La balada de Iza

La señora Szöcs es una anciana que acaba de enviudar y que, aunque se siente muy sola, está acostumbrada a vivir en su pueblo. Iza, su hija, decide con las mejores intenciones que su madre se traslade a Budapest. Pero, en la capital, la señora Szöcs no es feliz y empieza a sumergirse en una depresión, hasta que toma la determinación de regresar a su pueblo. Una historia sencilla, intimista y delicada sobre la fragilidad de las relaciones humanas, la incomunicación y el dolor de la pérdida. Magda Szabó es una escritora brillante. Su prosa es excelente y sus historias transpiran una gran calidez humana. La balada de Iza describe, con gran sensibilidad, el enfrentamiento entre generaciones y modos de vida: la madre y la hija, el campo y la ciudad, la quietud y el bullicio…

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2008 Mondadori
288
978-84-397-2131-4
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3.6
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Imagen de Azafrán

En 1963, año de la publicación de La balada de Iza por primera vez, el movimiento feminista, capitaneado por Simone de Beauvoir, está en plena efervescencia en Europa y Norteamérica. En este ambiente defensor del desarrollo personal y profesional de la mujer a la conquista del saber y de la ciencia, siempre pendiente de ocupar los puestos de más alto rango o por lo menos en paridad con el hombre, en este ambiente de lucha de clases (mujeres contra los hombres opresores), escribe la visionaria Madga Szabó esta novela.
Visionaria porque presenta a Iza Szöcs, médico reumatólogo, compendio de belleza –esbelta, alta, de rasgos adolescentes pesa a su madurez, morena de ojos azules- de influyente personalidad y actividad social destacada, como el producto final del feminismo: todo lo que la mujer feminista del medio siglo XX anhelaba conseguir.
Pero Iza Szöcs no es feliz: y entona su balada, su lamento.
¿Quién es Iza? Una niña sumamente disciplinada e inteligente que es capaz de sobreponerse a las dificultades económicas de su padre –un juez justo destituido por ejercer la justicia escrupulosamente y no ceder a chantajes desde el poder comunista- a las carencias de cultura y a la falta de agilidad de su madre. A ambos les colma de regalos y atenciones, aunque parece que le preocupa tanto la felicidad de sus padres, como el deseo de aprobación del resto de la sociedad: reconocimiento social como hija modelo.
Iza se supo someter, desde su infancia y adolescencia, a un riguroso comportamiento con el objetivo de obtener su título académico como médico, primero, su puesto de trabajo después. Y lo consiguió en paridad con su esposo el también médico Antal, quien cansado de ver a su esposa como un competidor, decide divorciarse de ella. Y se va de la casa paterna dejando con pena a sus suegros a quienes trataba como a padres.
Nadie comprende ese divorcio: Iza tampoco. Ese comportamiento es parte de una trama bien tejida con la que la autora nos explica las consecuencias del feminismo a ultranza, el "segundo sexo" (Simone de Bauvoir publica en 1949 Le Deuxième Sex), la pose de la mujer que emplea todas sus energías en lograr su triunfo profesional, en oposición a la mujer retirada por la sociedad y recluida en el hogar, que en la novela está representad por la madre de Iza, Etelka.
El padre de Iza Szöcs, Vince, tiene cáncer. El trabajo de su hija le impide estar a su lado durante los últimos días de su vida. Como le impide acompañar a su madre, Etelka, ya viuda, en sus largos paseos solitarios por Budapest, la ciudad a la que su hija se la llevó inmediatamente después del fallecimiento de Vince.
Etelka no podía vivir la vida que Iza se había construido. Una vida acorde con su posición social y con sus conquistas profesionales. Una vida volcada en su trabajo que la absorbía y le impedía darse cuenta de la inseguridad y de la angustia que arrastraban a su madre hasta el aislamiento y la depresión.
Una vida dedicada al triunfo profesional que terminó por aislarla de los más próximos y la incapacitó para cualquier relación amorosa.
Para mayor claridad del perfil psicológico de la mujer feminista, Magda Szabó, incluye en la novela un personaje antagonista de Iza: Lidia, una enfermera, física e intelectualmente inferior a ella. Una enfermera más joven que Iza y que siente una gran admiración por la doctora. Y que se enamora de Antal, el ex marido de Iza. La autora señala que quiere una vida a su lado para compartir con él todo tipo de conversaciones banales, para ocuparse de él y de sus cosas. Ese rasgo femenino del que carece Iza: la preocupación y la ocupación del propio tiempo con las cosas intrascendentes del hombre amado, de la familia. También fue Lidia quien asistió a Vicen y Etelka en el trance de la muerte.
Antal, el ex marido de Iza, amaba tanto a sus suegros que compra la casa paterna a Iza y se va a vivir a ella, con todo el ajuar que aquella familia utilizaba. Se ocupa de los rosales del jardín y de la mascota –Capitán, un conejo negro- que había convivido con Vice y Etelka.
La vida de Antal tampoco fue fácil: nacido en la familia de un aguador, desde su trabajo en el barro y con ayudas sociales, consiguió alcanzar el título de médico. Un hombre luchador que tenía tiempo para preparar el café del desayuno y para tratar con cariño a sus suegros.
Antal rehace su vida al lado de Lidia. Iza intenta lo mismo con un escritor de la capital, Domokos. La relación que Iza mantiene con su madre en Budapest y el final desastroso que termina con la vida de la anciana hacen comprender a Domokos que Iza es una mujer fría y distante. Así que la novela termina con la soledad total de Iza, en medio de la cual recuerda el cariño de su padre y de su madre.

