroix…” pág. 378
Cuando leí la biografía del autor me sorprendió la brevedad de su obra que se reduce a la novela que comentamos. Tras haberla leído me parece de sobra justificada la selección del editor que la sitúa al lado de autores como Pablo Neruda, Miguel Ángel Asturias, Italo Svevo, Günter Grass, Emile Zola o Max Aub.