Los restos del día

Inglaterra, julio de 1956. Stevens, el narrador, durante treinta años ha sido mayordomo de Darlington Hall. Lord Darlington murió hace tres años y la propiedad pertenece ahora a un norteamericano. El mayordomo, por primera vez en su vida, hará un viaje. Su nuevo patrón regresará por unas semanas a su país y le ha ofrecido al mayordomo el coche, que fuera de Lord Darlington, para que disfrute de unas vacaciones. Stevens, en el antiguo, lento y señorial auto de sus patrones, cruzará Inglaterra durante días rumbo a Weymouth, donde vive la señora Benn, antigua ama de llaves de Darlington Hall. Jornada a jornada Ishiguro desplegará ante el lector una novela perfecta de luces y claroscuros, de máscaras que apenas se deslizan, para desvelar una realidad mucho más amarga que los amables paisajes que el mayordomo deja atrás.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2001 Anagrama
251
2015 Anagrama
256
978-84-339-2842
Valoración CDL
4
Valoración Socios
3.8
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Imagen de Pipa

Gran novela en ambiente británico. Mitad de siglo XX.
Stevens, protagonista y narrador, es el mayordomo en Darlington Hall. Durante treinta años ha estado sirviendo a Lord Darlington, que murió tres años antes. Actualmente la propiedad pasó a un americano.
Stevens es un gran profesional, destaca por su lealtad y su firme convicción de que haciendo bien su trabajo, contribuye a lograr los objetivos que su amo se proponía: la paz en el mundo.
La novela se estructura en seis capítulos: el primero un prólogo que nos sitúa; el resto corresponden a los seis días que dura el viaje que realiza.
Toda la narración se desarrolla en un doble plano. Unos, externo, el viaje, los paisajes, las incidencias que van ocurriendo; el otro es la rememorización de los recuerdos que tiene alrededor del ejercicio de su trabajo.
Stevens es la primera vez que sale de Darligton Hall en el coche de su amo, a propuesta de éste. Y se dirige al encuentro con Miss Keeton, antigua ama de llaves, con la que coincidió el tiempo que esta trabajó en la misma casa que él.
Mientras admira y describe paisajes y ciudades por las que va pasando, su cabeza no para de recordar momentos memorables que perfilan bien su oficio.
Muy bien escrita, es una delicia encontrarse con personajes a los que gusta su trabajo, en el que desarrolla muchos valores positivos (laboriosidad, el cuidado de las cosas pequeñas, la lealtad, el equilibrio, la serenidad,…), aún a costa de perderse vivir grandes momentos (como la de no poder estar en la muerte de su padre, o no divisar la posibilidad de un enamoramiento con una compañera de trabajo). No expresa sus sentimientos, lo cual no significa que no los tenga.
El poner el éxito de su vida en que su señor lo obtenga, sin plantearse nada que no sea de su incumbencia, o si es o no ético… Esa permanente seriedad es parte de su oficio. Y al final se plantea que tal vez deba cambiar su sentido del humor (251).
Otros personajes, controvertidos en la historia, los vemos aquí con la visión que Stevens nos plantea sobre ellos. Lord Darlington, por ejemplo, criticado por sus actividades “extra oficiales”, como mediador entre Inglaterra y Alemania, Stevens lo presenta manifestando la buena intención que tenía su amo, injustamente criticado por quienes no lo conocían. La realidad era que fue manipulado como un títere al servicio de Hitler.
Stevens es observador, pero acrítico. No se mete si no es de su competencia. Mr. Cardinal, hijo, el periodista, será quien le abra los ojos, quedando con ello, muy confundido.
Y en medio una historia de amor, la de Mistress Benn, antes Miss Keeton, casada y a la que va a ver. Tal vez hubiera podido casarse con él, si… Pero para qué hablar de lo que pudo ser y no fue.
En conjunto es una novela estupenda, interesante, elegante, y que creo puede gustar. Y ser instrumento para una buena sesión de libroforum.

 

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La literatura inglesa tiene muchas sorpresas que darnos y una de ellas es este autor, japonés de nacimiento y británico de adopción. Su prosa es sencilla, igual que el relato, que fluye suavemente. Mr. Stevens es un ser simple, un mayordomo que ha encontrado el sentido de su vida en servir eficientemente a su señor. Nadie como un japonés puede hacer un canto a la lealtad y la dignidad encarnadas en este caso en un mayordomo británico. La obra tiene un fondo de melancolía consecuencia del transcurrir del tiempo. Lord Darlington, a quien Stevens entregó lo mejor de su vida, ha fallecido en circunstancias penosas. El mayordomo ha pasado, en un mismo lote con la casa, a manos de un norteamericano. Ahora tiene que atender con cuatro criados una mansión que antes ocupó a treinta. "Cometo pequeños errores"- lamenta. El transcurrir de la vida tiene para las personas un sentido inevitable de decadencia, pero, como señala el autor, no hay que lamentar el tiempo pasado. El futuro raramente será más halagüeño, el presente nos puede ocupar e incluso herir, pero el pasado, saber que se ha cumplido con el deber de cada instante; perfectamente ejemplificado en la vida de un mayordomo; eso no nos lo puede quitar nadie. Como enseña Victor Frankl en "La vida en busca de sentido", sean cuales sean el presente y las expectativas de futuro, siempre podemos sentirnos razonablemente satisfechos del tiempo pasado. Una buena lectura para tiempos de crisis personal.

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Hermoso libro, de una sutileza genial. Muy bellamente escrito. Este autor será grandioso y así lo está demostrando. No os perdais Nunca me abandones.

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Esta novela constituye una lúcida y amarga reflexión acerca de la vacuidad y esterilidad de tantas vidas humanas, reflejadas en la narración de un típico mayordomo inglés que, en primera persona, va recordando los distintos pormenores que han jalonado su experiencia laboral, para acabar constatando cómo ha malgastado su vida de forma estúpida y -lo que es peor- irrecuperable.

Los restos del día, es a la vez una terrible historia de amor y una sobrecogedora visión de la impotencia que siente un ser humano cuando alcanza a comprender que ha renunciado a su vida a cambio de haber cumplido con lo que creía que era su deber. El éxito de esta novela, radica no sólo en su extraordinaria presentación de unos personajes típicamente ingleses, sino también en su minuciosa reconstrucción histórica de los acontecimientos posteriores a la II Guerra Mundial.