Imagen de cdl

En 1963, año de la publicación de La balada de Iza por primera vez, el movimiento feminista, capitaneado por Simone de Beauvoir, está en plena efervescencia en Europa y Norteamérica. En este ambiente defensor del desarrollo personal y profesional de la mujer a la conquista del saber y de la ciencia, siempre pendiente de ocupar los puestos de más alto rango o por lo menos en paridad con el hombre, en este ambiente de lucha de clases (mujeres contra los hombres opresores), escribe la visionaria Madga Szabó esta novela.
Visionaria porque presenta a Iza Szöcs, médico reumatólogo, compendio de belleza –esbelta, alta, de rasgos adolescentes pesa a su madurez, morena de ojos azules- de influyente personalidad y actividad social destacada, como el producto final del feminismo: todo lo que la mujer feminista del medio siglo XX no ha conseguido aún.
Pero Iza Szöcs no es feliz: y entona su balada, su lamento.
¿Quién es Iza? Una niña sumamente disciplinada e inteligente que es capaz de sobreponerse a las dificultades económicas de su padre –un juez justo destituido por ejercer la justicia escrupulosamente y no ceder a chantajes desde el poder- a las carencias de cultura y agilidad de su madre. A ambos les colma de regalos y atenciones, aunque parece que le preocupa tanto la felicidad de sus padres, como su deseo de aprobación del resto de la sociedad, su reconocimiento social como benefactora, hija modelo.
Se ha sometido desde su infancia y adolescencia a un riguroso comportamiento destinado a conseguir su título académico como médico, primero, su puesto de trabajo después. Y lo ha conseguido en paridad con su esposo el también médico Antal, quien cansado de ver a su esposa como un competidor, decide divorciarse de ella. Y se va de la casa paterna y deja a sus suegros a quienes trataba como a padres.
Nadie comprende ese divorcio: Iza tampoco. Ese comportamiento es parte de la trama bien tejida con la que la autora nos explica las consecuencias del feminismo a ultranza, el “segundo género”, la pose de la mujer que emplea todas sus energías en lograr su triunfo profesional, y además, lo consigue.
El padre de Iza Szöcs, Vince, tiene cáncer. El trabajo de su hija le impide estar a su lado durante los últimos días de su vida. Como le impide acompañar a su madre, Etelka, ya viuda, en sus largos paseos solitarios por Budapest, la ciudad a la que su hija se la llevó inmediatamente después del fallecimiento de Vince.
Etelka no podía vivir la vida que Iza se había construido. Una vida acorde con su posición social y con sus conquistas profesionales. Una vida volcada en su trabajo que la absorbía tanto que no pudo darse cuenta de la inseguridad y de la angustia que arrastraban a su madre hasta el aislamiento y la depresión.
Una vida dedicada al triunfo profesional que terminó por aislarla de los más próximos y la incapacitó para la relación amorosa.
Para mayor claridad del perfil psicológico de la mujer feminista, Magda Szabó, incluye en la novela un personaje antagonista de Iza: Lidia, una enfermera, física e intelectualmente inferior a ella. Una enfermera más joven que Iza y que siente una gran admiración por la doctora. Y que se enamora de Antal, el ex marido de Iza. La autora señala que quiere una vida a su lado para compartir con él todo tipo de conversaciones banales, para ocuparse de él y de sus cosas. Ese rasgo femenino del que carece Iza: la preocupación y la ocupación del propio tiempo con las cosas intrascendentes del hombre amado. También fue Lidia quien asistió a Vicen y Etelka en el trance de la muerte.
Antal, el ex marido de Iza, amaba tanto a sus suegros que le compra la casa a Iza y se va a vivir a ella, con todo el ajuar que aquella familia utilizaba. Hasta se queda con los rosales del jardín y la mascota –Capitán, un conejo negro- que había convivido con Vice y Etelka.
La vida de Antal tampoco fue fácil: había nacido en la familia de un aguador y desde su trabajo en el barro y con ayudas sociales consiguió alcanzar su título de médico. Un hombre luchador que tenía tiempo para preparar el café del desayuno y para tratar con cariño a sus suegros.
Antal rehace su vida al lado de Lidia. Iza intenta lo mismo con un escritor de la capital, Domokos. La relación que Iza mantiene con su madre en Budapest y el final desastroso que termina con la vida de la anciana hacen comprender a Domokos que Iza es una mujer fría y distante. Así que la novela termina con la soledad total de Iza, en medio de la cual recuerda el cariño de su padre y de su madre.

