Novela policiaca ambientada en Aquisgrán (Alemania). Sus protagonistas son dos policías de la comisaría de esa ciudad, Menkhoff y Seifert. Estos investigan la supuesta desaparición de una menor a manos de un pederasta.
Para los policías el sospechoso es el doctor Lichner, un psiquiatra. Éste ya había cumplido condena por el secuestro y asesinato de una niña, pese a lo cual siempre había mantenido su inocencia y existen sospechas de que las pruebas que condujeron a su condena habían sido alteradas por la policía.
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Hay novelas policiacas en las
Hay novelas policiacas en las que el protagonista es el policía que las investiga. Es el caso de El psiquiatra. El inspector jefe Berndt Menkhoff nos recuerda algo a Wallander, el personaje creado por Henning Mankell, pero el sueco es más equilibrado lo que le hace también más creíble. El investigador alemán es un personaje extremo, excesivo.
Al comienzo de la novela, Menkhoff advierte a su ayudante que no debe dejarse llevar por los sentimientos a la hora de investigar un crimen, a fin de no perder la objetividad, pero él es el primero en infringir esa máxima. Cuando descubre que el sospechoso de la nueva desaparición es el doctor Lichner, que ya había cumplido condena por los mismos motivos, el inspector se deja llevar por una furia ciega. Por otra parte, el policía había estado relacionado con Nicole Klement, la querida del psiquiatra, lo cual se sale de lo que es normal para cualquier policía.
Otro detalle llamativo -por no decir molesto- de la novela, es que el autor va alternando los capítulos entre las investigaciones de 1994, que llevaron a la condena de Lichner, y la de 2009, año de la nueva desaparición, en el que transcurren la acción y el relato. Cada capítulo va encabezado por una fecha, 1994 o 2009, y el lector deberá fijarse en ellas para aclararse entre las dos actuaciones relacionadas.
Nos encontramos, en fin, ante una novela de entretenimiento que se lee muy rápidamente. Ideal para un viaje. El autor introduce episodios inverosímiles e incluso de relleno que desagradarán al lector, pero que hacen que no sea posible descubrir al culpable del crimen hasta el final de la novela.