Abrir vías de solución

 

En un interesante trabajo recientemente publicado sobre Romano Guardini (1885-1968) el profesor Abdón Moreno escribe un artículo desde Roma recopilando los recuerdos de los alumnos y profesores de las Universidades de Berlín (1923-1939), Tubinga (1945-1948) y Múnich (1948-1962), acerca de las lecciones que impartía Guardini, acerca de la filosofía de la religión de un maestro que abarrotaba completamente las aulas de la Universidad.

Precisamente, desde las primeras páginas, Abdón Moreno nos señala claramente que el hilo conductor o comentario unánime acerca del profesor Guardini era que se "abrían vías de solución”, pues enseñaba cómo encontrar en la conversación con Dios y sobre Dios, la solución a los problemas de los hombres.

Inmediatamente, lograba "despertar la Iglesia" en el interior de las conciencias y a enseñar a los cristianos a jugarse la vida por Jesucristo, al poner los talentos en juego para extender la Iglesia y llevarla realmente a todos los ambientes, a todos los países y a todas las culturas.

Precisamente porque, como señalaban los Padre de la Iglesia la Iglesia había nacido del costado abierto de Cristo, había que aprender a dar la vida por ella, sostenerla y vivificarla.

La propuesta de Guardini era pues combativa y llegaba nítida en pleno arranque del siglo XX en Alemania, donde la derrota en la primera Guerra mundial había producido el efecto demoledor de la destrucción del "mito del eterno progreso" que había marcado a la intelectualidad del XIX.

Devolver al mundo su noble y original sentido, decía san Josemaría, y eso requiere salir de nuestro yo, para ir al encuentro del hombre con Dios, con los demás hombres, con la naturaleza, con el arte, con la pobreza y la soledad. En cada uno de esos encuentros, el alma madura, aprende a relacionarse: “cada realidad, bien vista, es un punto de vibración en el que hacen acto de presencia mil y una realidades” (187).

Enseguida, nos recordará: “Dios crea por amor. Crear por amor significa crear al hombre libre, para que sea capaz de responder a la llamada y fundar una relación de encuentro” (189). Y añadirá: “el hombre fue creado por una llamada, una llamada al encuentro. De ahí que encontrarse sea, primariamente, trascenderse del torcido ensimismamiento y, desde esa trascendencia, responder a esa llamada creadora, y liberarse del envenenamiento ante la crisis. En la susodicha respuesta radica la verdadera formación” (191).

Citando a Pascal nos recordará el Prof. Abdón Moreno: “ponte de rodillas y creerás en Dios” (193). Es clave descubrir que es en la “intimidad del encuentro es donde brotan los símbolos, se suscitan sentimientos de gozo y de entusiasmo: se alumbra luz (196).                                                             

José Carlos Martín de la Hoz

Abdón Moreno García, Sólo quien conoce a Dios conoce al hombre: Romano Guardini, en Anales Valentinos, Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia, Nueva Serie VI/11 (2019) 183-199.