Imagen de JANA

Esta novela me parece un estudio exquisito sobre la soberbia humana, una mujer aparentemente perfecta, dada a los demás, que se destruye a sí misma, a su matrimonio y a sus padres por tener un ego hipertrofiado y una mente excesivamente racional. Es una novela para darle a leer a profesionales brillantes que descuidadn lo esencial en sus vidas.

Imagen de wonderland

La presente novela, ambientada en el comunismo tardío de los 80, cuenta apenas unos días de la vida de Iza, una doctora cuya entrega y compromiso social todo el mundo admira, pero que en lo hondo no encuentra la llave para abrir su corazón a otro amor que no sea el propio. La estructura recuerda efectivamente a la de una balada musical, y su fluidez melancólica y sostenida revela el pulso magistral de la autora, aunque puede cansar al lector poco habituado a alardes psicologistas, proustianos.

El padre de Iza muere en la casa de provincias familiar. Iza decide llevarse a su madre viuda a vivir con ella, en el piso que tiene en Budapest. Pero la anciana, que acusa su pena y sus maneras pausadas de otra época, se revela incapaz de adaptarse a la gran ciudad y a las costumbres modernas de su hija. Ella, además, arrastra el recuerdo de su fracasado matrimonio y trata de taparlo con un novio al que parece utilizar más que entregarse. La inquietud de la anciana será el catalizador de un nuevo drama en la familia.

Szabó se sirve del estilo indirecto libre para enfocar alternativamente los acontecimientos desde la conciencia de los distintos personajes: Iza, el primer marido de Iza, su madre, su nuevo novio, principalmente. Este procedimiento le permite ahondar con una agudeza casi angustiosa en la descripción de la cotidianidad –siempre significativa, nunca gratuita o banal– y en la psicología humana, que es, al cabo, el objetivo de su preceptiva literaria.

Nunca entra a juzgar comportamientos, aunque el lector llega inevitablemente a una conclusión: la más férrea integridad de carácter puede originar un narcisismo tan sutil como doloroso, una soledad inexplicable, blindada frente al amor.