Acompañados en el camino

 

El libro que tenemos ahora en nuestras manos consiste en una sencilla y amena meditación de algunos textos de la Sagrada Escritura, especialmente del Nuevo Testamento que, sobre todo, aluden a aquellos textos que hablan de caminos, de caminantes, de posadas, de remedios, de comenzar y recomenzar, de idas y vueltas, de encuentros y despedidas, de la ilusión por la santidad; de un camino de amor.

Así es, en resumidas cuentas, el último y esperado libro que ha sido publicado, hasta el momento, por el sacerdote granadino Francisco Fernández Carvajal, uno de los autores españoles contemporáneos más leídos y que más ha publicado sobre teología espiritual y, en general, de espiritualidad, en lengua castellana.

Es interesante recordar que el autor humildemente no deja de recordar, libro tras libro, al comenzar todas y cada una de sus obras, algunas de ellas con más de dos millones de ejemplares, su agradecimiento y fidelidad a san Josemaría.

También desde el comienzo de este trabajo se nos recuerda que cada caminante debe encontrar su propio camino, su camino para el cielo, no aquel que se nos haga más andadero o nos resulte menos dificultoso, sino la ruta exacta fijada por Jesús y, por tanto, bien colmada de gracias y de bendiciones (56).

Pero una vez dicho esto, el autor se detiene a recordarse a sí mismo y al lector las peripecias del camino que él y otros muchos, entre ellos muchos santos y santas, algunos beatificados y canonizados y otros por beatificar y canonizar, les han sucedido, pues la vida cristiana es experiencia de amor han recorrido y de esas conclusiones vivimos y aprendemos unos de otros, pues familia somos, como recuerda la Comunión de los santos: “Cada caminante siga su camino, sendero irrepetible porque Dios nos ha amado a cada uno, en exclusiva, amor particular que nos hizo vivir y nos permite seguir con vida” (58).

Especial referencia hay en este libro a la necesidad de la gracia de Dios que nos llega a través de los sacramentos para no perderse en el camino, para tener fuerzas, para sobrellevar las dificultades y el cansancio, pues la prueba mayor es la tentación del paso del tiempo; la tentación de la impaciencia y del desánimo.

Más especialmente necesaria es la Eucaristía, alimento de los mártires y de los caminantes, donde se recaban las fuerzas y se encuentra la seguridad. Es conmovedora la referencia a la Santa Misa y a la Misa de los santos, en palabras de Juan Pablo II: “la Eucaristía se celebra, en cierto sentido, sobre el altar del mundo. Ella une el cielo y la tierra. Abarca e impregna toda la creación” (88).

José Carlos Martín de la Hoz

Francisco Fernández Carvajal, El paso de la Vida, ediciones Palabra, Madrid 2018, 446 pp.