Mi precio es ninguno

Estamos en 1996. Desde hace años Max Lomas parece vivir solo para la decadencia. Suele matar su tiempo en El Gato Azul, un bar de mala muerte de la noche madrileña. No pierde, sin embargo, la esperanza de saldar cuentas con el pasado. Y en efecto, como una ráfaga de vida, este vuelve de golpe una noche cuando la mujer a la que querría haber olvidado, y de la que sin embargo recuerda cada detalle, reaparece en su vida: Elsa, su gran amor y la causa de su ruina seis años atrás; Elsa, que ahora necesita ayuda para salvar a su hermana de las garras de su excompañero en el País Vasco, García. Mientras decide si puede o no volver a confiar en ella, y con la desaparición de tres kilos de cocaína como excusa, Max sabe que ha llegado el momento de tomarse su revancha...
 

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2021 Siruela
276
978-84-18708-39-8
Valoración CDL
2
Valoración Socios
2
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Martín Casariego continua con la historia de su anterior novela, Yo fumo para olvidar que tú bebes, publicada en 2020, y con los mismos personajes, Max Lomas, su adorada Elsa y su hermana Rosa y su excompañero Alfredo García, ahora enemigo suyo.

Como ya era habitual, Max no deja de beber wiski DYC y Elsa no deja de fumar. Precisamente en la taberna de siempre, donde Max ha pasado a tomarse una copa aparece Elsa elegantemente vestida. Todos los odios de Max se desploman ante su belleza y ante el amor que tiene por ella, disipándose en parte la traición a la que fue sometido y que le llevo a recibir una bala en una rodilla y andar un poco cojo. Elsa le pide ayuda para su hermana que ya es toda una mujer pero que se ha liado con un niñato que le ha robado a García 3 kilos de Coca y los quiere recuperar y darles un escarmiento. Lomas se mantendrá entre un sí y un no, ya que no se fía mucho, pero acabará cayendo en la trampa y hasta el final que, discurrirá en la misma tasca del gato, no se sabrá bien lo que realmente ocurrió.

Sin duda estamos ante una novela negra, donde lo fundamental son los delincuentes, los protagonistas, porque realmente todos son delincuentes, incluido Lomas, aunque en algunos momentos pueda parecer lo contrario por su buen corazón. Es un personaje desarraigado, que, aunque culto, voraz lector, y amante de la belleza, se mueve en la “cutrez” de maravilla: las malas palabras, las blasfemias, no pueden quedar tapadas por sus citas cultas o las letras de las canciones del momento. Estamos en 1996 y ya la sociedad está muy degradada y él es parte de esa degradación. Es uno de estos policías o investigadores que la novela actual tanto aplaude, como lo hizo con los policías nórdicos, hasta que se cansó de ellos y, con Max Lomas, es posible que pase lo mismo.

El final de la novela es toda una tragedia que hará que los sucesivos episodios tengan que cambiar de discurso, pero, Casariego ha dejado la puerta abierta para su continuación. En su conjunto hay que valorarla bien, ya que está bien escrita y mantiene un buen ritmo, pero es absolutamente descarnada, amoral, a pesar de los toques de humor e ironías que se dan con frecuencia en los diálogos. Como la anterior, tiene la peculiaridad de las citas literarias o de películas, de las que en el apéndice final, por capítulos, se da noticia exacta.