A principios de noviembre de 1756, Giacomo Casanova llega a Bolzano, en el norte de Italia, huyendo de Venecia, en donde se ha evadido de su tristemente famosa cárcel de los Plomos. Esta fuga, narrada por Casanova culminará en un breve encuentro con la única mujer a la que ama y única también a la que no ha seducido
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2003 | Salamandra |
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Título original:Vandegjatek Bolzanoban. Traducción de Judit Xantus Szarvas. |
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(de Ángel García Prieto).El argumento es bien simple y previsible en una historia galante. El conde de Parma, tan poderoso como viejo y su cautivadora y joven esposa, por el amor a la cual Casanova algunos años atrás perdió un duelo, le esperan en Bolzano. En esos pocos días la pequeña ciudad italiana se conmueve con la llegada de tan inquietante personaje y se prepara para ser testigo de una espléndida historia de amor y de soledad. La contraportada de la edición cuenta demasiados pasos de la novela, que deberían guardarse para la lectura del libro, pues no deja de haber recursos muy sugestivos de tensión narrativa hasta el mismo final del relato. Quizá se puede decir que a la narración le sobran un buen número de páginas, pues aunque están llenas de una rica prosa, descripciones ambientales perfectas y recursos líricos, son un prólogo dilatado del verdadero cuerpo de la trama, que se desarrolla en los cuatro o cinco últimos capítulos.
En fin, una novela que tras la presentación frívola y ligera de una farsa galante encierra, como el disfraz carnavalesco del relato, una lección de amor tan auténtico que necesita hacerse novela, para transcenderlo a su realidad más honda.
Dos hombres, una mujer y la huella imborrable del tiempo. La tercera obra de Márai en abordar estos elementos universales, culmina con un conmovedor duelo verbal y psicológico, de múltiples connotaciones, que invita a la reflexión. Y aunque en esta ocasión, Márai haya escogido un personaje histórico como Giacomo Casanova, el desarrollo de la narración deja bien claro que, más allá de su dimensión real, el famoso gentilhombre veneciano representa el arquetipo del aventurero intrépido, amoral y sin escrúpulos, un símbolo del hombre, que, en su afán por encontrar la felicidad, destruye los medios para alcanzarla.