Todo esto existe

Esta es la historia de una fascinación mutua, la de un hombre y una chica que se cruzan cuando la vida les da la espalda. Si nadie la explicara, si nadie la leyera, esta sería tan solo una más de las infinitas historias escondidas tras las ventanas de medio mundo: una novela sobre los lugares impensables en los que encontramos cobijo, la historia de dos personas que construyen un universo donde creer que todo puede ser mejor.

Corren los años ochenta y Alexéi, director de un colegio en una ciudad de Ucrania, se derrumba. Su mujer le ha dejado y sus días siguen un patrón inalterable: por las noches bebe hasta perder el sentido y por las mañanas, en la escuela, lucha por esconder sus miserias. Desde su despacho observa a los alumnos durante el recreo y se empieza a fijar en una chica que siempre anda sola. Pronto ella le revelará la realidad que esconde y él decidirá ayudarla ocultándola en su piso.

 

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2020 Literatura Random House
400
978-84-397-3663-9
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Novela sobre la soledad y la convivencia con el trasfondo histórico del desastre nuclear de Chernóbil. Ambientada en los años ochenta, la acción se desarrolla sobre todo en la ciudad de Prípiat (hoy una ciudad fantasma), situada al norte de Ucrania a tan solo veinte kilómetros de la central nuclear, cuyo reactor explotó. Los protagonistas son Alexéi e Irina: él, de 42 años, director de un colegio, se acaba de separar de su esposa Helga tras diez años de matrimonio; el bloqueo emocional, la angustia y la ansiedad desembocan en su adicción a la bebida, en un estado permanente de alcoholismo. En cuanto a Irina, es una alumna del colegio que va a cumplir dieciséis años, siempre sola e introvertida, con frecuentes moratones, parece sufrir algún tipo de maltrato en su hogar. Así pues, Alexéi decide acogerla en su casa durante dos años (un secuestro consentido) hasta que sea mayor de edad. Pero la catástrofe nuclear truncará sus planes.

Se trata de la primera novela de Íñigo Redondo (Bilbao, 1975), cuya carrera literaria se inició con la poesía, tal y como demuestra con el lenguaje cuidado y preciso de su obra narrativa. Como él mismo ha comentado en diversas entrevistas, para esta obra “necesitaba una ficción sencilla (casi solo dos personajes)… para poner en valor el paisaje, el suceso, la catástrofe que lo determina todo”. Impresionado por las imágenes de la devastación y la desolación de Prípiat tras la explosión nuclear del 26 de abril de 1986 en Chernóbil, el autor tuvo la oportunidad de viajar en 2011 a Kiev y encontrarse directamente con la realidad que tanto le había conmovido en los reportajes de la televisión. De esta forma, una vez más la ficción se pone al servicio de la realidad para rememorar el pasado.

Con un lenguaje sorprendente, poético y efectivo en sus descripciones, el relato se inicia con una visión histórica del territorio ucraniano, invasiones y pueblos, poder y esclavitud, que va dando paso, poco a poco, a la historia de los protagonistas. A partir de ese momento, en la obra destacan los diálogos (sin signos de puntuación introductorios), de frases breves y cortantes, que delimitan y conforman a los personajes. Para el autor, la novela nos habla de héroes corrientes, vulgares, pero “el héroe anónimo que hay detrás de cada ventana también es débil y miedoso, y le aterroriza la soledad”. Quizá por eso, la obra se cierra con un final espeluznante donde no cabe la categoría de héroe: el heroísmo se desvanece ante la necesidad de sobrevivir, el egoísmo y la propia supervivencia cercenan la humanidad, sin compasión: “Hasta dónde llega el humano que somos. Dónde deja de estar. Dónde termina”.