La tarde de un escritor

Una tarde de diciembre, a la luz cambiante del ocaso, un escritor sentado a su mesa de trabajo decide dar un paseo por el mundo, deambular por patios, plazas y callejuelas, perderse por arrabales y volver a su casa amparado ya en la oscuridad.

En el camino quedará una doble huella: la de la mirada hacia lo exterior y la de la duda que contempla lo que está dentro de sí. Pero todo será visto como si fuera la primera vez, como si al cerrar los ojos la realidad apareciera en su verdad más pura.

Con La tarde de un escritor, Peter Handke, uno de los más grandes creadores en lengua alemana, prosigue su indagación en las relaciones del hombre consigo mismo y con lo que está a su alrededor.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2006 Alfaguara
120
978-84-204-7011
Valoración CDL
2
Valoración Socios
2.5
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Imagen de JavierCanals

Cuando Peter Handke recibió el premio Nobel, que aceptó a diferencia de lo que había hecho anteriormente con otros prestigiosos premios, se levantó una ola de indignación relacionada con determinadas opiniones políticas de Handke en relación con las guerras que pusieron fin a la antigua Yugoeslavia. Como si fuera tan sencillo decidir quiénes son los Buenos y los Malos en cualquier contienda. Handke siguió a lo suyo, como ha hecho toda su vida. Y siguió escribiendo, porque no sabe o no quiere hacer otra cosa.
No es fácil meterse en el mundo literario de Handke. Sus libros no tienen casi trama. Al contrario, encierran innumerables ideas, apreciaciones, observaciones de la realidad y del lenguaje, y un ritmo sosegado, que hay que asumir para poder leer sus ensayos y relatos.
La tarde de un escritor es una reflexión permanente sobre lo que hace un escritor —uno en particular, pero con pretensiones de universalidad— en una tarde de invierno, después de haber llenado de tinta una nueva página de su libro. Encontramos muchos elementos utilizados generalmente en estas descripciones: capacidad obsesiva de observación, introspección casi narcisista, moverse sobre el agudo filo que separa la autoestima del autoodio, evitar y explorar a sus lectores, sin llegar realmente a conocerlos, y la búsqueda de un estado de paz consigo mismo y con el mundo que, como todos sabemos, no es tan fácil de alcanzar.
Si alquien se decide a leer uno de sus libros, le recomiendo que se prepare antes de hacerlo. Que vaya frase por frase, sin caer en la tentación de dirigir los ojos hacia el siguiente párrafo para ver si ahí «pasa algo». Si lo hace así, y consigue desvincularse del ritmo frenético que nos acecha en todo momento, estoy seguro de que disfrutará.

Imagen de José Ignacio Peláez Albendea

El título responde a la realidad: una tarde de un escritor encerrado en su casa y en su soledad, que sale a dar un paseo por la calle y observa, mudo, lo que sucede a su alrededor. El escritor “está convencido de que ha perdido el habla” y de hecho, no habla en todo el relato, pero observa con interés y atiende a las personas con las que se cruza, algunas de las cuales le reconocen con admiración como escritor y le dicen cosas. El relato culmina con un encuentro con su traductor y una confesión del autor: “ya en el hecho de aislarme y hacer mi vida aparte para poder escribir reconocí mi derrota como persona adscrita a una sociedad; yo mismo me excluí de los demás para el resto de mis días. Y aunque siga aquí sentado hasta el final entre la gente, y me saluden, me abracen y me hagan partícipe de sus secretos, yo nunca seré uno de ellos”. El texto refleja muy bien la soledad del escritor y, en cierto modo, su sensación de extrañamiento sobre el mundo que le rodea. La escritura es sobria, escueta y en tercera persona, lo que contribuye al mensaje del libro.

El autor es el recientemente proclamado Premio Nobel de Literatura 2019, con una obra extensa. Esta es una obra menor dentro de la producción de Peter Handke.