La fiesta en el jardín y otros cuentos

Relatos que describen emociones a flor de piel, donde los buenos sentimientos vencen siempre. Esos sentimientos son los de la enamorada, el amor de una pequeña por su padre, el de un padre por su esposa que da a luz… Muestran alegría de vivir y arrancan la sonrisa al lector.

Katherine Mansfield (Wellington, Nueva Zelanda, 1888-Fontainebleau, Francia, 1923) tuvo una vida corta y una corta vida literaria. Pero sus cinco volúmenes de cuentos, que constituyen toda su obra (o casi, pues también contamos con su diario y sus cartas íntimas y un puñado de poemas y artículos críticos no faltos de interés), han bastado para convertirla en una de las más grandes (si no la más grande) narradoras del siglo XX.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2008 Juventud
254
978-84-261-1385-6
2018 Espuela de plata
168
978-84-17146-57-3

Traducción de José María Souvirón

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Selección de ocho cuentos de la célebre escritora Katherine Mansfield (1888-1923). Se trata de ocho relatos breves en los que la autora pretende describir la vida cotidiana y las relaciones sociales de diferentes clases y ambientes (especialmente, las clases medias cultivadas, a las que ella misma pertenecía) y, sobre todo, bucear por debajo de su apariencia y su superficialidad. Así el primer relato que da título al libro, La fiesta en el jardín (1922), presenta los preparativos de una fiesta de clase acomodada que se ve alterada por un accidente en el que muere un obrero, que deja mujer e hijos pequeños. La intrascendencia de la fiesta, la banalidad de las conversaciones y de las risas, la preocupación por las flores y los bocaditos de la merienda se oponen a la muerte y a la desdicha de una pobre familia: de esta manera, la autora enfrenta frivolidad y tragedia, placer y dolor que conviven sin anularse en la vida real.

Como afirma Laura Freixas (Revista de Libros), el objetivo de Mansfield en sus cuentos  es “plasmar el terrible dramatismo oculto tras la bonanza aparente de la vida”, por ejemplo, a través de la muerte o de la enfermedad, o bien por el desmoronamiento del amor, como ocurre en La lección de canto, donde “se marchitaron las rosas del placer” que en un instante pueden destrozar la existencia. De esta forma, su mayor habilidad en los relatos es la incesante alternancia o la mezcla de hermosura y espanto, lo dramático y lo cómico, lo mezquino con lo sublime, como sucede en El vaivén del péndulo y El cansancio de Rosabel, cuyas protagonistas parecen dejarse llevar por sus deseos de conseguir el bienestar material a toda costa (vestidos, restaurantes, lujo...), ¿hasta dónde estarían dispuestas a llegar? En ellos, la autora parece condensar una enseñanza moral donde los buenos sentimientos vencen siempre: la honradez, la honestidad, la ayuda a los necesitados. Y, del mismo modo, en su obra también hay espacio para el cariño familiar, los miedos infantiles y la relación con los padres y los hermanos, como el interesante relato titulado La niña.

Por todo ello, a pesar de su corta vida (falleció con 34 años) y de su breve vida literaria, Katherine Mansfield fue una autora muy admirada en su época y su fama llega hasta nuestros días. Entre su primer libro, En una pensión alemana (1911), y el último, Algo pueril y otros cuentos (1924), publicado un año después de su muerte, apenas habían transcurrido trece años. Pero sus cinco volúmenes de cuentos unidos a su diario, sus cartas y algunos poemas y artículos, han bastado para convertirla en una de las grandes narradoras del siglo XX.

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Katherine Mansfield está considerada como una de las más distinguidas escritoras inglesas. Su vida fue una constante negación de su entorno, un rechazo de su ubicación social, una impugnación de su tiempo. Este libro es un compendio de sus mejores cuentos, que se distinguen principalmente por los admirables tipos femeninos que supo crear, llenos de una delicada piedad y por la suavidad con que la autora los pinta en el sufrimiento y la desesperación. La selección está encabezada por Fiesta en el jardín: La historia trata sobre una fiesta que dan los Sheridan. Cuando Laura - una de las hijas - sabe que ha muerto un vecino cuya familia oirá todo el jolgorio, propone suspender la fiesta. Pero su madre le dice que su propuesta es ridícula, y ella duda: «“¿Tendrá razón mamá? —pensó. Y empezó a desear que sí, que la tuviese— ¿De verdad me estoy mostrando extravagante?” [...] Volveré a pensar en ello cuando termine la fiesta, decidió. Y, por alguna razón, le pareció que aquella era la actitud más sensata». Mansfield suele presentar siempre con cierta ironía y sutileza elementos presentes habitualmente en la imaginación humana: el jardín, los ciclos anuales, la ambigüedad de los rituales, el más allá. En este caso, es la cercanía de la muerte y la relación con la vida, su sentido. Es así como sus historias se basan en conflictos psicológicos, y sutiles observaciones. Ciertos críticos han advertido en ella influencias de Chejov y de Baudelaire.