Protagonizada por los policías Antonia Scott y Jon Gutierrez, forma parte de una heptalogía que el editor llama el Universo Reina Roja. Rey Blanco fue publicado en 2020 y después han visto la luz dos novelas más de esta serie.
En Rey Blanco los policías tienen que investigar varios crímenes que, como es corriente, resuelven con éxito y esfuerzo.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
---|---|---|---|---|
2024 | Penguin Random House Grupo Editorial |
524 |
978-84-1314-481-8 |
Subtítulo: El final es solo el principio. |
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Hace algún tiempo había leído
Hace algún tiempo había leído Reina Roja y la recordaba como una novela entretenida y fácil de leer, por ello, cansado de libros densos, me hice con el Rey Blanco, que no ha resultado ni fácil ni entretenido.
Encuentro en él los mismos defectos que veía en Reina Roja pero más acentuados. Antes que nada da la impresión de que fuera necesario haber leído los anteriores para entender algunos de los pasajes. Encontramos también saltos en el relato que lo hacen menos comprensible, y un lenguaje áspero, a ratos ininteligible, con algunos casticismos -lo cual es de apreciar- y abundantes solecismos que no agradan. Hay un par de capítulos directamente comprensibles, diríamos que normales en una novela policíaca, y varios cientos de páginas prescindibles.
Lo mejor es el perfil de los dos investigadores, Scott con una limitación del espectro autista y Jon, que no termina de entender a su compañera pero confía en ella. Da la impresión de que la deficiencia cognitiva de Antonia Scott liberase al autor de escribir con una mayor coherencia. Hay que alabar la gran imaginación y capacidad de trabajo del autor, que prácticamente ha publicado una novela al año. Tiene su mérito publicar una novela de quinientas páginas casi sin contenido. Por ejemplo, ¿Serías tú capaz de entender el subtítulo?
Hay dos momentos rechazables en el texto. Uno de ellos es directamente blasfemo sobre "la auténtica naturaleza de Dios": "La infinita y criminal indiferencia del Creador por sus criaturas (...). Es ahora cuando ves la cara oculta de Dios sin intermediarios. Lo muchísimo que todo se la suda" (pág.398). Esta última frase resulta expresiva acerca de la delicadeza del autor no solo para hablar de Dios sino de muchas otras cosas.
Por ejemplo, en la página 148 se refiere, sin venir a cuento, a la Clínica Psiquiátrica López Ibor. Afirma que se pagó "con el dinero que el buen doctor ganó curando [el subrayado es del autor] a homosexuales durante el franquismo. Las curas incluían lobotomías y tratamientos de electroshock, realizados sin el consentimiento de los pacientes. Bastante lucrativos". Cuando se hacen afirmaciones tan serias -sería mejor decir denuncias- habría que acreditarlas, y el autor, o al menos el editor, deberían haber incluído una nota a pie de página o en cualquier otro lugar.
En todo caso son tópicos. El primero sobre Franco y el franquismo. Cuando nació el autor Franco llevaba dos años enterrado, por lo que Gómez-Jurado del franquismo solo puede tener referencias de terceros. El segundo es una burla sobre la curación de la homosexualidad, algo que solo se ha planteado recientemente por influencia del loby gay. Por poco que sepamos sobre psiquiatría la lobotomía y el electrosohck no tienen nada que ver con la orientación sexual del sujeto, y por poco que sepamos de derecho nos basta para saber que aplicar esos tratamientos sin el consentimiento de los representantes legales del paciente es un delito.
Por último, incurre en el tópico de considerar a la clínica psiquiatrica como un negocio "bastante lucrativo". Seguramente más que escribir novelas. Parece como si el autor tuviera alguna cuestión personal con esa clínica sobre la que se manifiesta tan acremente. Tampoco debemos asustarnos por ello, porque las cuestiones psiquiátricas son un terreno muy delicado. Desde mi punto de vista la novela no aporta nada al lector, ni siquiera entretenimiento, más bien disgusto. Juan Ignacio Encabo Balbín.